Buch asciende a jefe de los Mossos a un comisario de consenso, Miquel Esquius
El conseller ha sorteado las presiones que buscaban un perfil más político
Hace unas semanas, un alto cargo de la Conselleria de Interior analizaba con altas dosis de autocrítica la complicada situación generada en los Mossos d’Esquadra tras la llegada del nuevo equipo político. Y sentenciaba: “No estamos para hacer muchos experimentos”. Dicho y hecho. Ayer tarde, el conseller Miquel Buch compareció en el departamento para anunciar el nombre del elegido para comandar la policía catalana. Se trata del comisario Miquel Esquius, de 55 años y vecino de Súria, en la comarca del Bages. A cualquier mosso que se le pregunte al azar por el nuevo jefe responderá, “Es una buena persona”.
Buch y su equipo no estaban para experimentos. Y eso que algunos lo intentaron. En el departamento lidiaron como han podido las presiones de Junts per Catalunya que pretendía imponer un determinado perfil de comisario y que incluso pusieron sobre la mesa un nombre que hasta Carles Puigdemont defendió desde Alemania.
Ayer al mediodía, en una conversación informal en el complejo policial de Egara, en Sabadell, Esquius comentó: “Si pudiera me iba de jefe al Pirineu Occidental”. El mando de esa región policial, el intendente Ramón Ramon Calsina, es uno de los muchos que ha solicitado pasar a la segunda actividad. La propuesta le llegó ayer mismo por la tarde.
Durante el acto de presentación del nuevo jefe ante los periodistas, Esquius aseguró que había aceptado “porque entiendo que no puede ser de otra manera”, es una cuestión, añadió, “de responsabilidad” cuando se ejerce un determinado cargo. El comisario pertenece a la segunda promoción de mossos. Otro mando que le conoce bien recordaba ayer otra frase que ayuda a entender al personaje. “En alguna ocasión había comentado que si a un sargento le pide que lidere una unidad, tiene que aceptar. Que si uno no está dispuesto a asumir determinadas
responsabilidades, mejor que no ascienda”.
Ese es Esquius. Un comisario que ha hecho buena parte de su carrera profesional en la División de Tráfico de dónde le rescató precisamente Ferran López para convertirlo en
su segundo, cuando el exministro Juan Ignacio Zoido le nombró jefe en sustitución de Josep Lluís Trapero. Estos últimos tiempos, Esquius ha formado equipo con el comisario Joan Carles Molinero.
Se pueden hacer muchas lecturas
de la elección de Esquius, pero desde luego nadie puede acusar al conseller de haber optado por un comisario que se haya destacado políticamente en ningún sentido. Es un policía neutro. Un perfil de absoluto consenso. Un mando sin enemi- gos en el cuerpo, que no está alineado a ninguna familia pero que tampoco planteará problemas ni se enfrentará al director de la policía, Andreu Martínez.
Hace 26 días, Buch anunció que aceptaba la renuncia que el primer día le presentó Ferran López. El comisario que logró mantener una dificilísima cohesión los últimos nueve meses en la policía, fue maltratado por la dirección política que le mantuvo al frente durante varias semanas haciéndole feos y ninguneándole. La situación llegó al extremo de que uno de los sindicatos de mandos redactó una carta exigiendo “respeto”.
Buch tuvo ayer palabras de agradecimiento a Ferran López, que después no asistió, a las ocho y media de la tarde, al acto de presentación de Esquius al resto de la cúpula. A día de hoy, López sigue sin destino.
Al nuevo jefe le toca ahora la labor de reorganizar la cúpula y montar su propio equipo
Y su entorno niega, como se explica desde la Conselleria de Interior, que se le ofreciera mantenerse en la jefatura pero que lo rechazó y que ahora tiene tres destinos sobre la mesa.
A Esquius le toca ahora la labor de reorganizar la cúpula y montar su propio equipo. Cuentan algunas fuentes que la idea del director de la policía es realizar una profunda remodelación de la estructura. Un nuevo modelo de organización en el que la comisaría general de Información, la más sensible del organigrama, saldría del control policial para pasar a depender directamente del director político.
En el breve acto de presentación en Egara, Buch se esforzó en pedir compromiso para que “entre todos pasemos página”. Esquius hizo gala de su humildad. Se le notaba emocionado. Explicó a sus compañeros que de pequeño le enseñaron a paliar con mucho esfuerzo la falta de talento. “Pues a eso vine y eso voy a seguir haciendo con la ayuda de todos vosotros. Trabajar en equipo”. Después les pidió que sientan suyo el nuevo mandato y le ayuden a tirar adelante un proyecto que inicia una etapa incierta, pero que por su carácter, no será convulsa.