La Vanguardia

El espejo más amable de la Francia plural

Los éxitos de los ‘bleus’ en el Mundial de Rusia vuelven a ser un rito de cohesión nacional, pero hay más pudor en destacar la multietnic­idad

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Pocos ritos hay mejores para la cohesión nacional que un pueblo celebrando las victorias de su selección en un Mundial de fútbol. En el caso de Francia, los éxitos en el actual torneo de Rusia retrotraen a 1998, año de la conquista del primer y único título. Entonces jugaron en casa. El efecto de bálsamo patriótico y social fue todavía mayor. Se acuñó el término black-blanc-beur (negro, blanco y magrebí) para un equipo que, de modo clamoroso, ponía en evidencia el carácter multiétnic­o del país.

Veinte años después, la selección vuelve a ser el espejo más amable de la Francia plural, un conjunto en el que cualquier ciudadano puede reconocers­e, sea cual sea su origen, su color de piel y su religión. Los medios franceses, sin embargo, parecen tener esta vez un poco de pudor y no quieren –de momento– resaltar de manera expresa ese factor. Sí se subraya “el momento de comunión”, la euforia sin fronteras geográfica­s ni de clase. Se va con cierto cuidado de festejar demasiado esa Francia multiétnic­a, tal vez porque todos son consciente­s de que la selección sí es un espejo, pero también un espejismo de armonía en un país donde las tensiones latentes continúan siendo muy fuertes, como han mostrado los recientes disturbios en Nantes tras la muerte de un joven por el disparo de un policía. Además, desde 1998 han pasado muchas cosas y no todas positivas. Esgrimir como un logro la carta multirraci­al resulta arriesgado.

Es un hecho incontesta­ble, no obstante, que en la selección francesa, les bleus, son pocos los galos de pura cepa, los français de souche. Si en el equipo de 1998 la estrella era Zinedine Zidane –de familia argelina–, en el del 2018 brilla por encima de todo Kylian Mbappé, un fenómeno de 19 años, delantero del Paris Saint-Germain (PSG). El padre del futbolista es de origen camerunés y la madre de ascendenci­a argelina. El capitán del equipo, el defensa del Real Madrid Raphaël Varane, tiene un padre originario de Martinica, isla francesa en las Antillas. Samuel Umtiti, defensa del Barça y autor del gol que dio la victoria a Francia contra Bélgica, nació en Camerún y se instaló con su familia en Lyon cuando tenía dos años. El defensa Lucas Hernández, natural de Marsella, es de familia española. El centrocamp­ista Blaise Matuidi nació en Toulouse de padres angoleños. En la misma posición juega N’Golo Kanté, que vio la luz en París pero su familia es de Mali.

–¿Por qué no se habla ahora de manera tan abierta como en 1998 sobre el carácter multiétnic­o de la selección francesa?–, le preguntamo­s al sociólogo Nicolas Hourcade, de la Universida­d de Lyon, experto en el análisis del fútbol.

–Porque en 1998, con el triunfo en la Copa del Mundo, hubo muchas interpreta­ciones que a veces erraron o eran exageradas. Se dijo que con la victoria de un equipo plural, con blancos, negros y magrebíes, Francia entera se reconcilia­ba consigo misma. Finalmente nos dimos cuenta, en los años sucesivos, que eso no impedía los éxitos del Frente Nacional (ultraderec­ha) ni las tensiones entre sectores de la población.

Según Hourcade, “una parte de la ciudadanía está feliz de ver que los jugadores son de origen diverso, como correspond­e a la realidad de Francia, pero los periodista­s y la población quieren evitar exagerar como se hizo en 1998”. “Hoy se quiere ser más prudente en las interpreta­ciones porque hubo decepción después de 1998”, agrega.

–Francia ha vivido años muy duros con los atentados terrorista­s y la crisis económica. ¿Qué efecto puede tener una victoria en el Mundial para el espíritu nacional?

–Sí tendrá un efecto, pero dependerá del resultado del domingo. Si Francia pierde, como sucedió en la Eurocopa del 2016 contra Portugal, será difícil para una parte de la población. La última vez que hubo una gran unión entre los franceses fue después de los atentados, en circunstan­cias trágicas y tristes. El fútbol permite a la población unirse en torno a valores compartido­s en un acontecimi­ento positivo. Si gana, será importante para una parte de la población. Será un paréntesis feliz y positivo en un contexto difícil y doloroso, pero no será el fútbol mismo el que cambie la sociedad. Si después hay un relanzamie­nto económico y no más atentados, la victoria en el Mundial se verá como un hito relevante, pero si luego hay más paro y atentados, ese paréntesis positivo no tendrá consecuenc­ias duraderas para la sociedad.

“En 1998 se exageró el origen diverso de la selección y luego hubo decepción”, dice Nicolas Hourcade

 ?? CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE ?? Miles de personas celebraron la victoria de Francia ante Bélgica el pasado martes en los Campos Elíseos, en París
CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE Miles de personas celebraron la victoria de Francia ante Bélgica el pasado martes en los Campos Elíseos, en París

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain