La Vanguardia

“No es Lady Liberty, es mi suegra”

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La estatua de la Libertad vuelve a estar de moda. Hace unos días, en una fecha tan señalada como el 4 de Julio, día de la Independen­cia de Estados Unidos –historiado­res detallista­s sostienen que esa es una fecha fake, falsa, pero esa es otra historia–, Patricia Okoumou, inmigrante congolesa de 44 años, trepó a la base en protesta por la inhumana política de la Administra­ción del presidente Trump de separar a los niños de los adultos con los que cruzan la frontera sur del país.

Vienen persiguien­do un sueño, un futuro, tratando de escapar de la violencia descontrol­ada de las bandas para caer en la violencia institucio­nal. Aseguran que ahora, al intentar reunificar­los por orden judicial –nada de arrepentim­iento, palabra que no conjuga el presidente–, algunos niños ni siquiera reconocen a sus madres, por su corta memoria y el largo tiempo transcurri­do.

Además de que la xenofobia trumpista ha reforzado su poderío como faro de la tierra prometida, la dama que corona el puerto de Nueva York se ha visto metida en una trama judicial sin comerlo ni beberlo.

Hay errores que salen caros. Este, por culpa de un sello, le va a costar 3,5 millones de dólares al Servicio Postal de Estados Unidos.

Esa es la suma, según sentencia de un tribunal federal, que han de ingresar en la cuenta de Robert Davidson, escultor de obra desconocid­a. Jamás imaginó que su réplica de Lady Liberty para un casino de Las Vegas, una pieza vulgar, de cartón piedra, fake como casi todo lo que configura “la ciudad del pecado”, le aportaría una afortunada pensión debido a la vulneració­n de su copyright.

El organismo de correos estadounid­ense lanzó en el 2010 una emisión conmemorat­iva de estampas titulada Forever, para siempre. Para siempre más perpetuada en la equivocaci­ón al imprimir la estatua de la Libertad de pacotilla, a la puerta del New York, templo de jugadores y hotel, en lugar de la original, la que lleva más de 130 años frente a Manhattan dando la bienvenida.

La institució­n eligió la imagen a imprimir del archivo de fotos de la agencia Getty Images.

En este caso resultó de aplicación eso de que más da ocho que ochenta, hasta que en el 2011 apareció un coleccioni­sta –por lo general tan minuciosos en sus observacio­nes como los historiado­res– y dejó en evidencia al Servicio Postal. Se habían imprimido 3.000 millones de sellos.

Pese a que correos modificó la identifica­ción, la serie continuó saliendo hasta el 2014, cuando habían ingresado 2.100 millones de dólares por la comerciali­zación de un total de 4.900 millones de estampas.

Por entonces, Davidson ya había planteado, en el 2013, una demanda por la supuesta violación de los derechos de autor.

Al sustentar las diferencia­s entre la estatua original y la suya, el escultor remarcó que él se inspiró “en la cara de mi suegra”. Davidson debe tener en alto concepto a su suegra, figura que los estereotip­os dejan en mal lugar, por cuanto insistió en que su Lady Liberty “es más sexy” que la que los franceses regalaron a Estados Unidos. Ilustró que su creación dispone de unos ojos más definidos y unos labios más protuberan­tes. “Quería que pareciera más moderna y un poco más femenina que la original, que exhibe un diseño más masculino”, argumentó en el pleito donde defendió que el Servicio Postal se sirvió de su obra de forma ilegal. El tribunal ha ratificado su demanda al establecer que su pieza es lo bastante diferente para ser protegida.

Tras la resolución, el abogado del artista declaró que su patrocinad­o estaba más que feliz, tanto por la indemnizac­ión como por el reconocimi­ento “de que su trabajo es una obra de arte única y atractiva”.

Ya se ha escrito que hay errores que salen caros, aunque en este sumario, y sabidas las cifras, la pifia no significa más que migajas.

Sin embargo, el sello que la Administra­ción Trump imprime en esos niños separados de sus familias tal vez dejará en muchos de ellos un coste irreparabl­e.

Correos de EE.UU. pagará 3,5 millones al imprimir por error en un sello la estatua de la Libertad de ...

Las Vegas

Según el autor, su réplica, inspirada en su suegra, es “más sexy” que la original de Manhattan

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La réplica de la estatua de la Libertad en Las Vegas, en el hotel-casino New-York-New York. Abajo, el sello del error
JOHN LOCHER / AP De cartón piedra La réplica de la estatua de la Libertad en Las Vegas, en el hotel-casino New-York-New York. Abajo, el sello del error
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