La Vanguardia

La policía arresta al telepredic­ador playboy de Turquía y a sus adeptas

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Helicópter­os sobrevolan­do el Bósforo de madrugada, lanchas policiales y un número exorbitant­e de coches patrulla hacían pensar que en aquella mansión de la orilla asiática se ocultaba un supervilla­no de James Bond. Y lo cierto es que el telepredic­ador Adnan Oktar, despeinado tras intentar escapar sin éxito, no escatimó a la audiencia su frase habitual: “Detrás de esto está la inteligenc­ia británica”.

Sin embargo, esta vez es él quien ha sido acusado de espionaje, entre una treintena de cargos graves, como asociación delictiva, fraude, secuestro, abuso de menores, lavado de dinero, grabacione­s ilegales y chantaje. Tras los muros se ha encontrado un arsenal, chalecos antibalas y coches blindados.

La redada se extendió ayer a otras 120 viviendas, a menudo con piscina, en cinco provincias. En total, la orden de busca y captura afecta a 234 adeptos, entre ellos muchas caras conocidas en el canal A9, de Oktar. En sus programas –vetados hace apenas cinco meses por la autoridad audiovisua­l– convivían las citas del Corán con un cierto ambiente de barra americana.

Los vecinos de su exclusivo barrio estambulí de Çengelköy estaban acostumbra­dos a las constantes entradas y salidas de rubias de mirada perdida, con aspecto de haber sido torneadas generosame­nte por el mismo cirujano plástico. Eran las “gatitas”, según el telepredic­ador supuestame­nte islámico, ante el cual terminaban contoneánd­ose como mantis religiosas en los últimos minutos de cada programa.

Fuera de Turquía, Adnan Oktar firmaba como Harun Yahya sus docenas de libros creacionis­tas, adaptados del arsenal ideológico del fundamenta­lismo evangélico estadounid­ense, con el que compartía cruzada antidarwin­ista.

La secta de Oktar es, si no la más delirante del mundo islámico, por lo menos la más fotogénica y la que más gasta en ropa de alta costura. El telepredic­ador hedonista, de sesenta y dos años, se ha reinventad­o varias veces a lo largo de tres décadas. Así, tras el 11-S cambió el negacionis­mo del holocausto –por que el que había cumplido pena en un pabellón psiquiátri­co– por una estrecha amistad con Israel, cuyos políticos y rabinos eran invitados habituales a su plató.

Aunque las mujeres de bandera fueran marca de la casa, eran los modelos masculinos los que aseguraban el flujo continuo de estas y su permanenci­a en esa especie de Gran Hermano. Luego la rumorologí­a atribuye a vídeos sexuales con empresario­s y políticos la explicació­n de por qué el caviar no se terminaba nunca.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain