La Vanguardia

Primero Rajoy, ahora ‘The Best’...

- Joaquín Luna

Ahora, el pueblo de Madrid anda entretenid­o con las vacaciones de agosto, los últimos goles del Mundial y esa interinida­d del nuevo Gobierno, que disfruta no de cien días de gracia sino del bochorno y el vacío de poder en el PP. Hay tranquilid­ad en la capital.

El pueblo de Madrid se ha quedado tan ancho, como si quisiera olvidar que Umbral ya no le escribe, Rajoy vive y trabaja en Santa Pola –que es al Real Madrid lo que las playas de Normandía a Estados Unidos– y ahora se va porque quiere Cristiano Ronaldo, The Best, que es como le gustaría que la historia y la humanidad le recordase.

Queda Florentino Pérez y el museo del Prado pero este curso asoma diferente. Tiempos de cambios. El Real Madrid pierde a su estrella y, de rebote, la Liga se queda algo desconcert­ada porque han sido nueve temporadas de “cristianis­mo”: ¿cómo iba a enamorarse el aficionado de un goleador excepciona­l al que ni siquiera los suyos terminaron por amar de corazón?

A la espera de que parezca el conejo de la chistera, el Real Madrid 2018-19 desconcier­ta. Después de ganar tres Ligas de Campeones seguidas, huyen el entrenador con su flor y la figura del equipo. El cesarismo de Florentino Pérez afrontará una temporada muy compleja porque el fusible de Lopetegui se antoja poco sólido: después de dejar tirada a la selección española, no cabe imaginar que Lopetegui sea el entrenador más respetado de la Liga. No se le va a examinar con lupa sino con microscopi­o.

Cristiano Ronaldo se lleva a Italia algo tan decisivo como el gol. No está mal 450 tantos en 438 partidos. Esas cuatro Champions de Cristiano Ronaldo, perdón, de The Best, han sido producto de la pegada. De la suerte del KO, algo que se tiene o no se tiene pero que cuando se pierde –ver Mike Tyson– exige un esfuerzo, una estrategia y una visión de las que el club no parece andar sobrado. El Real Madrid ha marcado época en Europa porque ha tenido gol. Desconcier­to, vagancia liguera y pegada. Neymar, posible conejo de la chistera, por ejemplo, no ha conducido a ninguno de sus equipos a nada. Cristiano, sí: cuatro Copas de Europa, con Sergio Ramos.

La marcha de CR7 es una pérdida colectiva porque nunca ha dejado indiferent­e a nadie y esa es la mejor virtud en cualquier espectácul­o. Ha marcado goles extraordin­arios, nos ha reprochado que somos un pueblo de envidiosos de los guapos y los ricos –buenos, no vamos a envidiar a los pobres– y ha aportado un narcisismo al fútbol sin parangón, más propio de Hollywood o el negocio musical. Será, claro, una nostalgia pasajera. Otra cosa es el nuevo Real Madrid, cuyas carencias tanto disimiló The Best en sus nueve temporadas.

El cesarismo de Florentino afronta una temporada compleja, con Lopetegui y sin goles de la nada (CR7)

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