El rosario de la aurora
Un grupo de ingleses sigue el partido contra Croacia en un pub de la Rambla de Barcelona
En el epicentro de Guirilandia en Barcelona a las ocho de la tarde, los turistas se resguardan en los bares y restaurantes que estos días ofrecen menús con televisión incorporada. En el sur de la Rambla, justo delante del vetusto museo de Cera, un grupo numeroso de estatuas vivientes (las que tanto gustan a Quim Monzó) intenta exhibirse ante tribus turísticas que, a cambio de una moneda, consiguen que los inmóviles personajes se meneen. Uno imita a Jim Carrey vestido de La Máscara y otro es un hombre bronceado (de bronce) emulando a Galileo Galilei con su telescopio. Más arriba, unas prostitutas charlan esperando ofrecer sus servicios sin que la autoridad competente diga nada. Esta noche esperan trabajo.
Seguro, porque la zona anda alterada con la gran cantidad de ingleses que siguen la semifinal contra Croacia, que acompañará a Francia en la final del domingo. Junto al antiguo Frontón Jai-Alai está el BloomsDay, un pub donde ya no cabe nadie. Van las cervezas que vuelan. Un encargado del pub sale a respirar porque dentro huele a tigre de bengala y el calor es insopor- table. Marca Inglaterra y se instala una locura previsible. La mala fama va con los ingleses y mal pensamos porque su currículum nos avala. Se reparten cervezas de un palmo de alto por un palmo de lado.
Se alargará el consumo hasta la madrugada porque cualquier excusa será un guion ideal para acabar como el rosario de la aurora: si ganan, porque están a un momento de campeonar y si pierden, porque a las penas, puñaladas. En el descanso, la gente sale a inspirar, respirar, inspirar, respirar y, en pocos minutos, vuelven a bucear en este insoportable espacio donde, a más calor, más alcohol. Croacia fuerza la prórroga y comienza el declive inglés. Marca Mandzukic el 2-1 y el sonido de la sala es cada vez más insoportable. Inglaterra cae y los aficionados toman sudorosos la Rambla. Que Dios salve a la Reina pero que también nos coja, esta noche a los barceloneses, confesados.