La punta del tenedor

JACK Kerouac le sugirió a William S. Burroughs el título de la que es seguramente su mejor novela, El almuerzo desnudo. ¿Y eso qué significa?, preguntó su colega. “Pues que en la vida hay un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores”, respondió el autor de En el camino. También en la política hay un momento en que todos son conscientes de cuál es la situación y donde no es posible disimular más. La reunión del lunes entre Pedro Sánchez y Quim Torra fue gestionada con inteligencia por el Gobierno de España y por la Generalitat de Catalunya. Hubo sonrisas y buenas palabras. Y la voluntad de avanzar a base de “estirar del hilo” (Torra) o de “construir un camino” (Sánchez), sabiendo que el juicio en el Tribunal Supremo nos situará en el momento del almuerzo desnudo. Ese instante helado en que todos mirarán la punta del tenedor. De momento, el tribunal de Schleswig-Holstein argumenta que el 1 de octubre no se alcanzó el grado de violencia que pueda considerarse alta traición, que es como define el Código Penal alemán la rebelión. E incluso descarta la responsabilidad de Puigdemont por la perturbación de orden público. En todo caso, se limita a declarar admisible la extradición por malversación. Poca cosa para tanto tenedor.

Ni los tribunales alemanes, escoceses, belgas y suizos contemplan que el 1-O hubiera violencia –no descartan la desobediencia y en algunos casos, la malversación–, por lo que sus dictámenes contrastan con la calificación de rebelión por parte del juez Pablo Llarena. Es posible que el magistrado del Tribunal Supremo renuncie a la aplicación de la euroorden, a fin de que la extradición de Puigdemont por un delito de menor sanción no acabe contaminando toda la causa. El tribunal de Schleswig-Holstein ha llegado a sus conclusiones después de revisar miles de folios y setenta vídeos de la jornada. La doctrina Llarena, de momento, tiene pocos seguidores. Al menos fuera de España.