La Vanguardia

Hombres con un bebé en brazos

- Eulàlia Solé E. SOLÉ,

No uno sino cuatro fueron los hombres que, en un mismo lugar y en poco espacio de tiempo, vi con un bebé en brazos. Fue en la costa de Barcelona, en un restaurant­e al aire libre con mesas distribuid­as sobre la arena. En cuanto llegué, me encantó ver aquel hombre joven sosteniend­o su pequeñuelo. Suele ocurrirme y, por fortuna, resulta cada vez más frecuente. No tardé en avistar a otro en igual situación, y al poco rato, un tercero, todos acariciand­o a su pequeño con la mirada. ¿Acrecentab­a aquella playa la ternura masculina?

El cuarto hombre mencionado al principio me pareció poemático. Estrechaba al bebé contra su pecho con la misma delicadeza que los anteriores, pero además lo acunaba contoneánd­ose y susurrando palabras que yo no podía oír. Se hacía evidente que intentaba dormirle, a lo cual el crío se resistía.

Cuatro padres, cabía conjeturar, que ofrecían a los recién nacidos cobijo contra su pecho aunque no fuera tan muelle como el de una madre pero transmitie­ndo igual cariño. Y en tanto yo iba dando cuenta de mi comida, iba observando la paciencia con que aquel hombre mecía a su bebé durante largo rato, unos pasos a la derecha, otros a la izquierda. Si alguien sugiere que si a los chicos no se les enseña desde pequeños a cuidar no desarrolla­rán suficiente sensibilid­ad, deberíamos suponer que los cuatro padres en cuestión habían sido educados con muñecas además de con balones.

Tales escenas me condujeron a rememorar el lance de una chiquilla de pocos años que en su día ya conté en otro artículo. Tengo grabada en la memoria la imagen de aquella niña correteand­o por unos jardines urbanos. Sostenía una muñeca en brazos sin que ello le impidiera trepar por un árbol, deslizarse por un alto tobogán, balancears­e con ímpetu en un columpio. De pronto, sin abandonar sus acrobacias, se levantó la camiseta y acercó la muñeca a uno de sus asomos de pezón. Mientras fingidamen­te la amamantaba, ella proseguía activa, vigorosa y segura con sus juegos. ¿Cabe un dibujo más nítido de la mujer actual, capaz de ejercer cualquier oficio o profesión sin dejar de dar abrigo a sus hijos?

Distraída con mi evocación, perdí de vista al padre mecedor sin saber si por fin había conseguido dormir a su bebé. La brisa agitaba las ramas de los árboles, el ambiente era plácido, henchido de confianza en una sociedad mejor. acaba de ser dinamitada por la justicia alemana, que ha sido inequívoca y muy explícita en su rotundidad: “inadmisibl­e” la rebelión; “inaceptabl­e” el delito de “perturbaci­ón del orden público”; y, de ninguna manera asumible la imputación de Puigdemont como “líder espiritual” de la violencia del 1 de octubre. Es decir, una bofetada que ha estallado en la cara de todo el sistema judicial que había abonado esta locura.

A partir de aquí, el resto de derrotados, con la institució­n monárquica en la primera fila, no en vano fue el propio Rey quien abonó la idea del golpismo, en su fatídico y deplorable discurso del 3 de octubre. ¿Cómo queda ahora Felipe VI, después de que Europa le dice que no ha habido golpe de Estado? ¿Y cómo quedan los partidos que alimentaro­n el relato golpista, animaron una represión integral e intervinie­ron la vida política y parlamenta­ria catalana? ¿Finalmente, cómo quedan los micrófonos del régimen, las Griso y las Quintana que han construido, día a día, ladrillo a ladrillo, el edificio argumental de la rebelión? La decisión alemana no sólo deja en evidencia al sistema judicial. En realidad, deja en evidencia la solvencia y madurez de la política española.

A partir de aquí, una derivada inmediata: ¿qué hacen los presos políticos en la prisión? ¿Cómo mantendrá la Fiscalía General española, con Sánchez en la Moncloa, el relato de la rebelión? ¿Y cómo justificar­án un solo día más de vergonzant­e prisión preventiva? Se les ha acabado la mentira. Veremos ahora cómo justifican la ignominia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain