El Ballet du Capitole propone una ‘Giselle’ entre viñedos
La compañía de Toulouse debuta hoy en el Festival de Peralada
Uno de los personajes predilectos de las grandes estrellas masculinas del ballet ha sido –y sigue siendoAlbrecht, el duque de Silesia que se hace pasar por apuesto aldeano hasta enamorar perdidamente a Giselle en el ballet de Jules Perrot y Jean Coralli. Este clásico de la historia del ballet llega ahora al Festival de Peralada revisitado por Kader Belarbi (Grenoble, 1962), quien fue durante dos décadas étoile del Ballet de la Ópera de París y dirige desde el 2012 el Ballet du Capitole de Toulouse.
Belarbi conoce bien la obra con la que esta compañía hace hoy su debut en Peralada. “He pasado por todos los papeles de Giselle –dice al teléfono-. Bayrshnikov bailó el protagonista mientras yo hacía un papel pequeño; Nuréyev me introdujo en sus producciones… hasta que comencé a interpretar a Albrecht. Y lo hice en distintas versiones, también la contemporánea de Mats Ek. He analizado la pieza desde todos los ángulos. Criaturas fantásticas, seres insatisfechos, héroes que persiguen quimeras, un amor más fuerte que la muerte… ¿Que por qué es el personaje favorito de muchos de nosotros? Porque es riquísimo, tiene una extensa materia que explorar, pues te permite ser un gran hombre, un mentiroso, un romántico… tienes que cuidar mucho tu actitud. Bailar este papel es como pasar por un Actors Studio”.
Su conocimiento de la obra le permite revisarla ahora con el ánimo de un arqueólogo. Quiere ofrecer el original de la manera más fidedigna posible, pero con el lenguaje y la dramaturgia que lo hagan más fácilmente comprensible al espectador del presente. “Siempre se me plantea el problema de cómo bailar los clásicos. No quiero hacer una copia, quiero hacer cosas nuevas. Busco los significados correctos, que tengan sentido en el momento actual”, asegura.
Así pues, lo que va a encontrar el público en Peralada es la elegancia del vocabulario del ballet clásico, pero con algunos cambios en la dramaturgia. ¿Qué pasaría si los campesinos del primer acto fueran aquí viticultores, y se expresaran bailando unas danzas realmente rurales? ¿Qué pasaría si los señores de la caza que reconocen a Albrecht participaran más del baile? ¿Qué pasaría si las Willis (los espíritus de las chicas muertas) enfatizaran el contraste entre lo terrenal y lo etéreo?
“Mantengo el espíritu de 1941, cuando Perrot y Coralli la estrenaron, pero busco el contraste en el segundo acto, lo sitúo en el cielo, lo hago distinto para los bailarines. En todo caso, es una historia de hoy, la eterna historia sobre los amantes, si bien el triángulo que forman con el campesino enamorado de Giselle es para mi un cuadrado, pues no se puede ignorar que la muerte está en medio”, apunta el coreógrafo francés. También la música de Adolph Adams ha contado aquí con arreglos del director de orquesta suizo Philippe Béran para que se correspondiera con esta nueva versión, estrenada en el 2015.
Los decorados, por su parte, son realistas y contribuyen a la lectura historicista -“no quiero mentir, quiero ser exacto”, añade el coreógrafo-. El vestuario, de Olivier Beriot, se debe enteramente a la elegancia. Sobre las puntas, Natalia de Froberville, formada en Rusia. Protagonizará la pieza junto al cubano Ramiro Gómez Samón como Albrecht y los kazajos Rouslan Savdenov, en el papel de Hilarion, el pretendiente celoso, y Alexandra Surodeeva como Myrtha, la reina de las Willis. Nombres llegados de todo el planeta, pues la compañía acoge a artistas de todas las escuelas del mundo.
“Cuando en el 2012 acepté hacerme cargo de la compañía de Toulouse lo hice entre otras razones porque era un teatro de ópera que contaba con orquesta, con equipo de vestuario… Era muy rico, un equipamiento no tan distinto a lo que tenía en París en términos de servicios, pero con mucha más libertad de acción. Entre los bailarines tenemos diferentes personalidades, gente que llega de la escuela Vaganova, gente que llega de la americana, de la cubana… Es un lujo audicionar y que acudan un centenar de bailarines de todo el planeta. Construir la compañía a largo plazo es como hacer una escultura, puedes poner, quitar, perfilar”, concluye Belarbi.
“Siempre se me plantea el problema de cómo bailar los clásicos. No quiero hacer una copia”, dice Kader Belarbi