‘Paris by Netflix’
Netflix ha estrenado una extraordinaria miniserie documental sobre los atentados del 13 de noviembre del 2015 en París (13 novembre: Fluctuat Nec Mergitur). Viernes 13, igual que hoy, y un balance de 130 fallecidos, cientos de heridos y supervivientes devastados por una historia que intenta explicarse sin caer en la pornografía emocional o la superstición condescendiente. Dirigida por Jules y Gédeon Naudet, la serie reconstruye la cronología de un infierno que empieza con un partido amistoso en Saint-Denis y acaba de madrugada frente a la sala Le Bataclan. Sobre el mapa de la ciudad, el sanguinario recorrido de los terroristas dibuja, de norte a sur, una herida que nunca cicatrizará.
El método narrativo es el clásico: imágenes de archivo y una cadena de protagonistas, desde propietarios de bares que perdieron a familiares y amigos a supervivientes capaces de rememorar cada detalle de aquella noche. Lo primero que emerge es la valentía y la sensación de que los testigos (bomberos, policías, empleados de seguridad, médicos, vecinos, rehenes...) no improvisan su relato sino que han encontrado en la repetición el antídoto contra el veneno del trauma. La precisión, las metáforas, los silencios, el modo de mirar a cámara o rehuirla, los rictus para atajar o liberar la amenaza del llanto, todo busca una razón que dignifique el azar de haber estado cerca del horror y superar la culpa de haber sobrevivido.
Las intervenciones de los políticos permiten acceder a una manera de expresarse que ojalá fuera más habitual. El presidente François Hollande y la alcaldesa Anne Hidalgo participan sin ningún énfasis, con una franqueza unplagged, en un relato que conviene seguir con una caja de pañuelos. Hace unos días, hablando con un colega, le comenté que me sorprendía que hubiera pocos trabajos periodísticos y testimonios escritos sobre nuestros atentados del 17 de agosto del 2017. Después de ver la serie intuyo que tendrá que pasar más tiempo. Que el relato que ampare la fragilidad de los supervivientes y de la infantería de los servicios de emergencia se está reforzando. No se les puede exigir pasar, sin transición, de la experiencia al testimonio. El horror requiere tiempo para digerir las secuelas de la barbarie con un sentido de proyección de futuro que no traicione la estricta cronología de los hechos. Todas las contradicciones entre memoria y verdad esbozan la paradoja que alguna vez han comentado los supervivientes de los campos de concentración: los que más los sufrieron son los que más tardaron en hablar de ellos.
Pero los tiempos han cambiado. Y hoy la normalización mediática de cualquier barbarie tiene una salida tan fácil, tan doméstica, que invita a pensar en todas las tragedias, que, por pobreza o falta de libertad, no tienen la oportunidad de dignificarse a través de un relato y de una conciencia periodística. Una conciencia que, en este caso, antepone el respeto por la condición humana y la fuerza de la generosidad como armas de civilización.
El presidente François Hollande y la alcaldesa Anne Hidalgo participan en la serie sin ningún énfasis