Oda al gen competitivo
Francia y Croacia, las selecciones finalistas, tienen en común su capacidad de resistencia y sentido del grupo
El olimpismo glorifica al ganador, pero también honra al segundo y al tercer clasificados, premiándoles con una medalla que en muchos casos puede llegar a justificar toda una carrera. El fútbol, no. El fútbol desprecia a los segundos. No digamos ya a los terceros. ¿Existe un partido más denostado que el de consolación? Ser campeón importa, lo demás repele. Es habitual ver a futbolistas recoger la medalla de subcampeones de la Champions en la tarima y descolgársela de inmediato antes de bajar las escaleras. Es un gesto pésimo, pero retrata fielmente un deporte intransigente con los derrotados. Siempre ha tenido el fútbol un componente ultracompetitivo, relativizado en algunas épocas por selecciones que, aun queriendo ganar, lograron trascendencia a través de su manera de jugar. Captaron así el interés del aficionado porque le ofrecieron espectáculo y entretenimiento. En Rusia, la competición arrancó con esperanza, con algunas concesiones en esa dirección, pero la importancia de la victoria acabó con casi todo, incluidas Brasil y Bélgica, las selecciones, sobre todo esta última, que mejor movieron el balón. ¿Significa eso que Francia o Croacia no merecen el lugar en el que están? En absoluto. Croacia desborda dignidad. Y Francia no es Italia. Quizá la siguiente pregunta simplifique las cosas: entre la aportación de Inglaterra al juego en este Mundial y el entusiasmo pegadizo de Bélgica, ¿cuál de ellas perdurará más en la memoria?
Francia no vino a Rusia a participar en debates que sólo hacen que distraer la vista de su objetivo. Samuel Umtiti, que en teoría debería ser sensible al “cómo se juega” por su contacto diario con el Barça, se expresó ayer en términos extremadamente resultadistas desde la concentración de Istra. El belga Eden Hazard dijo que prefería perder jugando como Bélgica que ganar haciéndolo como Francia. Esto contestó el central: “Lo más importante es el resultado. Al final, sólo recordaremos al ganador, no se recordará al segundo ni al tercero. No tengo nada más que decir sobre eso...”. Imbuido por el pragmatismo de Deschamps, Umtiti habló también de la final contra Croacia. Su mentalidad es defensiva, así que subrayó la importancia de anular al rival: “No debemos permitir que Rakitic y Modric jueguen, de lo contrario será demasiado fácil para ellos”.
La selección de Francia es la favorita. Es la más sólida, la más táctica, la más disciplinada y, lo más importante, la que dispone de la mejor plantilla jugador por jugador. Se le adivina tanto margen de mejora que se le recrimina que especule con el resultado en cuanto se adelanta en el marcador. Su despliegue real se advirtió contra Argentina, cuando la albiceleste se adelantó. Francia fue entonces un vendaval movido por obligación, anotó tres goles en 15 minutos con un Mbappé desatado. En los otros partidos se ha limitado a ganar. Lo cual es mucho, pero también muy poco cuando se puede hacer más.
Croacia no ha reservado nada hasta llegar a la final. Ni energía ni juego. Sus futbolistas están exhaustos después de superar tres prórrogas. Su fútbol ha estado a la altura de sus posibilidades y circunstancias. Los mejores son quienes deben serlo, Modric y Rakitic, y a su alrededor les han acompañado ese tipo de jugadores que rinden más con la camiseta de sus países, impulsados por una fuerza que los clubs no dan. Mandzukic, el típico delantero centro buscavidas, marcó el gol de la victoria, pero fue Perisic quien comandó la remontada a los ingleses a base de fe, regates, aceleraciones y determinación. De fútbol, a fin de cuentas.
Se hace difícil entender el conformismo de la selección de Inglaterra, compartida por jugadores y aficionados a tenor de sus reacciones. Deberían preguntarse por qué un pequeño país como Croacia les apartó de la final adueñándose del balón y desnudando sus carencias. Repasar sus resultados en Rusia acaba con su supuesta resurrección: victorias sobre Túnez y Panamá, derrota ante Bélgica, empate contra Colombia (decidieron los penaltis) y triunfo sobre Suecia. Fútbol, no demasiado, por muchas ganas que se tengan de que a los ingleses les vaya bien. Harry Kane, su capitán, hizo un Ramos y se congratuló por el papel realizado (“Duele mucho la derrota pero estamos orgullosos y volveremos”), como si jugar cobarde para conservar un gol no tuviera importancia.
Zlatko Dalic, seleccionador de Croacia, define así el estado del fútbol actual, dominado a su entender por el predominio del colectivo: “Para mí, Messi es el mejor del mundo y Neymar le sigue de cerca. Todos los equipos focalizados en uno o dos jugadores se fueron a casa pronto, y los equipos que se han mantenido unidos y fuertes son los que han llegado muy lejos. Las diferencias se han estrechado y las individualidades no lo pueden resolver todo. La fuerza del grupo es mayor”.
FILOSOFÍA DESCHAMPS
Umtiti ya saliva al hablar de anular el juego de Rakitic y Modric y dice que el fútbol sólo recordará al ganador
CONFORMISMO
Kane, líder de una Inglaterra sin recursos, resalta el haber caído con orgullo; parece que jugar mal ya no duele