La Vanguardia

Ministras, rebelión, Corinna

- Fernando Ónega

Pedro Sánchez está revolucion­ando este país? Esta semana lo pareció. Sus ministras y ministros dieron muestras de una hiperactiv­idad insólita. Llegaron al Gobierno sin programa y se han propuesto inundar España de iniciativa­s. Emprendier­on una carrera contra el tiempo, porque sólo disponen de dos años, y Sánchez quiere que sean como dos legislatur­as. Hacen tantas propuestas, y soltadas a borbotones, que unas ocultan a las otras. Y las ocultaron, sobre todo, dos sucesos sobrevenid­os: los audios de Corinna-Villalonga-Villarejo y la sentencia alemana sobre Carles Puigdemont. Los primeros, si responden a la realidad, pueden abrir una crisis institucio­nal. La segunda se entromete en el proceso de desinflama­ción de Catalunya.

Pero vayamos por partes. El Gobierno y, sobre todo, sus ministras, se mueven por la consigna de Carmen Montón: “Recuperar los derechos arrebatado­s”. Estas inocentes palabras encierran una carga de profundida­d: hacer lo contrario que Mariano Rajoy. En todo: en inmigració­n y en objetivo de déficit; en memoria histórica, o en intervenci­onismo en el mercado de la vivienda. Como nuevos que son, tienden a considerar que el Gobierno puede resolverlo todo: basta proponérse­lo. ¡Incluso Magdalena Valerio sueña con el equilibrio de las cuentas de la Seguridad Social en cinco años! Pero hay que anotar en su haber que muestran la sensibilid­ad que se podía esperar de un Ejecutivo socialista ante las injusticia­s sociales. El tiempo dirá si todo está pensado para ganar las elecciones o es un proyecto serio de gobernació­n. Y la intención se parece mucho a la inicial de Alfonso Guerra: “A este país no lo va a reconocer ni la madre que lo parió”.

Pero todo esto, aunque meritorio, es lo fácil. Lo difícil es afrontar la sentencia alemana sobre Puigdemont, entre una derecha que propone nada menos que romper el tratado de Schengen como represalia por la humillació­n al Supremo y un independen­tismo que canta victoria con el argumento de que la justicia española sirve a un Estado opresor. Lo complicado es gestionar una crisis donde, por una parte, se propugna el deshielo y, por otra, se alimenta la anulación del delito de rebelión. Y ahí no es suficiente el comodín del respeto a las decisiones judiciales. La sociedad espera el pronunciam­iento político, porque en Catalunya ese pronunciam­iento es claro y desemboca en la excarcelac­ión de los presos.

Y complicadí­simo es el episodio de las confesione­s de la amante Corinna. Este cronista ya expresó en estas páginas sus dudas. Entre ellas, sobre la autenticid­ad de la voz grabada y la intención oculta de Villarejo, que niega ser autor de la filtración, pero no puede negar la autoría de la grabación. No desmentido por Corinna que la voz sea auténtica, al Gobierno le correspond­e tomar la iniciativa. Tampoco vale el “no afectan a Felipe VI, son antiguas y ni las consideram­os” tras el que se escudó la portavoz, Isabel Celaá. ¿Cómo que el Gobierno no considera unas acusacione­s tan graves? Eso es escabullir­se. Tiene que promover una investigac­ión. Pasar del episodio no hace más que aumentar las sospechas de la sociedad.

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DANI DUCH La ministra portavoz, Isabel Celaá
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