Las mujeres ya no quieren ser “ciudadanos”
La petición de adecuar el lenguaje de la Constitución refleja el avance de la igualdad
Esther Forgas es catedrática de Filologías Románicas (Universitat Rovira i Virigili) y recuerda cuando en 1983 defendió su tesis doctoral. En la facultad de la plaza Universitat de Barcelona, el profesor Francisco Marsá, catedrático de Gramática y pocos años después académico correspondiente a Catalunya de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), le dio la palabra. “Por primera vez me oirán hablar de doctoranda”, dijo el profesor. Ahora que ya hemos tenido una “ministra”, prosiguió con ironía, también podemos hablar de “doctoranda”.
No es que Marsá fuese partidario del lenguaje inclusivo pero Forgas recuerda esta anécdota para señalar que ya hace más de 30 años que se abrió un camino de la mano de los cambios sociales y de algún tímido avance en la igualdad entre hombres y mujeres. Soledad Becerril había sido la primera ministra de la democracia en 1981 con la UCD.
La lengua cambia con el paso del tiempo y el empuje lento de la masa social. Esta semana la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, anunciaba que ha solicitado a la RAE un estudio para adecuar la Constitución al lenguaje “inclusivo”. Es decir, para adecuarlo a la realidad de una democracia que “transita entre hombres y mujeres”, decía, y revisar una redacción que se corresponde a una sociedad de hace 40 años. La polémica no se ha hecho esperar y el primero en encabezarla ha sido Arturo Pérez-Reverte, que ha apuntado que abandonará su sillón en la Real Academia si se la redacción de la Constitución se adapta a un lenguaje inclusivo. Advertencia bien recibida desde los sectores feministas.
No es este un debate de un solo trazo, ya que abarca cuestiones lingüísticas, sociales y políticas. Para empezar, hay que ver qué significa lenguaje inclusivo en este caso. La RAE establece que el uso del genérico del masculino (por ejemplo, los ciudadanos) se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino, y por lo tanto incluye a ellos y a ellas. Subraya así que utilizar los desdoblamientos (ciudadanos y ciudadanas) es artificioso e innecesario desde el punto de vista lingüístico. Este desdoblamiento es lenguaje inclusivo, como lo son también las referencias genéricas (ciudadanía) o la feminización de las profesiones.
La lengua cambia con el paso del tiempo, es un espejo de la sociedad y no se puede frenar el largo impulso de las mujeres para ser visibilizadas en la vida, y por lo tanto también en el lenguaje. La utilización inamovible del genérico masculino como “universal” excluye a las mujeres de ser sujetos del discurso, sostienen las expertas. Además, lenguas románicas (español, catalán o francés) no tienen género neutro (como por ejemplo, el inglés) por lo que precisamente, señala Forgas, permiten nombrar y visibilizar a las mujeres.
Eulàlia Lledó, doctora en Filología Románica e investigadora sobre el sexismo en la lengua, señala que la lengua avanza poco a poco pero que ha habido cambios inexorables. Buena muestra de el es la evolución que ha habido al denominar las profesiones. El Colegio de Abogados es hoy el Colegio de la Abogacía, como también se denomina Escuela de Ingeniera o se habla de juezas, diputadas y ministras. Formas de nombrar que al principio podían ser objeto de burla y que hoy se han normalizado.
Es muy extraño actualmente, prosigue, que el candidato de cualquier partido no abra sus discursos desdoblando el lenguaje (señores/señoras). Cada vez se utilizan más las formas genéricas (por ejemplo, hablar de ciudadanía en vez de decir ciudadanos). Y esto no sólo sucede en el lenguaje “políticamente correcto” sino también en el hablar cotidiano o en la prensa. La forma genérica es la que podría encajar mejor en una revisión constitucional, según
eo. Hace 30 años quipodía sonar raro hablar de bogada”, ya que había pocas ujeres que lo fuesen. Pero a meida que ellas han ido ocupando el acio público la evolución de la a ha ido de la mano. Por lo , indica Lledó, modificar este el masculino siempre como
es importante para camn imaginario social.
cuestiones que debade ser precisamente la cargada de elaborar este e sobre el uso inclusivo del en la Constitución. Lledó
n n n l institución adecuada por diversos motivos. El papel de la RAE es la de notaria de la lengua, mientras que los “amos” del lenguaje son los ciudadanos, señala For as.
Para Lledó, hubiese do más adecuado nombrar una comisión en el Parlamento para que estudiase esta puesta al día de la Constitución ya que no deja de ser un debate político y no una cuestión de forma. Y precisamente porque la Academia parte de esta defensa del masculino genérico.
Sea como sea, el director de la RAE, Darío Villanueva ha dado acuse de recibo de la petición del Gobierno señalando que el documento “será un trabajo serio y despolitizado desde el punto de vista lingüístico y gramatical”. “No cabe pensar –proseguía– que nos vamos a separar de lo que ha sido la tradición gramatical, ortográfica y lexicográfica desde hace más de 300 años, que ha ido evolucionando y se ha puesto al día”.
Precisamente ayer, la RAE, en respuesta a las consultas ciudadanas que cada día recibe, respondía al uso de la “e” como marca de género señalando que es “ajeno al sistema morfológico español” y recordando de nuevo el carácter universal del “masculino genérico”. El uso de la letra “e” como n r – m m nl h n los signos de la @ o la X en la expresión escrita– es actualmente reivindicado por los colectivos LGTBI como una fórmula inclusiva y revindicativa de un tercer género. “Queridos, queridas, querides”, decía Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, el pasado domingo en el día del Orgullo. Pero la adopción de la “e” es difícilmente viable, señalan las expertas, o por lo menos no lo es estos momentos.
Como también parece difícil que la conversión del masculino genérico en un femenino genérico. Es lo que hace la CUP en algunos de sus comunicados. Es una provocación política interesante pero habría que ver, señala Eulàli Lledó, si hablan de la misma forma cuando están entre ellos.
La lengua ha entrado de lleno en el debate político de la mano de las mujeres. Reflexiones ha habido muchas, y textos sobre el sexismo en el lenguaje, también, pero ahora se pide desde el Consejo de Ministros (de momento con “o” en l Constitución).
La lengua avanza lentamente, la sociedad y el tiempo son los que indican los cambios
El estudio no debería hacerse en la RAE sino en una comisión pa entaria