La Vanguardia

“Me gusta como soy, no quiero que me cambien”

- BEGOÑA CORZO

Es menuda pero su presencia y palabras transmiten una gran seguridad en sí misma. A punto de cumplir 39 años el próximo 25 de junio, Inma Cuesta ha dejado lejos a Margarita, el personaje de Águila Roja que la lanzó a la celebridad, y se codea con los grandes. En septiembre estrena la película Todos lo saben, del director Asghar Farhadi, donde comparte escena con Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín y Eduard Fernández. Y en noviembre llegará Arde Madrid, la serie de Paco León en la que encarna a una asistenta analfabeta de Ava Gardner durante los años que vivió en Madrid.

La ganadora de un premio Feroz por La novia ha hecho un paréntesis en sus vacaciones para ir al desfile de Pedro del Hierro en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Asegura que intenta llevar marcas españolas en las grandes ocasiones, como el vestido de esta firma que lució en Cannes.

¿Cómo le sienta que, siendo actriz, le pregunten qué viste?

Ese es un gran tema. Me molesta más cuando me preguntan: tienes no sé cuantos años, ¿cuándo vas a ser mamá? Oye, ahí viene un actor, ¿se lo vas a preguntar también a él? Todo esto está cambiando, pero hubo una época en que parecía normal que te preguntara­n eso. Al final aprendes a bandear esos temas y a responder con gracia.

Hablando de madres, Lucía, su personaje en la serie El accidente, es una madre estupenda.

Y yo, Inma, también lo soy. Pero si no te has casado, no tienes un hijo, un perro y una casa en propiedad no pareces normal.

Hijos no tiene, pero sí una perrita, Rumba.

Tiene ya 10 años y el lado maternal lo tengo cubierto con ella.

Cantaba en Águila roja , en

Amar en tiempos revueltos ,en La novia, en Todos lo saben,

¿más actriz o cantante?

Soy intérprete y como tal me siento capacitada para ser más cosas aparte de actriz. La interpreta­ción para mí tiene muchas aristas y me gusta dibujar, la fotografía..., mi lado creativo está en muchas parcelas y no me cierro a ninguna.

¿Qué quiere ser de mayor?

No lo sé aún, es la gran pregunta. Mi vocación es interpreta­r, pero hay muchas más cosas que me hacen sentir que estoy creando.

¿Qué se siente cuando actúas en una película nominada a la Palma de Oro en Cannes?

Abrió el festival y tuvo una acogida maravillos­a. Fue brutal porque Farhadi es uno de los directores más grandes. Y muy complejo rodar, porque él no habla español. Mi personaje es pequeño, pero lo más importante es que canto –en la escena de mi boda– el tema principal en una película que no tiene música. Y tener a Penélope Cruz, Javier Bardem, Barbara Lennie, Ricardo Darín, Eduard Fernández o Elvira Mínguez sentados a una misma mesa ha sido impresiona­nte.

En esta película no está Quim Gutiérrez, con quien ha trabajado mucho y son buenos amigos.

En realidad han sido tres películas, pero hay mucha complicida­d entre nosotros. Encajamos bien y eso al público le llega.

Montó una buena con los retoques de Photoshop...

Bueno, sí, me quejé una vez. No me gusta estar en contra de nada. Photoshop se puede usar de una manera maravillos­a para la luz, para retocar contrastes, y yo lo hago, pero hubo un momento, ahora menos, en que teníamos que parecer seres irreales. Me gusta como soy, no quiero que me cambien. No me gusta que me transforme­n.

¿Y los desnudos “por exigencias del guión”?

No me he tenido que enfrentar mucho a eso, pero si ayuda a la historia no tengo problema. En La novia salgo desnuda y nunca me ha parecido que esas escenas estuvieran de más, y si sucediese, es tan fácil como hablarlo.

¿Qué no soporta?

No me gusta el abuso de poder, la gente altiva, muy egocéntric­a o que mira por encima del hombro.

¿Y algún defecto suyo que le gustaría corregir?

No me gusta la palabra defecto. Todos tenemos que evoluciona­r, crecer, aprender, desaprende­r. Sencillame­nte, aspiro al equilibrio, con mis defectos y mis virtudes. No es que quiera cambiar, quiero evoluciona­r, trascender.

¿Si pudiera elegir un superpoder, cuál sería?

No sé, eso es muy peligroso, nunca lo he pensado, pero volar sería bonito y muy práctico.

Dicen que se pagó la carrera haciendo bolsos... Hay cosas que se han sacado de contexto. Mi padre es tapicero y tiene telas... empecé a hacer cositas, pero sacaba dinerillo para salir una noche y poco más. Gracias a Dios, con mi padre trabajando y con mi beca no me hizo falta trabajar antes de acabar la carrera.

¿Y lo de la calle en Arquillas, el pueblo de Jaén donde creció?

Me la querían poner, pero me daría mucha vergüenza, la verdad.

Águila roja fue su despegue.

Fue un pelotazo de popularida­d y una exageració­n la gente que lo veía. Pero La voz dormida, que fue casi mi primera película y mi primera nominación al Goya me cambió.

¿Expondrá sus cuadros?

Ya veremos. Hago obras tan abstractas como yo. No tengo ninguna formación; me planteé entrar en artes y oficios, pero me convencier­on de que investigar­a por mi cuenta, y en eso estoy.

¿Comedia o drama?

Lo importante no es el género, son los personajes; que el riesgo me haga crecer como actriz. Me siento preparada para interpreta­r en cualquier registro. Arde Madrid es una comedia y tengo un personaje que no se parece absolutame­nte a nada de lo que he hecho.

¿En qué anda ahora?

Estoy de descanso, llevaba año y medio sin parar. Tengo vacaciones como los niños pequeños, todo el verano, estoy feliz.

La actriz tiene pendiente de estreno Todos lo

saben, de Asghar Farhadi, y Arde Madrid, serie de Paco León donde es criada de Ava Gardner

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DANI DUCH Inma Cuesta, con un vestido blanco de lino con escote en V y falda de vuelo de Pedro del Hierro
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Madrid

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