“Si el miedo no se aborda nos afectará a todos”
La obra de David Byrne (Dumbarton, Escocia, 1952) es tan inmensa y ecléctica que cuesta encontrar los puntos de inflexión exactos para su exégesis. El que fue líder de Talking Heads
subió a la cima con la banda neoyorquina –vive en EE.UU. desde los ocho años– y a partir de 1991 comenzó una andadura en solitario que parece querer abarcarlo todo. Byrne cuida como nunca la esfera visual de sus shows, se zambulle en la electrónica, el jazz, el country e incluso la ópera y se ha embarcado en colaboraciones de lo más mestizo: de Caetano Veloso a Bill Gates pasando por Ryuichi Sakamoto, Café Tacuba y Fat Boy Slim. Además, ha escrito un libro, creado una web de buenas noticias, abandera la iniciativa Project Vote y advierte: Trump es solo la punta del iceberg del peligro que viene.
Aunque fue escrito antes de la llegada de Trump, su último disco, American Utopia, tiene una lectura política. Para los europeos, todo en EE.UU es derecha o centro-derecha. ¿Usted es de izquierdas o de derechas?
Por defecto, de izquierdas... pero me gustaría pensar que estoy abierto y que puedo cambiar de opinión si un argumento razonable del otro lado tiene sentido. Eso podría haber sucedido en el pasado, pero un gobierno cuyo líder y el partido que lo apoya son claramente racistas, sexistas, ladrones de bebés y habitualmente mienten, no es lo que llamaría personas con argumentos razonables; son cosas criminales y no son objeto de debate. La globalización ha dejado a muchas personas atrás cuya ira y frustración están completamente justificadas. No creo que Trump se preocupe por ellas, pero si estos sentimientos no son abordados por otros partidos, las cosas llegarán a lugar peligroso.
En el triunfo de Trump hay motivos comunes con el auge de la extrema derecha en Europa y otros puramente americanos, como la desconexión de mucha gente con el discurso de Hillary, a quien consideran una elitista. Estoy de acuerdo en que Hillary parece fuera de contacto con la gente, aunque muchas de sus propuestas quizá habrían ayudado a esas personas más de lo que Trump. Creo que EE.UU. y Trump son ejemplos extremos, pero vemos el surgimiento de políticos similares en toda Europa. Aunque nosotros tengamos a un payaso, es demasiado fácil regodearse con la situación en EE.UU.: es un fenómeno global.
El electorado no escuchó a los muchos artistas e intelectuales que se pronunciaron contra él en campaña. ¿Están los votantes tan desconectados de sus intelectuales como de la clase política?
Probablemente sí. Muchos votantes, con razón, me miran a mí y a otros artistas como parte de la élite; podemos decir que tenemos sus intereses en el corazón, pero vivimos en un mundo diferente. Dicho esto, sé que si estos problemas de desigualdad y miedo no se abordan, nos afectarán a todos, nadie será inmune excepto los muy ricos.
Su iniciativa Project Vote pretende aumentar los votantes entre comunidades históricamente privadas de sus derechos.
Está funcionando pero de modo muy lento. Los estadounidenses saben con razón que los poderosos influyen en la política muchísimo más que ellos. Como sienten que no son escuchados, hay una especie de cinismo. Nuestra esperanza es lograr que voten muchas más personas, ya que la participación en EE.UU es terrible. Es una oportunidad de que las personas sientan que tienen voz.
El eslogan ‘America first’ ha funcionado. ¿Por qué funcionó un lema tan simple?
No es racional, es puramente emocional. Los estadounidenses blancos pronto no serán la mayoría, y si no lo son, se trata de identidad. Como músico sé que mezclarnos con otras personas y culturas nos hace más vibrantes, más felices, pero esa es una lección que llevará tiempo.
Este sábado lo veremos en el escenario del festival Cruïlla. ¿Por qué le gusta tocar en directo?
Me gusta tocar en vivo cuando puedo hacer algo realmente nuevo y emocionante. Y creo que lo estamos haciendo.
EL EFECTO TRUMP “Aunque nosotros tengamos un payaso debemos ver que esto es un fenómeno global”