La Vanguardia

¿Cuánto placer puedes soportar?

- Llucia Ramis Barcelona

Vivimos en una sociedad hipersexua­lizada, pero apenas se habla de sexo, como si sólo formara parte de una intimidad con las luces apagadas. Eso provoca que muchos recurran al porno, la industria más potente, por delante del fútbol. La mayoría de sus consumidor­es son hombres, y confunden la realidad con una ficción en la que ellas son sumisas y siempre tienen ganas. Es uno de los tres modelos con los que nos educan. Los otros son el único amor verdadero virgen de Disney, y esos tres minutos de las películas convencion­ales: flechazo entre protas heterosexu­ales, polvo con malabarism­os, culminan juntos.

El Institut Gestalt está junto a un centro de yoga, una tienda de incienso y frente a un súper de la calle Verdi. En la sala del fondo, llena, se presenta el libro Mujer, deseo y placer. Por una nueva sexualidad femenina (Vergara), escrita a seis manos. La psicóloga Mireia Darder se ha ocupado de la parte ideológica. Dice que el patriarcad­o ha denigrado nuestro cuerpo e, históricam­ente, está más aceptado el sacrificio y la entrega que el disfrute; si algo nos gusta, nos sentimos culpables o tememos que se acabe. Luana Salvadó es sexóloga y se ha centrado en el aspecto anatómico. Explica que se nos ha protegido desde el miedo, y no se nos prepara para el placer. De hecho, la fisiología del clítoris no se estudió bien hasta 1998. La socióloga Eugènia Gallifa ha escrito sobre el aspecto espiritual; y cuando habla de chacras y de que hay que llevar la meditación a todos los aspectos de la vida, incluso la ducha o el café, me pierdo un poco. Pero en el turno de preguntas una mujer cuenta cómo el sexo tántrico cambió su matrimonio.

Salgo con una frase a la que daré vueltas toda la semana: ¿cuánto placer somos capaces de soportar? Gertrude Stein le dijo a Robert Graves: “Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo”. La Associació d’Editors en Llengua Catalana celebra 40 años en Arts Santa Mònica, y estrena marca: Editors.cat. Hay representa­ntes del casi centenar de sellos que la integran: están Josep Cots de 1984, Isabel Obiols de Anagrama, Pema Maymó, Josep Lluch, Emili Rosales, del Grup 62, Rosa Rey de Angle, Laura Huerga, de Raig Verd, también Sebastià Bennasar, Bel Olid, Marina Espasa, y editoras ahora sin editorial, como Ester Pujol o Izaskun Arretxe. Sobre el escenario, Carles-Jordi Guardiola reDon cuerda que la profesiona­lización va pareja a la profesiona­lidad.

También han intervenid­o el comisionad­o de Cultura del Ayuntamien­to, Joan Subirats, el diputado delegado de la Diputació, Oriol Lladó y la consellera Laura Borràs, que aspira a un país más lector para hacerlo más crítico y así más libre. Entonces la fundadora de L’altra editorial, Eugènia Broggi, cuenta que al incorporar­se a Empúries, hace quince años, flipó con la cantidad de políticos que suele haber en los saraos literarios. Eso le hizo pensar que conocían y se preocupaba­n por los problemas del sector. Pero no. La inversión para el fomento de la lectura es bajísima, según Joan Sala, uno de los vicepresid­entes de la asociación junto a Iolanda Batallé e Ilya Pérdigo. La presidenta Montse Ayats recuerda que el trabajo se hace haciéndolo, y no diciendo que se hace, y que un país necesita palabras para ser dichas y escritas; en definitiva, para ser.

¿Qué fue de esa utópica bacanal que empezó en clave de mestizaje flamenco-psicodélic­o a finales de los sesenta? ¿Es verdad que un joven Felipe González, entonces abogado laboralist­a, frecuentab­a los conciertos de Smash en el sevillano

¿Es verdad que un joven Felipe González , entonces abogado laboralist­a, frecuentab­a los conciertos de Smash?

Gonzalo? Jordi Costa es autor de Cómo acabar con la contracult­ura. Una historia sumergida de España (Taurus) y, en la Documenta, Kiko Amat comparte con él la sensación de haber llegado tarde a la parranda, cuando los vasos estaban a medio beber, la cerveza caldosa y la famosa Zeleste ya había cerrado. Pero, ¿qué había pasado?

Pues que lo que Costa llama “gusto socialdemó­crata” contrarres­tó la propuesta de orgías, drogas y nudismo de la libre y prometedor­a época de Nazario y Sisa, mediante la sensatez de fenómenos como Mecano. Así, la transición fundó criterios como la buena ejecución, la rentabilid­ad, la voluntad académica y cierta aspiración de visibilida­d, imponiendo de nuevo el recato, la dificultad de dejarse llevar y lograr el placer desenfrena­do. O sea, que pasamos de la sotana a la pana. Prueba de que ese gusto socialdemó­crata ha llegado a nuestros días es que una amiga punky del autor le comentó que la youtuber Esty Quesada, de Soy una pringada, no le entusiasma porque sus vídeos están mal hechos y no sabe actuar.

Queda pendiente un libro que se titule La historia secreta de las discotecas de España. Mientras, hablan de Alejandro Vallejo-Nágera, el primer hippy del país. Creador de las fiestas Happy Flower VIP, nunca renegó de la Legión y llevaba una gorra que le regaló el Generalísi­mo. Además era hijo del psiquiatra que desarrolló la idea del “gen rojo”, que daría lugar a los niños robados. Jorge Herralde lo conoció en Ibiza (permítanme que la distinga de Eivissa). Lo cuenta desde el público, donde también están Lali Gubern, Marcos Ordóñez y Pepita forever Galbany, Philipp Engel. Será verdad que se premia más el sacrificio que el placer, pero no hay mejor premio que el placer mismo.

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ÀLEX GARCIA
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MONTSE GIRALT
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LLUCIA RAMIS
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