Un liberal en pista para despegar
El exportavoz del PSC llega a la presidencia de Aena procedente del Banc Sabadell y avalado por su gestión en el CDTI y la Agencia Espacial Europea
Polivalencia, preparación técnica, capacidad de análisis, experiencia en la gestión de conflictos y una buena dosis de la mano izquierda que ha demostrado tener en el pasado. Todos los activos –y alguno más– con los que, según quienes le conocen, cuenta Maurici Lucena (Barcelona, 1975) serán claves en la nueva vida del que en unos días se convertirá en el nuevo presidente de Aena, el gestor de la red de aeropuertos españoles. El reto sería enorme para cualquiera y también lo es para Lucena, al que le llega una gran oportunidad de demostrar, con apenas 42 años y medio, sus mimbres ejecutivas en la novena empresa de más valor del Ibex.
Sin experiencia en el sector aeroportuario, pero sin miedo ninguno, Mauri –como así le llaman sus amigos– saldrá bien parado, dicen sus próximos. “Está totalmente cualificado para hacerlo muy bien; es un todoterreno y no tengo ninguna duda de que en sacará a relucir enseguida lo mejor de sí mismo”, afirma David Vegara, ex secretario de estado de Economía y buen amigo suyo.
Economista por la Universitat Pompeu Fabra y máster en el elitista –por las pocas plazas disponibles– Centro de Estudios Monetarios y Financieros del Banco de España, Lucena es conocido, sobre todo, por su vertiente política en la portavocía del PSC y en cargos de responsabilidad en entidades públicas, como el CDTI y la Agencia Espacial Europea (ESA). En el partido le tocó vivir momentos complicados, sobre todo para quien, como liberal que es, vio cómo el electorado castigaba en las urnas los recortes del Gobierno durante la crisis. En los últimos años, ha contado para Pedro Sánchez, que le incluyó en el equipo de “sabios” que elaboró el programa electoral del 2015 y 2016. Lucena, autor de En búsqueda de
la pócima mágica (Antoni Bosch, 2013) sobre la política industrial y la innovación, es, ante todo, un hombre práctico, con convicciones firmes pero no dogmático. Uno de sus lemas –“tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”– resume su pensamiento. En el CDTI, donde llegó con 28 años, aprendió que en la “cosa pública” se vive al día, bajo el constante foco de la crítica y sin poder contentar a todos. “Dejó un gran recuerdo por su carácter dialogante con las empresas y administraciones”, apunta Maite Costa, ex presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) y ex secretaria d’Industria i Energia de la Generalitat.
Cafetero empedernido, y más ahora, que vuelve a considerarse ex fumador –no es la primera vez que lo deja–, Lucena tendrá que hilar muy fino para conjugar los intereses de los accionistas, los trabajadores y los cerca de 300 millones de personas que pasarán este año por los aeropuertos de Aena. Su llegado coincide, como casi ya es norma, con un verano caliente en las pistas y terminales.
Por eso, no podrá perder la calma. Tampoco suele hacerlo. En Banc Sabadell, donde ha estado los dos últimos años en el área de la di- rección financiera, destacan sus formas: “Es muy afable, saluda a todos, hace equipo y cuida los detalles; y es de los que, por muy liado que esté, devuelve las llamadas”. En el banco llevó las relaciones con la AEB y los reguladores. “Le preocupaba el castigo al sector financiero, sabiendo distinguir entre los claros abusos cometidos y el escarnio público indiscriminado”, comenta un ex colaborador. Los equilibrios son siempre complicados y, a todos los que le obligará el cargo, Lucena añade otro más, el personal. Casado con Cristina y padre de dos hijos de casi tres años uno y de nueve meses el otro, ahora le tocará hacer piruetas para llegar a todo. Confía en descansar los fines de semana –colgado del móvil, eso seguro–, en l’Empordà o l’Alt Urgell, pendiente de los suyos y con un buen libro de historia a mano para devorar.