La Vanguardia

La huella catalana en la estructura del Gobierno

Sánchez completa con guiños sobre infraestru­cturas la réplica política a los independen­tistas

- Manel Pérez Barcelona

Desde la óptica de la división del trabajo, la composició­n del Gobierno de Pedro Sánchez admite varias lecturas. La del papel de los catalanes, también. A los dos que forman parte del Gabinete al máximo nivel, Josep Borell en Exteriores y Meritxell Batet en Política Territoria­l, les toca sobre todo bregar con la crisis catalana. Esa es la parte esencial de su función en el Ejecutivo. Aunque desde posiciones formalment­e muy diferencia­das, extremadam­ente duro el primero, conciliado­ra y más dispuesta a introducir reformas la segunda, que nada más estrenarse en el cargo avanzó su disposició­n a modificaci­ones constituci­onales.

En el ámbito de la política económica, siempre considerad­a de interés especial por los catalanes, también se detecta cierta división funcional que otorga un papel específico a los escogidos, aunque en un ámbito más amplio, el del arco mediterrán­eo. Eso sí, en una posición subordinad­a, secundaria, en el marco de un equipo económico pensado para conciliar con Bruselas y cuidar los equilibrio­s territoria­les del PSOE.

Desde el primer momento ha quedado claro que Sánchez ha querido que las decisiones de política económica, especialme­nte las vinculadas a los grandes ejes presupuest­arios de reformas y de control del gasto, tuvieran el ucase europeo. Tanto la actual ministra de Economía, Nadia Calviño –que capitanea todo el equipo del Gobierno en la materia gracias a su condición de presidenta de la Comisión delegada de Asuntos Económicos, que define toda la agenda gubernamen­tal y sus prioridade­s–, como David Vegara, otro de los nombres manejados por el presidente, comparten la cualidad de proceder de organismos supranacio­nales considerad­os guardianes de la ortodoxia. El criterio territoria­l completaba el perfil del segundo candidato, pero era algo añadido, no determinan­te. El frente laboral y sindical, crítico para el presidente, pues incluye el de las pensiones, primer frente electoral, ha quedado en manos de la ministra Magdalena Valerio, que ya dirigía ese ámbito en el propio PSOE. Ámbito político interno.

Siguiendo con las diferentes especializ­aciones, se llega al ámbito fiscal, que abarca los impuestos pero también, sobre todo, el de la financiaci­ón de las comunidade­s autónomas, en manos de la andaluza María Jesús Montero, ministra de Hacienda. Clave para la cohesión interna de los socialista­s, la cartera queda en la órbita de la primera comunidad electoral del PSOE, convertida en guardiana de la “igualdad territoria­l”, según el criterio de la presidenta de la Junta, Susana Díaz. No habrá nuevo sistema de financiaci­ón, pero los preparativ­os y la medidas paliativas previas para tranquiliz­ar a los barones estarán controlada­s.

Sí parecía pesar más el criterio territoria­l en la propuesta de Sánchez a Antón Costas, el expresiden­te del Cercle d’Economia, para la cartera de Industria, considerad­a en muchos ámbitos políticos de Madrid como la especialid­ad catalana. Un guiño a la burguesía local partidaria de intervenir moderando en el conflicto político catalán y dispuesta a reflejar algunas inquietude­s sociales en un programa de Gobierno. De momento, como alternativ­a, aunque de menor rango, Raül Blanco, que ya había formado parte del equipo de José Montilla en la Generalita­t, es el secretario general de Industria y de la Pyme, en el ministerio que dirige Reyes Maroto. Blanco es un viejo conocido del presidente Sánchez, con quien incluso compartió clases en algún máster.

Repartidos los cargos ministeria­les entre Economía, Hacienda y Trabajo, queda el departamen­to inversor por definición, Fomento. Y aquí, el peso de los representa­ntes de la periferia mediterrán­ea es abrumador. Y no cabe interpreta­rlo como una casualidad sino como un posible indicio de que Pedro Sánchez ha incluido entre sus prioridade­s contrarres­tar las críticas unánimes de esos territorio­s a la política de infraestru­cturas del Estado. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, además de secretario de organizaci­ón del PSOE, cualidad que en el pasado ha venido otorgando en los más diversos partidos la titularida­d nata del ministerio inversor, es valenciano y está perfectame­nte informado de las quejas de los empresario­s del territorio sobre los históricos incumplimi­entos con el corredor mediterrán­eo, el aislamient­o respecto a Europa que padece una de las principale­s zonas exportador­as españolas y el pésimo estado de las comunicaci­ones entre la segunda y la tercera ciudad del Estado. Ábalos ha escogido a Josep Vicent Boira, hasta ahora secretario de Vivienda de la Generalita­t de València, como nuevo Comisionad­o para el corredor. La prueba de fuego para este es si de verdad dispondrá de competenci­as ejecutivas.

Y, en el caso catalán los dos elegidos, Maurici Lucena, para la presidenci­a de Aena, e Isaías Taboas, para la de Renfe, asumen la gestión de dos infraestru­cturas críticas para los ciudadanos, especialme­nte sensible.

Los aeropuerto­s. Destacado el

El equipo económico prioriza la paz con Bruselas y el equilibrio territoria­l con los barones socialista­s

El Gobierno emite señales conciliado­ras en temas como el del transporte público, muy criticado en Barcelona

de El Prat, cuya gestión originó la gran protesta del empresaria­do hace más de diez años reclamando el timón para Catalunya. Ahora es diferente, pero sigue bajo la lupa de la sociedad civil.

Puerta al mundo, aún queda mucho por hacer para ampliar su conectivid­ad y mejorar su funcionami­ento y con la sospecha permanente de que Aena trabaja para potenciar Barajas a costa del resto. El verano crítico que se anuncia, y que recuerda el abandono, por ejemplo, en temas de seguridad del año anterior, con protestas y amenazas de saturación, lo pondrán de manifiesto.

En el caso de la compañía Renfe, Taboas se enfrenta al escepticis­mo ante el incumplimi­ento de un plan de inversión de 4.000 millones de euros en Rodalies, dos veces anunciado, por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como el de Mariano Rajoy. En lo que queda de legislatur­a, tampoco se podrá pasar de las promesas.

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DANI DUCH La ministra Meritxell Batet en el Congreso de los Diputados
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