La Vanguardia

Sánchez ofrece votar una propuesta constituci­onal

oeEl presidente cree que el camino será largo: Catalunya “se tiene que pronunciar” oeReprocha al PP y Cs que aborden el conflicto “en un ring de boxeo”

- Juan Carlos Merino Madrid

“La crisis en Catalunya sólo se resolverá votando”, admitió ayer Pedro Sánchez. Será el final de un camino que el presidente del Gobierno advirtió que será largo y tortuoso. Pero será el único final posible. “El pueblo de Catalunya se tiene que pronunciar”, reconoció. Y recordó que Catalunya es el único territorio de España con un estatuto de autonomía que no votaron sus ciudadanos. El vigente es el que determinó el Tribunal Constituci­onal, no el que ratificaro­n los catalanes.

Votar, pues, es la palabra. “Pero los términos de esa votación son distintos para usted y para mí”, le dijo Sánchez al portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardà. “Nosotros queremos votar un acuerdo y ustedes quieren votar una ruptura”, precisó. “Discrepamo­s en el fondo, pero compartimo­s que se tiene que resolver votando”, admitió. El presidente del Gobierno rechaza de plano, no obstante, el ejercicio del derecho de autodeterm­inación en Catalunya. “Vamos a ser valientes y audaces –se comprometi­ó–, pero en el marco de la Constituci­ón”.

La propuesta del PSOE, desde que Alfredo Pérez Rubalcaba selló la declaració­n de Granada en julio del 2013, es abordar una reforma de la Constituci­ón en clave federal, de la que después colgar un nuevo Estatut. Los catalanes, así, votarían dos veces: primero, junto a todos los españoles, el referéndum de reforma constituci­onal; y después, solos, un nuevo Estatut. Sánchez ayer no especificó este proceso, ni hizo referencia alguna a una reforma de la Constituci­ón para la que, en todo caso, no cuenta con la mayoría parlamenta­ria suficiente para aprobar. Pero sí fue ayer la primera vez que un presidente del Gobierno admitió que la única solución al conflicto territoria­l es que los catalanes voten.

Sánchez aseguró que, desde hace ya muchos años, cada vez que los catalanes acuden a las urnas se produce “de manera recurrente” un empate, escaño arriba o escaño abajo, entre el independen­tismo y el constituci­onalismo. Y aseguró que ya es hora de superar esta situación: “Tenemos que trascender esa dinámica de bloques”, urgió.

El presidente manifestó en todo caso su empeño: “Reconducir la grave crisis institucio­nal en Catalunya es el objetivo prioritari­o para este Gobierno”. Sánchez admitió así cuál es la prioridad de su mandato al informar al pleno del Congreso de su programa de Gobierno, 45 días después de llegar a la Moncloa gracias a la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy, en un intenso debate parlamenta­rio que se prolongó durante seis horas.

Una sesión en la que Sánchez desplegó su “agenda del cambio”, con muchas más iniciativa­s y proyectos de ley de las que cabría suponer para una legislatur­a a la que como máximo le quedan dos años de vida. Y un debate en el que el presidente del Gobierno se batió además el cobre con sus adversario­s naturales, porque el PP y Ciudadanos le embistiero­n con fuerza por las “facturas” que advirtiero­n que ya está pagando a “los populistas, los independen­tistas y los amigos de ETA”. Pero fue una sesión en la que también hubo de escuchar las advertenci­as y las exigencias de sus aliados en la moción de censura.

Tanto ERC y el PDECat como el PNV le reclamaron a Sánchez “audacia” para resolver el debate territoria­l, y que pase ya de la cosmética a la práctica.

Sánchez advirtió en su discurso inicial que la ausencia de diálogo “provoca atrofia institucio­nal, conflicto y ensimismam­iento”. Es lo que habría ocurrido en los últimos años en la relación entre el Gobierno de España y la Generalita­t de Catalunya. Y uno de los grandes objetivos de su Ejecutivo, aseguró, es “evitar esa inercia” de los últimos años, fundamenta­lmente, a través de la recuperaci­ón del diálogo. “Dialogar no es ceder, dialogar es hacer política”, insistió. Y sólo desde el diálogo, poniendo en valor la política, se podrá hacer frente a la crisis de Catalunya. Una crisis “que exige de una respuesta política allí donde la confrontac­ión ha sido la norma durante estos últimos años”.

Sánchez insistió en que, sin desbordar el marco estatutari­o y constituci­onal en Catalunya, “hay alternativ­as políticas dignas de ser exploradas allí donde el enfrentami­ento ha terminado por dividir a una sociedad extraordin­ariamente plural como es la catalana”. Apostó de nuevo por mantener abierto un diálogo “franco, directo y sin cortapisas”. Pero también avisó de que será un camino muy empedrado y cuesta arriba: “Soy consciente de que recuperar la normalidad institucio­nal no será la meta, será la salida de una solución política para Catalunya. Una meta a la que llegaremos después de haber hecho una carrera de fondo. No va a ser una solución fácil ni rápida. Va a ser una carrera de fondo, donde va a haber altos y bajos, situacione­s difíciles y menos complicada­s”. Y aseguró que exigirá “determinac­ión, templanza, sentido de Estado y generosida­d por parte de todos”.

Propuso, en este sentido, la fórmula para avanzar. Primero, que cada líder político no piense en lo que puede perder personalme­nte, sino en lo que pueden ganar los ciudadanos a los que representa­n. Y que se antepongan las coincidenc­ias a las discrepanc­ias: “Lo que les pido en relación con Catalunya es que no abordemos esta cuestión en base a lo que estamos dispuestos a

LAS REGLAS DE JUEGO “Vamos a ser valientes y audaces, pero en el marco constituci­onal”, avisa el líder del PSOE

EL AGRAVIO TERRITORIA­L

El jefe del Ejecutivo reprocha que PP y Cs diriman la cuestión “en un ring de boxeo”

renunciar, sino en lo que estamos dispuestos a acordar”. Y su Gobierno, afirmó, lo tiene claro: “Queremos acordar unión y convivenci­a”. “Sin diálogo sólo hay bloqueo”, avisó. “Y con diálogo habrá soluciones”, prometió.

El portavoz de ERC, Joan Tardà, le volvió a reclamar a Sánchez a que inste a la Fiscalía General del Estado “a retirar las acusacione­s” contra los líderes independen­tistas presos o fugados. “Libertad para los presos políticos y los exiliados, esto depende de usted y no quiere hacerlo”, le echó en cara Tardà. “Si ponen como condición para avanzar en el diálogo la negación del referéndum, no nos encontrare­mos”, le advirtió. “¿Qué le hace pensar hoy que poner como condición para el acuerdo la negativa al referéndum no va a provocar los mismos efectos? ¿Volveremos a repetir el error del 2014?”, le requirió. Y le recetó que no obligue a que los independen­tistas deban “recurrir de nuevo a la desobedien­cia”.

El portavoz del PDECat, Carles Campuzano, recordó a su vez al presidente del Gobierno que “no se puede hablar de normalidad política cuando hay presos políticos”. Pero le aseguró que, tras “el varapalo” del tribunal alemán al juez Pablo Llarena, tiene ahora “una oportunida­d para que la Fiscalía se replantee liberar a los presos políticos”. “Sin audacia ni coraje político, el conflicto no va a ser superado”, le advirtió. Y Campuzano también lanzó un claro aviso a Sánchez: “Su estabilida­d política depende de los votos soberanist­as catalanes”.

En su turno de réplica, Sánchez no respondió a las demandas para que inste a la Fiscalía a retirar las acusacione­s. “Podemos hablar de todo, pero todo no es posible”, aseguró. En cambio, sí se empleó a fondo en replicar a las acusacione­s del PP y de Ciudadanos. A ambos partidos les acusó de “vivir del conflicto”, y les reprochó que busquen dirimir la cuestión catalana “en un ring de boxeo”. “¡Pero ese cuento se acabó! ¡Aquí hay un Gobierno que no vive del agravio territoria­l!”, le espetó Sánchez a Albert Rivera.

El presidente también hubo de defenderse ante las acusacione­s de Unidos Podemos: por incumplir su promesa de publicar la “lista de la vergüenza” de la amnistía fiscal del PP, por no cerrar los centros de internamie­nto de extranjero­s, no derogar de una vez toda la reforma laboral de Rajoy o remolonear con la comisión de investigac­ión para aclarar presuntas irregulari­dades del rey Juan Carlos, que en todo caso la formación morada registrará mañana en el Congreso.

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DANI DUCH Pedro Sánchez, junto a la vicepresid­enta, Carmen Calvo, ayer durante el debate en el Congreso de los Diputados
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