Situación crítica en El Prat
EL pasado domingo advertíamos en este mismo espacio editorial del riesgo de que este año volviera a producirse un verano caliente en los aeropuertos españoles, y más concretamente en El Prat, debido a las huelgas de diverso tipo convocadas por diferentes colectivos laborales del sector aeronáutico.
Lamentablemente pocos días después nos vemos obligados a incidir en el mismo tema después de que el aeropuerto barcelonés viviera el lunes otra jornada caótica, esta vez por las consecuencias de las tormentas que descargaron a primera hora de la mañana y que causaron a lo largo de la jornada más de 400 retrasos y decenas de cancelaciones de vuelos. Nada menos que 5.000 pasajeros de Vueling se vieron afectados a lo largo de todo el día en El Prat por esas incidencias meteorológicas que paralizaron el aeropuerto menos de una hora. Desde hace varios días son frecuentes las quejas de muchos usuarios que denuncian demoras en sus vuelos, la mayoría de compañías de bajo coste con objetivos más ambiciosos de los que pueden asumir. De hecho Eurocontrol, el organismo que supervisa los aeropuertos europeos, señala en su último informe que Barcelona tiene el triste récord de ser la infraestructura aeroportuaria que más retrasos acumuló en el mes de junio, con el agravante de que también lo fue en el mes de mayo.
Ante este panorama, y teniendo en cuenta que para las próximas fechas hay convocadas huelgas de las tripulaciones de cabina de Ryanair, del personal de tierra de Iberia en Barcelona y persiste la amenaza de huelga del personal de handling (equipaje, facturación, carga y descarga) de toda España, más la repercusión que tiene la huelga de los controladores aéreos de Marsella, todo hace temer que retrasos y cancelaciones se repitan este mes de agosto.
Decíamos el domingo que los sindicatos están en su derecho de convocar huelga para presionar a las empresas, pero es inaceptable que la ciudadanía sea rehén del resultado de esas negociaciones, especialmente en estas fechas de mayor movimiento por las vacaciones. Insistimos en esas consideraciones y reiteramos la exigencia a las administraciones para que tomen las medidas necesarias para asegurarconserviciosmínimossuficienteseltráficoaéreo. Aunque las empresas que prestan sus servicios en tierra y las compañías aéreas son privadas, no olvidemos que la última responsable de la gestión de los aeropuertos es Aena.
En este sentido es positivo que ayer se reuniera la comisión de seguimiento del aeropuerto –creada precisamente a raíz del caos del verano pasado–, que reúne al Gobierno, a la Generalitat, a Aena y al Ayuntamiento de Barcelona. Coordinarse y trabajar juntos para prevenir y evitar que se repitan escenas como las de hace un año es un paso en la dirección correcta.