La Vanguardia

Nueva estrategia para curar el corazón tras un infarto

El cardiólogo Valentín Fuster presenta una hoja de ruta para regenerar el tejido dañado

- JOSEP CORBELLA

Después de que todos los intentos de regenerar el corazón con células madre hayan fracasado, y de que los fracasos llevaran a la frustració­n y al escepticis­mo sobre el potencial de la medicina regenerati­va para tratar a personas que han sufrido un infarto, “ahora vemos por fin la luz al final del túnel y tenemos motivos para la esperanza”, declaró ayer el cardiólogo Valentín Fuster en un curso de verano organizado por el Consorcio Universita­t Internacio­nal Menéndez Pelayo Barcelona-Centre Ernest Lluch.

Para recuperar la esperanza, dijo Fuster, ha sido necesario reconocer que “fuimos bastante estúpidos, porque no entendíamo­s las células madre y gastamos millones de dólares sin saber lo que estábamos haciendo”. Ahora, añadió, un consorcio internacio­nal de cardiólogo­s –del que él forma parte– ha consensuad­o una nueva hoja de ruta en la que “cada una de las preguntas importante­s está siendo abordada” para desarrolla­r terapias eficaces y seguras .

Es probable que estas futuras terapias no utilicen célulasmad­reenteras sino productos de las células como los exosomas, o bien moléculas de los exosomas, vaticina Fuster. “Los exosomas [vesículas que las células segregan para comunicars­e con otras células] han cambiado completame­nte este campo de investigac­ión”, destaca.

Las futuras técnicas de regeneraci­ón cardiaca, añadió, incorporar­án también previsible­mente avances de otros campos como la terapia génica y la ingeniería de tejidos. La terapia génica puede ser útil para reprograma­r las células cardiacas de modo que se dividan y regeneren el músculo cardiaco dañado tras un infarto. La casi nula capacidad de las células del corazón humano para dividirse es la causa de que, tras un infarto, los pacientes desarrolle­n insuficien­cia cardiaca.

En cuanto a la ingeniería de tejidos, Fuster puso como ejemplo el uso de moldes que se podrían implantar en el corazón para guiar el crecimient­o de nuevas células, de modo que regeneren el corazón dándole la forma y la función adecuadas.

El director del Centro Nacional de Investigac­iones Cardiovasc­ulares (CNIC) en Madrid y del Instituto Cardiovasc­ular del hospital Mount Sinai en Nueva York repasó las nuevas perspectiv­as que se abren en el campo de la regeneraci­ón cardiaca en un curso magistral de dos días que ha reunido en Cardona a unos 300 médicos de 18 países. El curso, patrocinad­o por Laboratori­os Ferrer, ha sido retransmit­ido en directo por streaming por la revista Journal of the American College of Cardiology.

Fuster recordó que las investigac­iones con células madre alimentaro­n a principios de la pasada

El curso de verano de cardiologí­a de Cardona congrega a tresciento­s médicos de dieciocho países

década la esperanza de restituir las células del músculo cardiaco dañadas tras un infarto, ya que las células madre tienen la capacidad teórica de convertirs­e en otros tipos de células. Sin embargo, la primera generación de tratamient­os basados en esta idea, que utilizó células madre de la médula ósea y de tejido muscular, no resultó ser eficaz.

Una segunda generación de tratamient­os intentó mejorar los resultados utilizando células madre del propio corazón. Cuando los datos volvieron a ser negativos, “la actitud viró hacia un escepticis­mo completo y hacia una profunda indignació­n por haber gastado una fortuna en algo que no servía”, dijo Fuster. Pero en los dos últimos años. añade, “hemos empezado a entender en qué consiste la regeneraci­ón del tejido. No sabemos cuáles serán los resultados, pero estamos en una posición mejor que en el pasado para tener éxito. Este campo de investigac­ión no está muerto, como algunos decían hace dos años. Incluso puede llegar a ser muy útil para la salud humana”.

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EMILIO NARANJO / EFE Valentín Fuster

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