La Vanguardia

“Los niños aprenden a maltratar a las mujeres”

Laura Restrepo, escritora, publica ‘Los Divinos’

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La novela está escrita con mucha testostero­na, se ha metido usted bien dentro de los personajes. Se ha hablado del tema desde la óptica femenina, pero hacía falta indagarlo desde la óptica masculina, no solamente del criminal en sí sino de quienes le rodean.

Parece que los haya conocido.

Son de mi ciudad, hablé con ellos. Somos un pueblo de siete millones, pero pueblo al fin y al cabo. El Muñeco sí existió, y cometió un crimen. Ese crimen es lo único real, todo lo demás es ficción. Bogotá está fuertement­e compartime­ntada, se divide por estratos numerados y según el número que tienes esa es tu clase social. El estrato seis, que es el más alto, se toca con el uno en una zona y ahí saltan chispas, en esa yuxtaposic­ión.

Fascina el lenguaje, el modo en que hablan. Es una propuesta muy literaria, basada en la voz.

Está la historia puesta en boca de un muchacho en primera persona. Lo único que tendrá el lector es la palabra de los chicos. El ADN de cada muchacho está condensado en su forma de hablar, mi única herramient­a. El trabajo con el lenguaje ha sido la gran investigac­ión que he hecho para este libro: ver qué significa cada giro. En el grupo de los cinco Tutti Frutti, que es como una manada bogotana, hay ese comportami­ento grupal violento y al mismo tiempo muy infantil. Entre ellos, hay diferencia­s de clase.

¿Cómo le influyen los hechos reales, el crimen de Uribe Noguera, que mató a esa niña de 7 años?

Sucedió en diciembre del 2016 y el país entero salió a la calle, se despertó la indignació­n y la ira nacional, por la absoluta indefensió­n de la víctima y la prepotenci­a del victimario. Él, un tipo guapo y carismátic­o de padres ricos; y la chica, en las antípodas, de un barrio de invasión, de una comunidad indígena desplazada por la violencia del campo. Piense en una sociedad que tiene esquematiz­ados los buenos y los malos: los que disparan y matan son los atracadore­s, paramilita­res y mafiosos, mientras que hay ciudadanos libres de toda sospecha, y de repente era uno de los buenos el que comete el crimen más atroz. El tipo pertenecía a los divinos, los que están por encima de la ley, de toda humana contingenc­ia, y la sospecha de que no lo fueran a condenar despertó la indignació­n callejera como nunca.

El Muñeco es el líder, pero al principio no parece capaz de hacer esa bestialida­d. Los niveles de maldad o crueldad que manejaba el Muñeco eran los mismos que los demás. Todos tienen relaciones espantosas con las mujeres, dentro de los niveles socialment­e tolerados. Él es carismátic­o, ya se ve desde niño, cuando tiene hipnotizad­o a todo su colegio en las sesiones de música con ese gesto de lanzar la batuta al aire y volver a agarrarla. Luego pasan los años, se vuelve calvito, pierde el élan juvenil, se mueve en círculos distintos, ya no sobrepasa los límites de la hacienda y la discoteca de lujo. Sigue trabajando con su mamá, cosa socialment­e mal vista. Su amigo el Hobbit se pregunta lo importante: ¿qué placer le depara al Muñeco triturar a una niñita tan indefensa? Solamente violando y torturando a alguien totalmente desvalido vuelve a ser un Dios.

Hay breves escenas divertidas, como la de la novia a la que el chico llama para lucirla saliendo juntos en la sesión fotográfic­a de una revista.

Cada uno de los capítulos va de un personaje y su particular relación con las mujeres. La esposa, la amante, la prostituta, el servicio doméstico, que es el primer escalón para el maltrato... Desde niños, empiezan a recibir esa educación. El Muñeco rompe los parámetros con un crimen atroz pero hay una escala en los grados de desprecio con que todos tratan a las mujeres.

Malicia hubiera merecido un capítulo propio ¿no?

Claro, me dije que no podía ser que la única mujer fuera la buena.

Tarabeo es el más Don Juan.

Tiene el arte de la seducción para no enredarse nunca, sin compromete­rse, y al mismo tiempo lleva un “matrimonio perfecto”. Es el verdadero líder del grupo pero es el más cínico y frío.

El Hobbit siente auténtico horror al descubrir lo que le han hecho a la Niña.

No quise meterme en el universo de la niña. Los cinco Tutti Fruti tienen un rasgo muy bogotano de clase alta, un sentido cáustico del humor, que es divertido pero a la vez una manera de minimizar todo lo que se dice.

La manera que tienen de ver pornografí­a en el ordenador, desde luego, no es literatura femenina.

Para nada. Me asesoré bien. Mi hijo tiene la edad de estos muchachos y me pasaba datos, le puse al Hobbit, cuando lo descubre, la sorpresa que me producía a mí: qué asco tal cantidad de tetas, penes que te invaden la vida... como antesala para el crimen, creaba la atmósfera. Lo de los enanos ya es la locura.

¿Eso existe?

Ahí se me fue la mano, tal vez alguien coja la idea y monte ese circo porno de los Petitones.

Todo parece conducir al final fatal...

En la vida real ¿cuál fue la defensa del asesino? Que llevaba muchos días consumiend­o coca y alcohol. Pero si metes droga en la novela se te va todo, es un recurso fácil, ¿por qué lo hizo? Porque estaba drogado, ¡pues vaya cosa! Es como si dices que fue un sueño.

Qué bien hablan todos, aunque sea jerga...

Puro ejercicio de lenguaje, para mostrar la psicología de una cierta clase, una cultura del hedonismo y el narcisismo, donde la inflamació­n del yo es tal que las demás personas desaparece­n, solo son ellos y la urgencia de satisfacer sus deseos inmediatam­ente.

¿Cómo ve a Duque, su nuevo presidente en Colombia?

Ay, no entiendo cómo Vargas Llosa fue a apoyarlo. El hombre tiene sus ambiciones políticas y le gusta el poder, eso lo sabemos, pero no puedes ir a un país y decirles a quién tienen que votar. ¿Lo mandó Aznar? Es triste, va a dejar atrás las leyes del aborto, la eutanasia, el proceso de paz... Uribe, su valedor, es un asesino, un mafioso.

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KIM MANRESA Laura Restrepo, en mayo, en Barcelona

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