La Vanguardia

La ‘Oda’ circular de María Pagés

La coreógrafa sevillana lleva a Peralada su investigac­ión flamenca sobre la temporalid­ad, lo efímero, lo estacional...

- MARICEL CHAVARRÍA

Ya de por sí, charlar con María Pagés tiene siempre que ver con el tiempo. Acaso porque ralentiza las palabras, pone énfasis en cada sílaba, hace trabajar el pulmón. Esta bailaora te hipnotiza con su voz de la misma manera que lo hace con el taconeo, llegando directamen­te a las vísceras en un alarde de dominio del tempo. Más aún si lo que explica es su nuevo trabajo, Una oda al tiempo, una obra flamenca sobre la temporalid­ad que Peralada espera con fruición este viernes día 20. En ella la coreógrafa sevillana narra las estaciones de la alegría, la euforia, el amor, el deseo, el cuerpo, la belleza, las utopías... pero también el tiempo de la melancolía, el recogimien­to, el miedo, la guerra y la memoria...

“Entiendo el tiempo como una continua transforma­ción que es parte de la vida y contra la que a veces te rebelas porque no lo puedes parar ni aprehender. Esa idea de la madurez y de cómo el cuerpo cambia me ha dado mucho que meditar...”, cuenta la artista de 54 años. “El tiempo lo tienes que acompañar, no te puedes poner en contra. Es lo que te da la experienci­a. Y el alma se llena con la experienci­a. Por suerte en las artes cuerpo y alma va junto, no existe una danza sin cuerpo ni un arte sin alma”, afirma.

Así pues, Pagés interactúa en escena con su memoria flamenca. Habla de lo efímero, la permanenci­a o la eternidad a través de doce escenas (doce palos flamencos) que recorren las cuatro estaciones para volver a la primavera. Ocho bailaores y siete músicos bailan con Pagés sobre la memoria. Y es por eso que Peralada celebrará ese día la Noche del Alzheimer, en apoyo al proyecto de la Fundación Ace.

Cuando Pagés estrenó en abril esta Oda, las nueve funciones de los Teatros del Canal se agotaron. Arropada por la dramaturgi­a del escritor marroquí El Larbi El Harti, su búsqueda incansable de una ética vital arrasa por donde pasa. “El tiempo es el enigma de la existencia, pero también la clave, la sustancia, el reto...”, escribe el que es su pareja.

Para Pagés todas las obras tienen una continuida­d. “Esta Oda viene de Utopía (2011), que terminaba con un poema de Baudelaire en donde se planteaba la elevación y la idea de la eternidad. Es la pieza más intelectua­l que he hecho, a la que hemos dedicado más tiempo (seis meses) a la reflexión y los ensayos. Pasamos un mes en un teatro de Albacete y una semana en Fuenlabrad­a afinando las luces, el sonido, la música. Es algo que nos merecemos”, sonríe.

El espectácul­o guarda muchos registros coreográfi­cos y precisa una gran fuerza física. “Los bailarines están impresiona­ntes, y sin embargo no acaban cansados sino felices –dice–. Hay una bulería rápida que requiere toda la concentrac­ión y un número con bastones que no es complicado pero sí intenso. Lo abarcamos todo, de la cámara lenta al tempo frenético, descalzos o con zapatos, con bata de cola o con mantón... El vestuario es también mío”.

En cuanto al recorrido circular por las cuatro estaciones del año, la artista recuerda que tiene mucho que ver con las matemática­s. “Mi padre lo era, yo las estudié. En la danza, como en la música, están presentes. Es muy artística la idea de las matemática­s”, dice. Al mismo tiempo, sin llegar a ser una oda ecológica, recurre a la idea de la naturaleza y la primavera. Y hace incursione­s en Vivaldi y el Lascia ch’io pianga de Händel. En escena, un metrónomo, un sol/luna, un espejo, unos pies desnudos zapateando en la arena... el regreso al origen. El juego de penumbras es magnético.

¿Cómo se relaciona con el tiempo una artista que tiene una agenda de largo kilometraj­e? Este año la compañía mueve cuatro programas por todo el planeta: Óyeme con los ojos, Yo, Carmen (2014), Dunas (2009) y esa nueva Oda, que es producto de las amistades, dice. “¿Qué vas a hacer?’, me preguntaba­n de Les Nuits de Fourvière, Peralada, la Bienal de Flamenco de Sevilla...” Eso sí, la compañía sigue sin residencia fija.

“Estuvimos diez años en Torrelodon­es y luego en las residencia­s de los Teatros del Canal, pero ahora sí que es necesario un espacio estable. Vivimos en crisis permanente porque no se ha asimilado que las artes y al cultura son un proyecto de Estado. Estás a expensas del azar y de que los programado­res te pregunten ‘¿qué vas a hacer?’”.

“Por suerte en las artes cuerpo y alma va junto, no existe una danza sin cuerpo ni un arte sin alma”

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FESTIVAL CASTELL PERALADA Una escena de Una oda al tiempo en la que Pagés actúa con 8 bailaores

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