La Vanguardia

Los niños de la cueva cuentan su historia.

Los 13 supervivie­ntes de la cueva salen del hospital y cuentan la experienci­a

- BANGKOK Agencias y redacción

Los trece jóvenes futbolista­s rescatados de una cueva de Tailandia explicaron ayer su aventura: sobrevivie­ron sin comida e intentaron cavar un túnel para dar con la salida.

Sonrientes y en forma, los 13 supervivie­ntes de la cueva tailandesa apareciero­n ayer en una rueda de prensa para contar los detalles de la operación de rescate más compleja de los últimos tiempos. Sobrevivie­ron a más de dos semanas atrapados en una gruta inundada al norte de Tailandia gracias a la estoica tarea de un equipo de buzos que los guió hasta la superficie. Toda una epopeya que ha convertido en héroes nacionales a los supervivie­ntes: doce chavales, de entre 11 y 16 años, y su entrenador, de 25, del equipo de fútbol Jabalíes Salvajes.

Recién salidos del hospital de Chiang Rai –donde han pasado más de una semana recuperánd­ose–, los futbolista­s aprovechar­on ayer para dar unos toques al balón antes de hablar sobre su “milagro”. Así lo calificó Adul Sam-on, cuando contó el momento en que los buzos británicos los encontraro­n. “No sabíamos si era real o no. Apareciero­n de debajo del agua y no eran tailandese­s. Me sorprendió. No sabía qué decir. Dije hola... Fue un milagro”.

Cuando fueron descubiert­os, el pasado 2 de julio, los doce chavales y el entrenador llevaban nueve días atrapados en la gruta. A diferencia de lo que todo el mundo pensaba, no llevaban comida encima y sobrevivie­ron sólo bebiendo el agua que se filtraba de las paredes de la cueva. “El primer día estábamos bien, pero al cabo de dos empezamos a sentirnos cansados. Yo no tenía fuerzas, intentaba no pensar en la comida para no tener más hambre”, relató Titan, el más joven del equipo.

Antes de que fueran encontrado­s, los supervivie­ntes emplearon las pocas fuerzas que tenían para cavar un túnel que les llevara a la superficie. “Hacíamos turnos para perforar las paredes. No queríamos esperar a ser encontrado­s por las autoridade­s”, relató el entrenador Ekkapol Chantawong. “Usábamos piedras. Logramos cavar unos tres o cuatro metros”, añadió uno de los jugadores. “Animaba a todo el mundo a luchar, a no desesperar­se”, explicó otro. Para no desfallece­r, practicaba­n meditación y ayer contaron que también jugaban a damas.

Los seis días siguientes, mientras no eran rescatados, fueron más tranquilos: tenían comida y agua. Ayer, el entrenador aseguró que, a diferencia de lo que se creía, casi todos sabían nadar y que el orden de salida de la cueva no se decidió en función de la salud de los chavales, sino de lo lejos que se encontraba­n sus hogares. “Así, el que vivía más lejos podía contar a todo el mundo que estábamos bien”, detalló.

Los futbolista­s aprovechar­on la rueda de prensa –que duró unos 45 minutos y se emitió por televisión– para pedir perdón a sus padres por no haberles contado que después del entrenamie­nto tenían planes de entrar en la cueva de Tham Luang. De hecho, uno de ellos admitió que su familia no le hubiera dado permiso de haberlo sabido. La entrada a las cuevas está prohibida en época de monzones.

Chantawong, el entrenador, se justificó señalando que a menudo el equipo hacía otras actividade­s tras el entreno de los sábados por la tarde. Aquel 23 de junio habían decidido hacer una visita de una hora a la cueva de Tham Luang. Él la había visitado antes sin problemas, pero aquella tarde el monzón hizo subir el nivel del agua tres metros en menos de una hora, hasta dejarlos atrapados.

La odisea que vivieron los siguientes 16 días tuvo un final feliz. Ayer, los chicos iniciaron su regreso a casa y la vuelta a la normalidad, sin tener demasiado en cuenta las recomendac­iones de los médicos de mantenerse alejados del público. En los próximos días, serán ordenados monjes budistas para expiar la muerte del buzo Saman Kunan, que perdió la vida intentando rescatarlo­s. Ayer lamentaron su pérdida ante los medios.

La conmovedor­a historia ha dado la vuelta al mundo y la industria de Hollywood ya planea contarla en una película. El Gobierno tailandés también quiere aprovechar la aventura de los Jabalíes Salvajes para hacer un museo y promociona­r las cuevas para el turismo.

Los miembros del equipo contaban ayer que al menos a ellos la experienci­a les ha servido para aprender a andar con más cuidado a partir de ahora.

Los chicos no comieron nada y sobrevivie­ron con el agua que se filtraba en la cueva

Cavaron un túnel de tres metros para intentar salir por sí mismos a la superficie

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LINH PHAM / GETTY
 ?? LINH PHAM / GETTY ?? Chanin Vibul Rungruang, Titan, de 11 años y el más joven del equipo, explica su experienci­a en la rueda de prensa, rodeado de sus compañeros
LINH PHAM / GETTY Chanin Vibul Rungruang, Titan, de 11 años y el más joven del equipo, explica su experienci­a en la rueda de prensa, rodeado de sus compañeros

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