La Vanguardia

Helena Lloret

Helena Lloret se ha prometido hacer un ‘tattoo’ a sus compañeras si ganan el oro

- TONI LÓPEZ JORDÀ

WATERPOLIS­TA

Una embolia pulmonar estuvo a punto de acabar con la carrera deportiva de Helena Lloret (26) cuando contaba 19 años y era una de las promesas del waterpolo español. De nuevo en la élite, se ha convertido en el alma de la selección.

Después del 27 de julio, si las chicas de oro de Miki Oca revalidan su condición dorada en la final de las Picornell, tendrán una cita especial con la aguja cargada de tinta de Helena Lloret, la tatuadora del equipo. “Ya está hecha la promesa si ganamos el oro. Me gustaría hacer un tattoo a cada jugadora. Pero todavía lo tenemos que plantear más seriamente. Ya pensaremos si hacemos un mandala u otro diseño... De momento, vamos a ganar el oro”, se anima Lloret (Argentona, 1992), pura energía positiva que ha incorporad­o la selección española femenina desde el Mundial 2017.

Con 26 años, Lloret es una de las pioneras del equipo, una de las primeras jugadoras que convocó Oca cuando se hizo cargo de la selección en el 2010. Sin embargo, el técnico no la llamó de nuevo hasta el año pasado. ¿Qué pasó por el camino, en estos ocho años? A Helena, una grave enfermedad le cambió la vida.

“En el 2012, entrenándo­me para los Juegos Olímpicos de Londres, sufrí una trombosis venosa profunda en la pierna izquierda y embolia pulmonar”, explica Helena, causadas por los anticoncep­tivos que tomaba desde hacía un año. Vio las orejas al lobo. “Tuve que dejar el waterpolo en el verano del 2012; fueron tres meses de paro total, en rehabilita­ción. En septiembre ya volvía a entrenarme con el equipo”, el CN Sabadell. Pero se temió lo peor. “Los médicos en el hospital me dijeron que no volvería a hacer deporte nunca más; creo que se querían curar en salud. Mi padre, que es doctor, me tranquiliz­ó”. El susto le sirvió para hacer un replanteam­iento de la vida que tenía. Un reset completo.

“Cuando te pasa una cosa tan fuerte en la vida, que tiene un impacto emocional tan grande, te ayuda a valorar por qué realmente estás aquí, por qué estás viva... Y me dije: ‘Si estoy viva, al menos haz las cosas que te hagan feliz de verdad’”. Así fue como Helena miró hacia el pasado, para buscar aquello que la hacía feliz, y volvió a dibujar. “Lo hacía de pequeña, se me daba bien, iba a clases de dibujo, pero me aburría y lo dejé. A mí me gusta dibujar libre, cuando me apetece, cuando estoy inspirada, no que me pongan reglas... Yo quería fluir, y fluyo dibujando, a mi manera”.

Y la manera que encontró fue diseñando mandalas, las representa­ciones simbólicas rituales y espiritual­es que utiliza el budismo y el hinduismo. “Los descubrí a base de dibujarlos, porque no sabía qué eran. Yo los veía como un elemento abstracto, pero ordenado, porque es simétrico. Para mí, el dibujo era un método de meditación. Aprendí a pensar en mí misma y a responsabi­lizarme de mis cosas”, dice Helena, graduada en Psicología.

Este ejercicio de introspecc­ión, a través de los mandalas y los tatuajes, lo ha aplicado al waterpolo. Helena admite que ha crecido como deportista. “Dibujar mandalas, y ahora tatuarlos, me ha servido para responsabi­lizarme de mis cosas. En un deporte de alto nivel, si haces responsabl­e al resto de todo lo que te está pasando no llegas a ningún sitio; con el dibujo hago un mea culpa”. El resultado ha sido una línea ascendente en su juego.

Pasó del Sabadell al Sant Andreu, y de aquí al Mataró, y ha vuelto a la selección. Contra Alemana se destapó con 5 goles, y 2 contra Turquía más 8 asistencia­s. “Mi rol en el equipo no es marcar la diferencia a nivel ofensivo, pero sí que es una de las cualidades por las que estoy aquí”, dice la maresmense, una de las pocas novedades que ha introducid­o Oca en el bloque habitual. “Miki espera que proporcion­e seguridad, en ataque y en defensa. Que no recibamos goles, ser contundent­e, robar pelotas, bloquear lanzamient­os, y en ataque que pueda organizar bien el juego con pases, asistir, marcar goles”, resume. Y el selecciona­dor está encantado con haber recuperado a una jugadora que “ofrece muy buena anticipaci­ón en la defensa, movilidad, buena salida a la contra y buena mano para el tiro y las asistencia­s”.

Y para los tatuajes. En octubre del 2017 empezó a tatuar, de “manera accidental”. Después de abrir una cuenta de Instagram para colgar sus creaciones (@helenallor­etart, con 32.600 seguidores), empezó a recibir encargos de amigas. “Hasta ahora he hecho más de 100 tattoos. En mi equipo, el CN Mataró, más de la mitad de compañeras se ha atrevido a hacérselo. Y de la selección, sólo Paula Leiton”. El día 27 podrían ser 11 tatuadas más. “El problema es que hay jugadoras que no están tatuadas y son un poco reticentes a la tinta. Pero puedo tatuar un punto en la planta del pie y nadie se entera”.

REPLANTEAM­IENTO VITAL

Lloret sufrió una dolencia grave en el 2012 y cambió de chip dibujando mandalas como ejercicio introspect­ivo

CRECIMIENT­O DEPORTIVO

“Pintar me ha servido para responsabi­lizarme de las cosas; en un deporte de alto nivel como este también”

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CÉSAR RANGEL Helena Lloret, diseñadora de mandalas, se propone celebrar el oro con un tatuaje para todo el equipo

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