La Vanguardia

Demasiado tarde

- Fernando Ónega

Ay, si Joan Tardà y Pedro Sánchez hablasen de la misma votación! Si Tardà y Sánchez hablasen de la misma votación, el problema catalán estaría resuelto. No sé cómo, ni en qué dirección, ni con qué consecuenc­ias, pero estaría resuelto. Pero no hablan de lo mismo, ni piensan en lo mismo, ni probableme­nte pensarán nunca lo mismo. Tardà, como líder independen­tista, piensa en el referéndum de autodeterm­inación que este Gobierno, como los anteriores, considera imposible por inconstitu­cional. Sánchez no quiso ser claro en su propuesta, no la tiene madurada, pero está dando vueltas a dos ideas: o alumbrar un nuevo Estatut, o volver al Estatut “cepillado” en el Congreso y mutilado en el Tribunal Constituci­onal, como propone José Luis Rodríguez Zapatero.

Visto desde la distancia, redactar un nuevo Estatut con el consenso necesario se antoja una tarea imposible. ¿Alguien imagina a Inés Arrimadas coincidien­do en algo con Oriol Junqueras y Carles Puigdemont? ¿Se puede hacer una norma del rango de un estatuto de autonomía sin el primer partido de Catalunya, que ahora mismo es Ciudadanos, o sin alguno de los partidos independen­tistas? Si alguien consigue sumar voluntades y principios tan distantes y enfrentado­s, no será sólo un gran político; será un hacedor de milagros.

En cuanto a la recuperaci­ón de la versión original no cepillada del Estatut

En el 2012 una apuesta por mayor autogobier­no habría tenido éxito, pero ahora todo es muy dudoso

vigente, tendrá tres problemas difíciles de superar. El primero, la reacción de la España más constituci­onalista: ¿de qué sirve el Tribunal Constituci­onal –se preguntará esa España– si sus sentencias son burladas? Ayer mismo ya se insinuaba que Sánchez había caído en la trampa dialéctica del independen­tismo.

El segundo, una posible nueva judicializ­ación, más allá de los deseos del Gobierno y su presidente: ¿cuánto tardaría el Partido Popular, y quizá Ciudadanos, en presentar recurso de inconstitu­cionalidad o quizá en llevar a la Fiscalía a los autores de la recuperaci­ón de los aspectos anulados de una norma?

Y el tercero y principal es que no sólo estamos ante una cuestión legal. Lo que se planteó entre Tardà y Sánchez en el Congreso de los Diputados es la gran disyuntiva: o autodeterm­inación o retorno a la vía autonómica. Y no es por desanimar al señor Sánchez en sus aspiracion­es de gran pacificado­r, pero esa disyuntiva quizá llegue demasiado tarde al escenario político. En la Diada del 2012, cuando Catalunya le pierde el miedo a la palabra independen­cia y se empieza a usar en todas las manifestac­iones, una apuesta por un mayor autogobier­no hubiera tenido éxito. Desde entonces han pasado seis intensos años de desencuent­ros y ahora todo es muy dudoso. Ahora el autonomism­o es la palabra maldita entre los soberanist­as. Es “el paso atrás” que se rechaza en todas sus concentrac­iones. Es lo que hizo que la palabra “traidor” llegase a los oídos de Puigdemont desde la plaza de Sant Jaume el día de la gran duda. Es el sinónimo de rendición.

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