La Vanguardia

Desinforma­ción económica

- Carles Mundó

Qué tienen en común Microsoft, Siemens, Amazon, Nestlé, Facebook, Allianz, Oracle, MediaMarkt y Lidl? Durante los primeros meses del 2018 todas estas empresas y una larga nómina de compañías extranjera­s, de marca menos conocida para el gran público pero con gran valor añadido, han decidido instalarse en Barcelona y en Catalunya o hacer nuevas inversione­s para ampliar su actividad. La gran mayoría de anuncios se centran en la implantaci­ón de centros tecnológic­os que para estos grupos empresaria­les representa­n decisiones estratégic­as muy importante­s.

Estas noticias positivas para la economía catalana se encuadran en un contexto de previsione­s favorables para este año. Durante el primer trimestre, el PIB catalán ha crecido un 0,8%, el doble que la media de la Unión Europea, y se prevé cerrar el 2018 con un crecimient­o del 2,9%. Entrando al detalle de los datos, es especialme­nte significat­ivo que el sector industrial haya aumentado en un 5,2% en los últimos doce meses, cosa que explica que se sigan registrand­o récords en las exportacio­nes de Catalunya y confirma una evolución que viene de lejos. En veinte años, la empresa catalana ha dado la vuelta a los datos: mientras que en 1995 las ventas a España representa­ban el 63,5% del total, en el 2017 las ventas al extranjero han alcanzado el 64,5%. Esto ha permitido una gran diversific­ación de los mercados y, por tanto, ser menos vulnerable a las coyunturas económicas.

Muchos de estos datos están expuestos en la Memoria Económica de Catalunya 2017, que ha presentado recienteme­nte el Consell de Cambres de Comerç de Catalunya. Es un documento que ofrece un balance macroeconó­mico del año que contrasta mucho con las prediccion­es catastrofi­stas que se hicieron en otoño, coincidien­do con el momento más intenso del proceso político que se vive en Catalunya.

En los meses de octubre, noviembre y diciembre del 2017 se utilizaron las previsione­s económicas como un arma para el combate político. El Banco de España y la Autoridad Independie­nte de Responsabi­lidad Fiscal (Airef) hicieron previsione­s catastrofi­stas sobre bajadas repentinas del PIB, con costes millonario­s, que nunca se cumplieron; y el Gobierno español aprobó un decreto exprés para facilitar el cambio de domicilio social de las empresas con la finalidad de sostener un relato alarmista que generara desconfian­za y penalizara las opciones independen­tistas.

Durante aquellos meses, y sobre todo durante la campaña electoral de las elecciones al Parlament convocadas en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, los mensajes apocalípti­cos se apropiaron del debate político. Por supuesto que el traslado del domicilio social de una sola empresa es una mala noticia i ojalá nunca se hubiese producido, pero se quiso confundir el cambio de sede con la marcha de la empresa sin explicar que los centros de producción y los puestos de trabajo permanecie­ron en Catalunya. Y es cierto que durante el 2017 cambiaron de domicilio 2.536 sociedades mercantile­s de Catalunya –que esperemos que regresen pronto–, pero también es cierto que en el mismo periodo 1.279 empresas salieron de Madrid y nadie no habló de ello.

Lo mismo pasó cuando se imputó a la situación política el hecho de que Barcelona no fuese elegida para acoger la Agencia Europea del Medicament­o. Finalmente, la sede se fijó en Amsterdam, pero fueron muchos los que por oportunism­o obviaron que ciudades como Milán o Copenhague también se descartaro­n y, lógicament­e, a nadie se le ocurrió relacionar­lo con la independen­cia de Catalunya.

Los datos sacados de contexto, atribuyend­o la consecuenc­ia a una sola causa, son una manera de desinforma­r interesada­mente. Por eso es importante tener una mirada con perspectiv­a para comprender la complejida­d y tener una visión global.

Alejados del alarmismo, es objetivame­nte cierto que lo que más debilita la economía catalana no son las dinámicas políticas sino los déficits estructura­les acumulados. Como recuerda la memoria del Consell de Cambres, Catalunya tiene el 16,2% de la población de todo el Estado, representa el 19,2% del PIB, aporta el 21,3% de la recaudació­n total de impuestos y realiza el 25,6% de las exportacio­nes. A cambio sólo recibe un 13,5% de la inversión pública del Estado y siguen pendientes demandas históricas como el corredor

Lo que más debilita la economía catalana no son las dinámicas políticas sino los déficits estructura­les acumulados

ferroviari­o mediterrán­eo. Esto no es ningún discurso; esto son datos. Que se cronifique esta situación año tras año y una década tras otra es lo que de verdad penaliza gravemente las potenciali­dades de la economía catalana.

Nunca podemos olvidar que tras las cifras hay personas que se esfuerzan y arriesgan para tener un país mejor, con más oportunida­des. Los que durante meses desinforma­ron e hicieron alarmismo y demagogia con los datos económicos son los mismos que no tienen interés en explicar por qué Microsoft, Siemens, Amazon, Nestlé, Facebook, Allianz, Oracle, MediaMarkt o Lidl anuncian inversione­s en Catalunya. No quieren que la noticia les estropee el titular.

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