Justicia y venganza
La sociedad se está deslizando por una pendiente peligrosa: todo nos parece poco. Ninguna condena es suficiente y siempre necesitamos más, lo cual nos puede llevar a confundir justicia con venganza, cuando la realidad es que la justicia es la institucionalización de la venganza que impide círculos viciosos de represalias.
La Audiencia de Pamplona ha ratificado la libertad condicional para los cinco integrantes de la manada, los responsables de un delito execrable pero que tienen sobre sus cabezas la posibilidad de pasar nueve años a la sombra, que no es poco. Fiscalía y acusaciones han anunciado que continuarán litigando y están en su perfecto derecho, pues así se configura un Estado de derecho. Lo cierto es que no ha existido la reacción social que se produjo cuando se hizo pública la sentencia, porque el problema no es la decisión de ayer, sino la sentencia aludida en sí misma, y ya veremos qué pasa con ella cuando sea revisada por instancias superiores, ya que, según reputados penalistas, el texto presenta importantes lagunas.
Cíclicamente nos encontramos con el mismo dilema: crímenes horribles nos ponen frente a situaciones espantosas. Las víctimas o sus allegados están legitimados para protestar e incluso para demandas inasumibles, pero los políticos deben mantener la cabeza fría. Sinceramente, ninguna víctima, por nimia que sea la afrenta sufrida, será reparada nunca íntegramente, pero no por eso podemos cambiar el Código Penal cada vez que ocurre un suceso así. Hay que resistir esta tentación que nos lleva a pulsiones populistas. Entre otras cosas, porque los números dicen que el índice de criminalidad en España está entre los menores de su entorno, y no se compadece ni con la tasa de presos ni con la dureza de las condenas. Si no se mantiene la serenidad, acabaremos teniendo más venganza que justicia, y arrojaremos por la peligrosa pendiente el Estado de derecho.