Rivas: “No quería vivir más bajo las torturas”
“No quería vivir más bajo las torturas ni entregar a mis hijos, pese a las resoluciones judiciales, porque estábamos escapando del maltrato y quería proteger su integridad física y psicológica”, declaró ayer Juana Rivas en el juicio por el que puede ser condenada a cinco años de cárcel por negarse a entregar a sus dos hijos al padre, el ciudadano italiano Francesco Arcuri. El juicio quedó visto para una sentencia que no se conocerá hasta después del verano.
El juzgado de lo Penal número 1 de Granada fue el abarrotado escenario donde pudo celebrarse finalmente el juicio contra esta granadina, que salió de Carloforte (Italia) en mayo del 2017 con sus dos hijos para unas vacaciones en España, pero jamás regresó. Rivas está acusada de dos delitos de sustracción de menores, en un caso que ha abierto un debate en España sobre la patria potestad y la violencia de género.
Las líneas de defensa de Juana Rivas se centraron en dos aspectos: la existencia de malos tratos por parte del padre (un aspecto que el juez señaló que no era el objeto del juicio) y presentar a la mujer de Maracena como una ignorante en leyes que siempre actuó conforme a lo que le recomendaban sus asesores legales (aquí también intervino el magistrado Manuel Piñar para recomendarle que la próxima vez se buscara mejores expertos).
Rivas relató que llegó “aterrada” de Italia y, a preguntas de su letrado, describió una situación en la que “siempre fue actuando dentro de lo que le iban diciendo” sus distintos asesores y abogados, que si bien le advirtieron de que “podría tener represalias y dificultades” no le hablaron de que podía enfrentarse a “años de cárcel y retirada de la patria potestad”, señaló la mujer.
Francesco Arcuri declaró por videoconferencia que, en los primeros días de la marcha de sus hijos, sí pudo tener contacto con ellos, pero que lo fue perdiendo paulatinamente hasta que se cortó radicalmente cuando Rivas le dijo que no iba a volver nunca a Carloforte. La defensa de Rivas aportó a la causa un documento no conocido hasta ahora, un mensaje electrónico en el que la mujer comunicaba a Arcuri que “podría visitar a sus hijos en España siempre que quisiera”.