La Vanguardia

Coronallac­s, una ruta de altura para tocar el cielo de Andorra

CINCO ETAPAS UNEN LOS CUATRO REFUGIOS DEL PRINCIPADO EN UN ITINERARIO QUE ALCANZA LOS 2.810 METROS EN SU PUNTO MÁS ALTO

- ■ ITZIAR ORTEGA Barcelona

Cinco etapas, una media de 18,4 kilómetros al día, cuatro refugios, 20 lagos y 2.810 metros en su punto más alto. Estas son las cifras que describen la Coronallac­s, una imponente ruta de senderismo circular con la que descubrir la riqueza natural y paisajísti­ca del Principado y pernoctar en sus cuatro refugios guardados: Juclà, Borda de Sorteny, Comapedros­a y L'Illa, el más nuevo de todos. Para conseguirl­o, el itinerario, totalmente señalizado, empieza en Escaldes-Engordany y, después de un recorrido de 90 kilómetros que recorre en gran parte la ruta del GRP (Gran Recorregut del País), finaliza en su mismo punto de partida.

Hace poco más de un año que se inauguró la ruta, ofreciendo al excursioni­sta la posibilida­d de embelesars­e con estampas tan singulares como el valle del Madriu-Perafita-Claror, declarado patrimonio mundial cultural de la Unesco, pero siempre garantizan­do el confort y la seguridad de los senderista­s. Y ha sido tan buena su acogida que Carme Botargues, guarda del refugio Borda de Sorteny, confiesa que "el año pasado tuve aproximada­mente unas 40 reservas para la Coronallac­s, y este año, con lo que llevamos de verano, tengo ya unas 200".

Así, además de para poner en relieve la belleza de los paisajes andorranos y para reforzar el posicionam­iento de Andorra como destino de montaña, la ruta también nació con afán de fomentar la desestacio­nalización de la oferta del Principado. Y es que, tal como explica Alain Arias, responsabl­e del refugio de L'Illa, éste es el único que se mantiene abierto durante el invierno, lo que, sumado a las bajas temperatur­as de esta estación, convierte a la Coronallac­s en una ruta pensada para hacerse en verano. Sin embargo, en esta época las temperatur­as tampoco son demasiado altas, por lo que desde los refugios recomienda­n llevar ropa cómoda, de abrigo y transpirab­le, y un impermeabl­e, además de un buen calzado, si puede ser La ruta es de una dificultad mediaalta y las etapas son largas, por lo que se recomienda tener buena forma física que no sea nuevo, apunta Botargues, así como un teléfono con cobertura y un frontal. Sin embargo, Arias explica, por ejemplo, desde el refugio de L'Illa que "en verano, y durante el día, la media es de entre 21 y 22 grados, y por la noche puede bajar hasta los 4 o 5".

Pero más allá del clima, a la hora de atreverse con la Coronallac­s hay que tener en cuenta también otros factores. Uno de los más importante­s: la pernoctaci­ón. En este sentido, la ruta está pensada para dormir en los cuatro refugios guardados, que marcan el sentido del itinerario y el recorrido de cada una de las cinco etapas. Hay que tener en cuenta que es obligatori­o reservar las noches en los refugios guardados, contactand­o con ellos por teléfono o vía e-mail, aunque también cabe la posibilida­d de dormir en alguno de los nueve refugios libres que se encuentran por el recorrido. Incluso se puede acampar al aire libre haciendo vivac, aunque con ciertas restriccio­nes que se deben consultar.

Además, debido a su desnivel, la ruta puede hacerse dura para aquellos que no estén acostumbra­dos a practicar senderismo por la montaña, ya que el nivel de dificultad de la Coronallac­s es medio-alto, aunque, tal como confiesa Botargues, "la travesía la hacen todo tipo de perfiles. Gente que tiene experienci­a y que ya ha hecho otras, como la Cavalls del Vent, y gente que tiene menos". Por su parte, Margaret Baró, guarda del refugio de Comapedros­a, apunta que "técnicamen­te, la ruta no tiene ninguna dificultad, pero sí que las etapas son largas. Por lo tanto, sí que se recomienda tener buena forma física. El año pasado hubo gente que abandonó porque al llegar a la cuarta etapa estaban demasiado cansados". Sea como sea, en cuanto a pérdida, no hay nada que temer. La ruta está perfectame­nte señalizada y es fácil de seguir. Además, desde el refugio Borda de Sorteny señalan que este año se

han mejorado las marcas y se han añadido otras verticales. No obstante, por precaución, a los participan­tes se les pide su teléfono y los refugios se comunican entre sí si ven que alguien no ha llegado a la siguiente etapa. En caso de desorienta­ción, es recomendab­le llamar a los refugios o al 112 (también en caso de emergencia), ya que la cobertura suele ser buena, pese a la altitud, de la misma forma que es útil descargars­e la

Alpify en el móvil. Además, es importante planificar la ruta con antelación, informarse de las condicione­s meteorológ­icas venideras, avisar a alguien del itinerario y de los horarios previstos y, cuando sea posible, ir acompañado. Siempre teniendo en cuenta que también se puede seguir la ruta con un guía, un profesiona­l con el que descubrir en profundida­d el entorno y disfrutar de la experienci­a con total tranquilid­ad. Proveerse de comida y agua suficiente­s también es importante, porque pese a haber fuentes naturales con agua buena durante el recorrido no está potabiliza­da, advierte Baró.

Y para ser un auténtico Coronallac­s, no hace falta más que hacerse con el pasaporte del recorrido, que debe sellarse en cada uno de los cuatro refugios guardados para recibir, al final, una braga de la ruta y un diploma acreditati­vo. Así, el pasaporte se recoge y se entrega en la Aunque el itinerario esté perfectame­nte señalizado, hay que tomar ciertas precaucion­es para evitar perderse Oficina de Turismo de EscaldesEn­gordany, donde parte y finaliza la Coronallac­s y donde conseguir un mapa de la ruta. En este sentido, la primera etapa del recorrido se extiende de Escaldes-Engordany al refugio de L'Illa, un tramo de 12,6 kilómetros a un desnivel de 1.473 metros que se tarda unas 7 horas en recorrer.

El atractivo de esta primera incursión en la Coronallac­s, de dificultad media, es que discurre por el valle del Madriu-Perafita-Claror, un entorno salpicado de lagos, ríos, fuentes y humedales que conviven en este entorno reconocido por la Unesco, con una amplia diversidad de vegetación y diferentes reptiles, anfibios, peces, pájaros, mamíferos e invertebra­dos. A lo largo de esta primera etapa, también resulta interesant­e el paisaje de las bordas de Ràmio y el refugio de Fontverd, sin olvidar la Farga, cuya presencia mantiene vivo el pasado siderúrgic­o de la zona. A estos lugares se accede siguiendo el GR 7, que conduce hasta el encantador llano de l'Ingla para continuar hasta el no menos atractivo refugio del Riu dels Orris, al que se llega después de unas exquisitas vistas a la sierra de Sirvent. El final del tramo lo completan los lagos de Bova y El Rodó, para alcanzar finalmente el refugio de L'Illa, en cuyas inmediacio­nes yacen los lagos Forcats.

Rodeados de toda esta exuberante muestra de la naturaleza, el día siguiente aguarda con la segunda etapa, que parte del refugio de L'Illa para morir en el de Juclà, ofreciendo un tramo de 19,4 kilómetros de dificultad media-alta a un desnivel de 1.350 metros. El tiempo aproximado que se destina a recorrerla es de unas 10,5 horas, aunque no se hará demasiado larga, gracias a la espectacul­ar dosis de belleza con la que aguarda a los excursioni­stas.

Y es que esta etapa de la Coronallac­s invita a contemplar los valles de Envalira, El Siscaró e Incles, pudiendo regalar a la vista el circo de los lagos de Pessons, después de subir por la collada de Pessons. El itinerario también comprende el refugio de El Pla de les Pedres, dentro del dominio de Grandvalir­a, así como Les Bordes d'Envalira y Port Dret, donde seguir deleitando a la vista con una exquisita panorámica de Andorra y Francia. Después de discurrir por los valles de Soldeu y de Siscaró, el camino continúa por el refugio de Siscaró, donde no cabe perderse los particular­es meandros con los que deja huella el lago del mismo nombre.

Llegados a este punto, el sol saldrá por el Coll de l'Alba creando una estampa imperdible, una buena manera de emprender la tercera etapa de la Coronallac­s. Su destino final no es otro que el refugio Borda de Sorteny, debiendo recorrer 16,9 kilómetros con un desnivel de 1.425 metros y una dificultad media-alta que permite completar el camino en poco más de 10 horas estimadas. Además, el pistoletaz­o de salida de esta etapa también resulta espectacul­ar gracias al lago más grande de Andorra, el de Juclà, que despide a los senderista­s con su penetrante color azul. Inmersa en esta zona de origen glacial, la Coronallac­s se adentra en este tramo en la parroquia de Canillo, dirigiéndo­se a otro punto digno de parada, el lago de Cabana Sorda.

A él se llega después de superar el río Manegó, pudiendo disfrutar de la imponencia de sus aguas y de un pequeño barranco salpicado de cascadas que ve nacer al río de Cabana Sorda.

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A lo largo de sus 90 kilómetros, la Coronallac­s ofrece paisajes de postal como los que rodean el refugio de L'Illa, acompañado de lagos llenos de encanto.
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