La Vanguardia

El ruido se enquista en las plazas de Gràcia

Las mejoras introducid­as son insuficien­tes para reducir la contaminac­ión acústica en la del Sol

- BLANCA GISPERT

“Vengo por la noche con los amigos a hacer unas cervezas. Las compramos a los lateros o en supermerca­dos y nos sentamos a la plaza a pasar el rato. Ir a la plaza del Sol es un buen plan cualquier día: sale más barato que consumir en un bar y hay buen ambiente”, cuenta Maria, una estudiante de 22 años que vive en Barcelona desde hace un año.

El botellón en la calle está prohibido en la ciudad pero en las plazas más céntricas de la Vila de Gràcia, es habitual ver jóvenes y turistas consumiend­o alcohol mientras disfrutan del buen tiempo y la hospitalid­ad del barrio. Un plan ideal para ellos, pero una pesadilla para el vecindario. El ruido que generan es insoportab­le, supera los máximos permitidos.

En la plaza del Sol se pueden llegar a reunir 500 personas en un día de máxima afluencia. Victòria, una vecina que vive en un primer piso desde hace 20 años, explica que la popularida­d de la plaza se ha disparado los últimos años, impulsada por la concesión sin freno de licencias de bares, restaurant­es y supermerca­dos. Ocupan la mayoría de los bajos. “Siempre había ambiente pero la convivenci­a nunca era una pesadilla. No podemos dormir hasta la madrugada”. Hartos del insomnio, Victòria y decenas más de vecinos entraron en el 2017 en un proyecto europeo, el Making Sense, para medir la contaminac­ión acústica con sonómetros en casa. La tecnología les dio la razón: cada día se superaban los límites. Según la normativa municipal, en la plaza del Sol no se puede pasar de los 65 decibelios entre las 7 de la mañana y las 11 de la noche mientras que de madrugada (de 11 a 7 de la mañana) el máximo es de 55 decibelios.“Registramo­s picos de 100 desde los balcones y de 80 dentro de casa. Son niveles insanos, son más que molestias: pueden causar migrañas, vértigo, mareos o ansiedad. Según la OMS, no se tendrían que sobrepasar los 40 para tener un buen sueño”, lamenta la responsabl­e del proyecto Mara Balestrini.

Las alarmantes cifras llegaron al Ayuntamien­to a principios del verano pasado, al concluir el proyecto. En la mesa ciudadana, el concejal del distrito, Eloi Badia, abordó el problema y de la reunión con los vecinos, nacieron varias medidas. “Tal como pidieron, los horarios de limpieza se han coordinado con el cierre de terrazas y la presencia de la Guardia Urbana ha subido en las plazas más concurrida­s. De hecho, hay dispositiv­os fijos los fines de semana entre mayo y octubre. En Sol, también se han colocado jardineras en las gradas para evitar que se siente la gente. Desde hace un mes, se ha instalado un parque infantil (ha costado 50.000 euros) y se han promovido talleres infantiles por la tarde para atraer familias en lugar de más botellón”, apunta Badia.

El concejal está satisfecho con la campaña en la plaza del Sol. Comparando la contaminac­ión acústica del primer semestre del 2017 con el del 2018, el ruido “ha disminuido 4 decibelios de madrugada y ha caído 2 decibelios de 9 a 11 de la noche”. Sin embargo, en los dos casos, la exposición todavía supera los máximos legales: el ruido excede los 60 decibelios de madrugada, y de 9 a 11 de la noche, se sobrepasan los 70.

Los vecinos creen que las medidas son insuficien­tes. En Twitter hay denuncias que muestran cómo los sonómetros registran más de 70 decibelios pasadas las 11 de la noche. Si bien reconocen que la presencia de la Urbana ha ayudado a desalojar el botellón más pronto (hacia las 11 de la noche), lamentan la ineficacia de las otras iniciativa­s. “La limpieza de la plaza es a la una y media de la noche. El suelo del parque infantil es más blando que el as-

EN EL PRIMER SEMESTRE Aunque disminuyen, se registran 70 decibelios de 9 a 11 de la noche y 60 de madrugada

EL RUIDO SE PROPAGA

Los jóvenes se van a otras plazas cuando la Urbana los desaloja de la más concurrida

falto y los jóvenes se sientan porque es más cómodo. Incluso hay quienes se suben encima de las construcci­ones. Además, la Urbana no multa a los que hacen botellón, sólo los avisa para que se vayan, y tarde o temprano acaban volviendo. Y eso que durante el verano no hay tantos estudiante­s”, lamenta Victòria.

Badia dice que la solución mágica no existe y asegura que seguirá trabajando para acabar con el problema. La medida que se debate ahora es avanzar de la 1 a las 12 de la noche el cierre de las terrazas los fines de semana con el fin de igualarlo con el resto de días. Los vecinos, que reconocen la tarea del Ayuntamien­to (hasta hace un año prácticame­nte no se habían tomado acciones), creen que la solución pasa por multar el botellón y cambiar los usos de la plaza para que Sol deje de relacionar­se con el ocio nocturno y lo haga con el familiar.

Ahora, cuando la Urbana empieza a desalojar, Maria y sus amigos enfilan hacia la plaza de la Vila. “Está cerca. Vamos un rato y después volvemos a Sol o entramos en un bar”. Los locales de esta plaza ya notan cómo los lateros empiezan a rondar y los vecinos, cómo aumenta el ruido de madrugada. Sensación parecida sienten los habitantes de Virreina y en menor medida, los de Diamant y Revolució. El ruido se propaga.

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 ?? ÀLEX GARCIA ?? Una escena cotidiana. La plaza del Sol se ha convertido en punto de encuentro para hacer botellón; el nuevo parque infantil no lo impide
ÀLEX GARCIA Una escena cotidiana. La plaza del Sol se ha convertido en punto de encuentro para hacer botellón; el nuevo parque infantil no lo impide
 ?? ÀLEX GARCIA ?? Victoria observa desde el balcón de su casa el bullicio que hay en la plaza del Sol un viernes por la noche
ÀLEX GARCIA Victoria observa desde el balcón de su casa el bullicio que hay en la plaza del Sol un viernes por la noche

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