Macron, año II
Francia es campeona del mundo de fútbol. Y con el equipo más joven de las 32 selecciones del mundial que se acaba de celebrar en Rusia, todavía tiene margen para mejorar. No era de las más favoritas, pero cuando Emmanuel Macron fue a visitar a los jugadores a pocos días de iniciarse el torneo, les deseó mucha suerte y les recordó que sólo valía la victoria. Y lo han hecho. Francia ha vuelto.
Desde hace poco más de un año con la elección del presidente de la República, algo parece haber cambiado en el país, empezando por el estado de ánimo de los franceses. Los inversores extranjeros han integrado de nuevo a Francia en el panorama mundial. París es más atractiva que nunca. Con los Juegos Olímpicos del 2024, el Brexit y proyectos como el Grand Paris, la capital francesa se declara candidata a disputar a la City su liderazgo económico en Europa. Se están alejando los temores propiciados por los atentados del 2015 y el 2016. Los turistas han vuelto. Americanos, alemanes, británicos y asiáticos –chinos e indios a la cabeza– invaden los aeropuertos franceses. Se espera que –a lo largo de este año– más de 90 millones de extranjeros visiten el país, primer destino turístico mundial. La barrera de los 100 millones no parece un sueño.
El país se encuentra –más que nunca– en un contexto favorable para acabar con ciertos bloqueos de su economía. Se está desarrollando un programa de reformas ambiciosas para modernizarlo y convertirlo en un territorio de oportunidades. Había reformas pendientes desde hace décadas, como la de la SNCF, la empresa de ferrocarriles. A pesar de semanas de huelgas intermitentes por parte de sus trabajadores, la reforma ya es una realidad. Se ha adoptado también una reforma del mercado laboral haciéndolo más flexible y ofreciendo nuevas
Uno de los mayores problemas de Francia es que no puede mantener su nivel de gasto público
oportunidades. Y pronto aparecerá un nuevo estatuto para las empresas así como una reforma de la formación profesional. En este contexto, la creación de empresas ha crecido más del 15% en los doce últimos meses. Todos los semáforos están en verde.
Pero no nos engañemos, como si estuviéramos en pleno Tour, las etapas más duras están por llegar. La euforia que parece vivir Francia, pronto se acabará. Macron sabe que después del verano, su popularidad se resentirá, fruto del resultado de sus primeras reformas. Pero, queda mucho por hacer. Uno de los mayores problemas es que no puede mantener su nivel de gasto público. Este representa 56,6% del PIB, la tasa más alta del mundo. Un conocido economista francés ha calculado que Francia representa el 1% de la población mundial, pero el 15% de los gastos sociales mundiales.
¿Peligra entonces el modelo social francés? ¿Se puede mantener el sistema actual de pensiones y el subsidio de desempleo? ¿Hay que seguir disminuyendo el número de funcionarios? Es fundamental que el presidente mantenga su compromiso y su pulso contra el déficit público. No lo tendrá fácil. Pero es ahora o nunca.