Una extraña pareja
SABIENDO cómo piensan Jean-Claude Juncker y Donald Trump, la reunión entre ambos debía parecer una escena de Jack Lemmon y Walter Matthau en La extraña pareja (1968). El filme narra la difícil convivencia entre dos divorciados que deciden compartir piso y gastos, lo que casi es una alegoría de las complejas relaciones entre la UE y Estados Unidos en los últimos meses. Una de las frases de Matthau, que resume la historia de la cinta, también podía haberla pronunciado Trump en la Casa Blanca: “Todo lo que haces me irrita, y cuando no estás, me irrita imaginar lo que harás cuando vengas”.
Sin embargo, esta vez los dos líderes políticos hicieron un esfuerzo para acercar posiciones y para parecer como socios. “Hoy es un gran día”, llegó a declarar el presidente de EE.UU. en la comparecencia conjunta ante la prensa. Ambos dirigentes hicieron los deberes y sus palabras, e incluso su rictus, fueron diferentes de las que siguieron a la reciente visita de Trump a Bruselas.
A Europa y Estados Unidos les separa un océano y poca cosa más: comparten un modelo de sociedad y una manera de entender la economía. Pero el mundo según Trump se escribe cada día y con renglones torcidos. De todas maneras, el reciente encuentro sorpresa ha servido para evitar una guerra comercial, cuando unos y otros habían desenfundado sus armas comerciales. La UE comprará más soja y gas líquido a su aliado y EE.UU. desestima aplicar un 25% en aranceles a los coches comunitarios, además de comprometerse a trabajar para eliminar las trabas en los bienes industriales.
Juncker viajó con escasas expectativas pero Trump quería un arreglo, entre otras cosas porque debía presupuestar 12.000 millones para apaciguar a los agricultores por los prejuicios de la guerra comercial con los europeos. Ya lo decía
Walter Matthau: “Calma, calma; si tuviera ganas de pelea, volvería con mi mujer.”