Once segundos de promedio
Hará un par de meses, una vecina se rompió el tobillo. Le dieron la baja laboral, dejó de ir al trabajo y le colocaron una bota walker, de esas que ponen ahora en vez de enyesar. De vez en cuando me la encontraba por la calle, con la pata renqueante. El martes la volví a ver. Ya no llevaba la bota y, en torno al pie y el tobillo, lucía un simple vendaje. Le pregunté cómo iba la cosa. Puso cara de asco.
–Pues no muy bien. Voy al médico pero no lo acaba de solucionar. –¿Te duele?
–Sí. Hay cosas que no acabo de entender. Hace unos meses me dijo: “Ahora tendremos que sacar el yeso”. Le dije que no llevaba el tobillo enyesado, y le enseñé la bota. Me dijo: “Ah”. El caso es que me quitaron la bota. Pero como no acabo de estar bien del todo y me duele, volví. Me dijo: “Así, ¿desde que te sacaron el yeso no has notado mejora?”. Le repetí que no me habían puesto escayola, sino la bota esa. Dijo: “Pues miraremos las radiografías, a ver cómo lo tienes. ¿Las has traído?”. Le dije: “Pero ¿por qué quiere mirar las radiografías para ver cómo lo
La pauta es: tu ve hablando (pero no mucho) mientras yo pienso en otra cosa
tengo si las únicas radiografías me las hicieron justo después de romperme el tobillo, antes de que me lo arreglaran? Desde entonces no me han hecho ninguna”. Es como si le hablara y no me escuchara.
Supongo que esta conversación con la vecina no me hubiera chocado tanto si dos días antes, el domingo, no hubiese aparecido en Newsweek un artículo titulado “Los médicos interrumpen a los pacientes y dejan de escucharlos a los once segundos”. Habla de un estudio que el jueves de la semana pasada publicó el Journal of General Internal Medicine, conducido por científicos estadounidenses y mexicanos, que llega a la conclusión de que, de promedio, los médicos sólo escuchan durante once segundos lo que sus pacientes les explican: por qué han ido a la consulta y qué les duele exactamente. Entonces, hayan acabado su explicación o no, los cortan. Según los científicos en cuestión, sólo el 49% de los pacientes de médicos de cabecera pueden explicar hasta el final qué les pasa. Los de los médicos especialistas todavía lo tienen peor: sólo el 20% lo consiguen. Los motivos son que a los galenos les falta communication training (¿experiencia a la hora de comunicarse?), que disponen de poco tiempo para cada visita y que están extenuados.
Hace unos meses, en la presentación del Llibre d’estil de La Vanguardia en el Institut d’Estudis Catalans coincidí con un viejo conocido, escritor. Como ya nos hemos hecho mayores, enseguida acabamos hablando de enfermedades y de médicos. Me dijo que el suyo no sólo presta escasa atención a lo que él le dice sobre sus dolencias sino que lo corta para explicarle su vida: qué hizo el último fin de semana, dónde piensa ir de vacaciones... Puse cara de pasmo y le dije “¿De verdad? ¡No me lo puedo creer!”, pero le podría haber dicho justo lo contrario.