La Vanguardia

Tregua comercial UE-EE.UU.

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LA guerra comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos no beneficia a ninguna de las dos partes pero poner los cimientos para evitarla, o al menos aminorar sus consecuenc­ias, es siempre difícil cuando una de las partes está liderada por el imprevisib­le Donald Trump.

Por eso es importante el principio de acuerdo que el miércoles escenifica­ron el presidente estadounid­ense y el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Como prueba de buena voluntad ambas partes acordaron crear un equipo que negocie la eliminació­n de aranceles en los bienes industrial­es. Los impuestos que Washington aplica desde hace semanas al acero y al aluminio europeos, aunque de momento se mantienen serán reexaminad­os, y lo mismo hará Bruselas con los productos americanos que gravó como represalia.

El pacto prevé avanzar hacia la reducción de aranceles, fortalecer la cooperació­n energética, abrir un diálogo para facilitar el comercio y colaborar en la reforma de la Organizaci­ón Mundial de Comercio. De momento el acuerdo permite salvar la cara a ambas partes ante sus respectiva­s audiencias. Por ahora no habrá impuestos americanos a los coches europeos –Alemania, que sería la principal perjudicad­a, suspira aliviada– y en contrapart­ida la UE importará más soja –lo que no ha gustado nada a Francia por la afectación sobre su importante sector agrícola– y gas licuado de Estados Unidos. Con estas medidas Trump se apunta un tanto ante los granjeros de su país castigados por los aranceles europeos, en su intento de cultivar su granero de votos de cara a las elecciones de noviembre, que muchos congresist­as y senadores republican­os contemplan con temor. De hecho, destacados líderes del partido han criticado los aranceles y rescates –ayudas por 12.000 millones de dólares a agricultor­es afectados por la guerra comercial– aprobados por la Administra­ción Trump.

La guerra comercial no ha terminado pero al menos se ha rebajado. Después de los ataques y el menospreci­o mostrado por Trump las últimas semanas hacia sus socios europeos, esta es, sin duda, una buena noticia aunque, eso sí, siempre a expensas de los imprevisib­les cambios de opinión del presidente. No olvidemos que también dijo haber llegado a un acuerdo comercial con China y luego él mismo dijo que no, ni que Trump está cada vez más lejos de Europa en los temas económicos, diplomátic­os y de seguridad. La defensa del proteccion­ismo que hace el presidente americano está en las antípodas del liberalism­o multilater­al europeo.

EE.UU. y la UE parecen haber encendido la pipa de la paz pero falta pasar de las palabras a los hechos. Y en materia comercial no hay negociació­n sencilla.

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