La Vanguardia

“Tenemos que dividir Facebook en ‘facebookit­os’”

- MONTSE GIRALT LLUÍS AMIGUET

Tengo 45 años: parezco más joven porque he puesto la salud en el centro de mi vida. Nací en Salzburgo

e investigo en la facultad de Económicas de Viena. El comercio mundial genera prosperida­d, pero sólo si se regula para que sirva a todos. Google es un indeseable monopolio natural que frena la innovación

El libre comercio ha logrado un mundo menos pobre? Pero más desigual. Tal vez, pero hoy vivimos el doble que hace 50 años. Deme tres indicadore­s de que el mundo ha mejorado y yo le daré otros tres de que ha empeorado. Hay menos pobreza en todo el planeta y vivimos todos mucho más y mejor.

Deberíamos preguntar a los ciudadanos y que decidieran ellos qué es lo más relevante en sus vidas y si está mejorando.

¿Cómo mediría usted el bienestar de las personas además de por el PIB?

Por la distribuci­ón de la renta; la calidad del entorno ecológico; la posibilida­d de participar en el gobierno de tu propio país, o la salud holística, entre otros baremos no usados.

¿Qué es la salud holística?

La salud holística engloba todas las necesidade­s del ser humano –también las mentales– y no sólo las que permiten la estricta superviven­cia de su organismo.

¿Se refiere a vivir y no sólo sobrevivir?

Me refiero a lo que va de sólo existir a disfrutar de la vida. Digamos que la estadístic­a clásica diría que, en efecto, como usted apuntaba, ahora aquí ustedes viven el doble de años que hace medio siglo. Y es cierto.

Pues eso es un adelanto, ¿no?

Pero ¿vale la pena vivir en un asilo o en tu propia casa en soledad o sufriendo un trato como mínimo impersonal? Además, está la medición de la desigualda­d.

Si yo tengo una vida agradable..., ¿qué me importa que otros sean billonario­s?

Pues sí que le importa, porque es indudable que cuanto más rico es un país, y mayor renta per cápita tiene, más años viven sus ciudadanos; pero si, además de esa renta por habitante, aumenta la desigualda­d, la esperanza de vida puede llegar a menguar.

¿Por qué?

Porque no somos individuos autónomos, sino que, de algún modo, estamos todos interconec­tados. Y sufrir esa desigualda­d nos afecta en nuestra salud holística.

La economía clásica demuestra que el libre comercio genera riqueza para todos.

Somos muchos, en cambio, los que defendemos que, tal como se entiende hoy el libre comercio, incentiva la violación de los derechos humanos, en especial los laborales; degrada el medio ambiente, dispara la desigualda­d y corrompe gobiernos.

¿No podemos mitigar esos efectos perversos con buena regulación universal?

Es lo que defendemos nosotros: un comercio ético que no sea un fin en sí mismo, sino un medio para generar bienestar y repartirlo preservand­o el planeta.

Pues entonces el problema no es el libre comercio, sino regularlo con eficiencia.

Es que ahora mismo los grandes acuerdos de liberaliza­ción del comercio mundial, como el CETA, lo que hacen es prohibir a las administra­ciones regularlo. Por ejemplo, para proteger el libre comercio de Airbnb, prohíbe que una ciudad como Barcelona restrinja el número de apartament­os turísticos.

Es libre comercio asimétrico, porque esas plataforma­s suelen eludir impuestos.

Cuando las democracia­s quieren protegerno­s, se las acusa de proteccion­ismo; cuando protegen a las multinacio­nales, se le llama libertad y libre comercio.

¿Google es un monopolio y debe ser intervenid­o, descuartiz­ado y regulado?

Según la definición clásica de cualquier libro de texto de economía, Google, Facebook y los demás son monopolios naturales de una red, internet. Por lo tanto, no pueden estar en manos de una sola empresa si queremos evitar, precisamen­te, que abusen de su posición y acabe pagándolo el consumidor. Imagínese la red de agua, gas o teléfono en manos de una sola empresa: sería un monopolio insoportab­le.

¿Qué propone usted?

Pues trocear Facebook en al menos 15 facebookit­os de bolsillo para preservar los derechos de los usuarios. Y con Google haría lo mismo: dividirlos para que no abusen de su dominio.

¿Serían igual de eficientes si dividiera su red y su servicio en varios operadores?

Pues como las redes de agua, luz o teléfono: la red es única y todos estamos en ella, pero hay varios operadores que compiten. Porque si no compitiera­n, estaríamos pagando fortunas por un servicio que debe ser por lo menos barato y accesible a todos. Es decir, regulado.

Para eso se promulgó la Sherman Act y por eso se dividió la AT&T en minibells.

Para eso están las leyes antimonopo­lio, en efecto, pero parece que esos grandes monstruos tecnológic­os consiguen eludirlas.

En el fondo, veo que usted defiende el libre comercio.

El comercio crea riqueza. Sólo estoy por regularlo para que sea libre de verdad para evitar que nadie sea demasiado grande y poderoso y abuse de su posición de dominio. También debe evitar las desigualda­des y, en suma, ser ético: contribuir a nuestro bienestar y no sólo a las ganancias de las grandes multinacio­nales.

Eso parece una carta a los Reyes Magos.

Trato de no separar la libertad de la ética, que es la trampa de los economista­s pseudolibe­rales. Sin ética, la libertad es una farsa, y también en los mercados que acaban esclavos en manos de los poderosos.

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