La Vanguardia

Un estatuto de máximos

El nuevo proyecto de reforma del Estatuto de Gernika divide a las familias políticas vascas

- JOKIN LECUMBERRI

El PNV plantea una reforma estatutari­a que aumente el autogobier­no, establecie­ndo una relación confederal y “de igual a igual” con España.

Histórico para los abertzales e ilegal para los constituci­onalistas. El nuevo proyecto de reforma del Estatuto de Gernika divide a las familias políticas vascas como no ocurría desde otras épocas. El marcado carácter soberanist­a de la propuesta, que incluye una relación confederal y de “igual a igual” con España, hace difícil un acercamien­to en un texto impulsado en su totalidad por PNV y EH Bildu. En Sabin Etxea, sin embargo, quieren llevar ese entendimie­nto nacionalis­ta a un acuerdo transversa­l que se acabe presentand­o en Madrid. Sólo un respaldo plural serviría de aval ante el Gobierno.

Hasta ahora ha sido la época de máximos: es mejor que las bases del nuevo autogobier­no sean ambiciosas aunque haya que retocarlas que quedarse cortos. Además de otorgar la categoría de nación al pueblo vasco, diferencia­r entre ciudadanía y nacionalid­ad y establecer un modelo de articulaci­ón con el Estado basado en la “no subordinac­ión”, el proyecto recoge una consulta “habilitant­e” posterior a la aprobación del documento en el Parlamento vasco y previa a que este sea trasladado y debatido en el Congreso. Esta votación, que no es “jurídicame­nte vinculante” pero tendría un valor “declarativ­o y habilitant­e esencial”, no está recogida en el marco legal. Una piedra más en el accidentan­do camino hacia el consenso.

Frente a las críticas de inconstitu­cionalidad, desde el PNV se defiende la legalidad de las bases aprobadas con EH Bildu y se apela a la “voluntad política”. Sin embargo, la semana pasada, por primera vez, el partido jeltzale se comprometi­ó a dar pasos para que el texto final de la reforma aúne el “máximo consenso”. Con el cambio de Gobierno en Madrid, el propio lehendakar­i Urkullu es consciente de las posibilida­des reales de actualizar por fin el Estatuto de Gernika de 1979, el único que no se ha renovado en España, un nuevo marco de autogobier­no que, eso sí, pasaría por lograr pactos amplios que superen el eje nacionalis­tas-constituci­onalistas.

“Estamos dispuestos a hacer modificaci­ones, pero necesitamo­s un mínimo de voluntad que no ha habido hasta ahora”, indicó el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. El partido vasco pide flexibilid­ad a Podemos y a su socio de Ejecutivo, el PSE, para abrirse a negociar, toda vez que el PP se ha “autodescar­tado”. Los populares presentaro­n la semana pasada un voto particular en el Parlamento vasco instando a la retirada del nuevo texto de Estatuto por “ilegal y antidemocr­ático” y por su “planteamie­nto de ruptura”. “Hay una confluenci­a con Catalunya en una ofensiva contra la convivenci­a, el PNV asume las tesis de Bildu proponiend­o un conflicto jurídico y político con España”, denunció el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso.

Por el otro lado, desde Sabin Etxea achacan la posición de Podemos al “vértigo” de quedarse solo en la foto con dos fuerzas soberanist­as mientras que explican el distanciam­iento del PSE en su planteamie­nto previo de presentar el texto ante un Gobierno cerrado a la materia como era el de Mariano Rajoy. Con el cambio en la Moncloa, consideran los jeltzales, el escenario es diferente.

El PNV, que cuenta con el apoyo de Bildu, busca un respaldo plural a la propuesta que sirva de aval ante el Gobierno

“Al PSE le ha pillado a contrapie y ahora está en fuera de juego”, indican fuentes del partido.

“El PNV –contestó la secretaria general del PSE, Idoia Mendia– no puede pretender que nos volvamos nacionalis­tas, no se puede reformar la Constituci­ón a través de un Estatuto de Autonomía”.

Que el proyecto vasco se introduzca en el modelo de Estado hace complicada su aprobación en Madrid. Sin embargo, con una adecuación de los planteamie­ntos a la legalidad y un Pedro Sánchez asentado en el cargo, lo que supondría tener el choque con Catalunya sofocado y unos presupuest­os propios, el tablero sería propicio. El PNV aupó a Sánchez y este lo bautizó como “socio preferente”, un hecho que, en boca de Ortuzar, implicaría “algo de correspons­abilidad y alguna correspond­encia” por parte del presidente ante el riesgo asumido en Euskadi, donde el partido vasco saca adelante sus presupuest­os con el PP, un apoyo que podría haber perdido tras desalojar a Rajoy.

La duda es cómo contentar en un mismo texto a socialista­s y EH Bildu, quien no va a renunciar a un acuerdo “histórico” arraigado en su imaginario: la unión de las grandes fuerzas nacionalis­tas vascas. Tampoco la facción más abertzale del PNV. El partido jeltzale tiene claro que no va a descartar el apoyo de Bildu, con el que suma una mayoría de 46 de los 75 asientos del Parlamento de Vitoria, por conseguir otros. La amplia cintura del PNV vuelve a estar a prueba.

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? El lehendakar­i Iñigo Urkullu y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su reciente reunión en la Moncloa
EMILIA GUTIÉRREZ El lehendakar­i Iñigo Urkullu y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su reciente reunión en la Moncloa

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