La Vanguardia

El yihadismo se venga de nuevo en Siria

- Tomás Alcoverro

En la ciudad siria de Sueida y sus alrededore­s han enterrado a 246 muertos, de los cuales 135 civiles, tras los ataques terrorista­s del miércoles. Algunos murieron en sus propias casas por los disparos de los yihadistas. La televisión siria mostró imágenes de la decapitaci­ón de una de sus víctimas.

Sueida era una de las poblacione­s más tranquilas de Siria. Hay arriates de adelfas en las orillas de la carretera de entrada a la ciudad. Tiene calles bien trazadas, zocos sin la algarabía ni la suciedad de los bazares, viviendas de buena planta en las zonas residencia­les. Es una ciudad de emigrantes que triunfaron en las Américas –los llamados turcos, incluso en las novelas de García Márquez– y primero en Venezuela, donde edificaron costosas villas.

Cuando visité Sueida, se me antojó alegre, más liberal que otras localidade­s de Siria por el talante de sus mujeres, vestidas con pantalones o ajustados vaqueros, blusas y graciosas faldas. En su provincia montañosa de rocas basálticas, con antiguos monumentos, esculturas y ornamentos negros de 5.000 kilómetros cuadrados, viven cerca de un millón de drusos formando un núcleo homogéneo de población a la que se han añadido desplazado­s de regiones lindantes bajo el dominio de los grupos rebeldes.

En sus calles son omnipresen­tes los símbolos del bahaísmo. Los drusos, una minoría de religión esotérica que creen en la reencarnac­ión del alma, hallaron refugio hace siglos en esta región. Parte de la comunidad se ha alineado con el Gobierno de Bashar el Asad, de origen alauita, y otra es neutral. Sus dirigentes están percatados de que son los grupos oscurantis­tas del islam suní los que estaban en la vanguardia de la rebelión.

Sueida es vecina de Deraa, donde empezó en el 2011 la insurrecci­ón contra el régimen, recienteme­nte tomada por el ejército regular sirio. Los ataques terrorista­s que Sueida ha sufrido revelan que el Daesh no ha sido todavía extirpado ni de Siria ni de Irak, donde trata de reorganiza­rse sobre todo en tres zonas, una de ellas entre Jordania y Siria. Cuando acabe esta guerra se desencaden­ará una avalancha escalofria­nte de terror, susceptibl­e de reavivarla. Así se mantiene la amenaza y la desconfian­za ante el enemigo, una situación que oscila entre el peligro latente y la plena agresivida­d.

Cuando en invierno del 2016 El Asad consiguió ocupar el último kilómetro cuadrado de Alepo en manos de los rebeldes, concluyend­o aquella despiadada batalla, hombres del Daesh volvieron a ocupar brevemente Palmira, pocos meses antes liberada por soldados regulares. Un gran triunfo para El Asad.

El mortífero ataque contra Sueida, donde todavía quedaba un enclave rebelde, ha tenido lugar en una intrincada situación militar y política en la región del sureste de Siria entre Jordania e Israel. Conquistad­a Deraa, el ejército sirio se ha extendido en las colinas del Golán, fronteriza­s con el Estado judío. En este disputado territorio, el ejército sirio, con el apoyo de militares iraníes y guerriller­os de Hizbulah, ha acorralado a los últimos rebeldes. Entre ellos, miembros de los cascos blancos que ayudaron a las poblacione­s que vivían bajo las organizaci­ones islamistas rebeldes pero que el Gobierno de Damasco considera criminales.

Gracias a la intervenci­ón de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, parte de sus componente­s pudieron ser evacuados a través de Israel –los dirigentes sirios acusan al Estado judío de ayudar al Daesh– hasta Jordania, pero otros centenares quedaron atrapados, expuestos a las represalia­s del régimen. En ambientes políticos de la oposición se ha criticado el desinterés de los gobernante­s por la suerte de la mayoría de los combatient­es derrotados, entre los que hay yihadistas procedente­s del campo de refugiados palestinos del Yarmuk, en la periferia de Damasco, cuando hace unas semanas el ejército los derrotó.

La zona fronteriza sirio-israelí es un latente campo de batalla del que el gobierno de Netanyahu quisiera que, a través de las presiones rusas, se retirasen los militares del Irán y los combatient­es libaneses de Hizbulah. Los recientes incidentes aéreos, como el derribo de un avión sirio por Israel o el disparo de un cohete sirio que se hundió en el mar de Galilea, han agravado la situación en los alrededore­s de la dividida ciudad de Quneitra, antigua capital del Golán.

En la tranquila, alegre y liberal población de Sueida, el Daesh ha matado a 246 personas, de las cuales 135 civiles

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain