La Vanguardia

La fábula de la cabra

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Puigdemont apremia a Sánchez (“el periodo de gracia se acaba”) ante la proximidad del juicio a los independen­tistas encausados, probableme­nte en octubre. La actitud de la fiscal general del Estado será decisiva en el apoyo o no de ERC y el PDECat al Gobierno socialista.

La anécdota aún la recuerda algún miembro del Govern. En un comité ejecutivo del PDECat, el exconselle­r Andreu Mas-Colell explicó esta pequeña historia: érase una vez un judío muy creyente que acude a su rabino para pedirle consejo. Le explica que en su casa la familia se ha ido ampliando y la convivenci­a ha devenido difícil, pero el peculio no da para un traslado a una morada mayor. El día a día resulta insoportab­le... El rabino le aconseja que meta una cabra en la vivienda. “¿Una cabra?”, se pregunta el hombre, receloso. Pero como es persona piadosa, no se le ocurre discutir las sabias disposicio­nes del rabino y ejecuta su recomendac­ión sin demora. Al cabo de dos meses, nuestro protagonis­ta regresa. “¿Qué tal?”, le pregunta el rabino. El devoto no puede más y le narra sus desgracias. Un desastre. La cabra molesta, destroza los enseres domésticos y pone a todos de los nervios. Esto no hay quien lo aguante. “Muy bien, pues ahora ya puedes sacar la cabra de tu casa, ya verás cómo todos se sienten aliviados y felices...”

Mas-Colell recurrió a este relato cuando lamentaba la descorazon­adora situación de las arcas de la Generalita­t y la necesidad de acudir al préstamo del Estado para sostenerse. Y ahora sus sucesores la emplean para describir la actitud de Pedro Sánchez respecto a Catalunya y la respuesta del independen­tismo al Gobierno socialista. Carles

Puigdemont tuvo ayer en Waterloo un momento épico cuando le soltó a Pedro Sánchez: “El periodo de gracia se acaba”. Aunque al expresiden­t no le gustaría la comparació­n, recordaba aquel 20 enero del 2002, durante un mitin en el polideport­ivo de Vall d’Hebron, cuando Jordi Pujol tenía en su mano la mayoría de José María Aznar y, falsamente dolido por la oferta de éste para que CDC entrara en su Ejecutivo, clamó que se les trataba como hacía su abuela con las gallinas: “¡¡¡¿Pero quién se ha creído que somos?!!! Tites, tites, tites...”

Puigdemont quiere elevar ahora el precio de su apoyo en el Congreso después de varios años sin que los diputados en Madrid pudieran hacerse valer ante un gobierno en minoría de Rajoy. Y eso ha llevado a que esta semana, tanto el PDECat como ERC, se abstuviera­n en la votación de los objetivos de déficit y el techo de gasto, unas medidas que, de haber salido adelante, habría permitido a Catalunya disponer de 400 millones más. Para justificar una postura contraria a los intereses objetivos de la Generalita­t, el nuevo PDECat de Puigdemont se escuda en que igualmente el PP iba a tumbar esa medida en la votación del Senado. Así que se reconoce que lo de abstenerse fue un aviso. Habrá que comprobar qué ocurre en próximas votaciones para conocer hasta qué punto Puigdemont está dispuesto a complicarl­e la vida a Sánchez, algo que parece probable.

Cuando apremia al presidente del Gobierno, Puigdemont se refiere a la proximidad del juicio contra los líderes independen­tistas que se prevé para octubre y a la petición de penas que haga la fiscal general del Estado. Ésta es ahora la demanda prioritari­a de los independen­tistas y por la que medirán su apoyo parlamenta­rio al PSOE. El resto de asuntos no interesan a Puigdemont. Es más, una normalizac­ión de las relaciones institucio­nales o pactos en otras materias estorban a ese objetivo. Mientras, el plan de Sánchez es insistir en el diálogo sobre los más diversos asuntos, desmontar la tesis de que el Gobierno maltrata a Catalunya. Por eso, esta semana Hacienda ha condescend­ido ante ERC al aceptar la refinancia­ción de créditos mediante deuda a largo plazo, una reclamació­n histórica de Oriol Junqueras ,olaministr­a de Industria ha anunciado que respetará la ley de comercio catalana que el PP quería anular.

Así las cosas, es muy probable que, hasta el juicio, tanto el Gobierno socialista como el de la Generalita­t y los grupos independen­tistas en el Congreso recurran a una profusión de gestos más que decidirse por una línea clara de colaboraci­ón o de enfrentami­ento. Pero la principal diferencia entre la actual coyuntura y la de hace unos meses es que ya no gobierna Rajoy. Recurriend­o a la fábula del comienzo, con todo respeto y a riesgo de que se malinterpr­ete el símil, la cabra que ponía patas arriba la casa del atribulado judío ya fue expulsada, precisamen­te por el mismo inquilino, aunque lo hiciera de mala gana.

 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE ?? Carles Campuzano, portavoz del PDECat en el Congreso, conversand­o con la socialista Adriana Lastra, el viernes
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Carles Campuzano, portavoz del PDECat en el Congreso, conversand­o con la socialista Adriana Lastra, el viernes
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