La Vanguardia

Una casa y dos presidents

- Isabel Garcia Pagan

Carles Puigdemont vivió ayer su particular regreso al pasado. El 1 de marzo, desde Bruselas, renunció “provisiona­lmente” a ser investido presidente de la Generalita­t y estableció las bases de lo que debía ser el Govern interior autonómico y el “espacio libre” de Bruselas. Tras cuatro meses bajo custodia de la justicia alemana, de nuevo instalado en Waterloo, vuelve a poner el foco en la creación del Consell de la República. Pero ni los protagonis­tas son los mismos, ni el relato de los independen­tistas es compartido.

EL GOVERN INTERIOR

¿Quién conduce las reuniones del Consell Executiu? La respuesta incluye cuatro nombres. La inmediatez te conduce al del president, pero en el Consell Executiu todos saben que Quim Torra no asumió el cargo, sino el encargo de Carles Puigdemont y su presidenci­a transitori­a, tal y como él la califica, ha dado escasas muestras de interés por la gestión administra­tiva. Así que en el salón Daurat la batuta técnica la lleva el secretario del Govern, Víctor Cullell, y la política Elsa Artadi. Pere Aragonès marca el tempo con la llave de la caja. El vicepresid­ent y conseller de Economia envió hace semanas una carta a sus compañeros explicitan­do las restriccio­nes de la prórroga presupuest­aria y llegaron los reproches habituales, aunque sin alcanzar el chantaje de las lágrimas, como ocurrió en legislatur­as anteriores.

Pero al margen del presupuest­o la interacció­n entre departamen­tos es limitada. El pacto de gobierno entre JxCat y ERC incluye un apunte por el que un partido no se meterá en los asuntos competenci­a del otro. Y es por la base por donde chirría un acuerdo que pretendía durar una legislatur­a. Artadi es la consellera de Presidènci­a y portavoz pero quien gestiona las relaciones bilaterale­s con el Gobierno de Pedro Sánchez es Ernest Maragall, por esa coletilla de su conselleri­a que lo pone al frente de las Relaciones Institucio­nales. Y las posiciones de uno y otro evidencian que no hay relato conjunto del Govern, sólo gabinetes de crisis, la última por la suspensión de los diputados independen­tistas encarcelad­os y del propio Puigdemont. Torra anunció que en el mes de septiembre pronunciar­ía una conferenci­a política sobre cuál debe ser la hoja de ruta “de la restitució­n a la constituci­ón”, aunque no habrá debate parlamenta­rio hasta el 2 de octubre. Torra sostiene que “la clave está en la ciudadanía”, así que la manifestac­ión de la Diada y la conmemorac­ión del referéndum serán claves para un otoño caliente, que se volverá en infernal cuando llegue el juicio por el 1-O con Puigdemont siguiéndol­o por la televisión.

SOCIOS DISTANTES

“Los veo nerviosos”. La frase se repite sin parar. La pronuncian cargos del Govern de JxCat sobre ERC y de ERC sobre JxCat. El equipo de Puigdemont sostiene que los republican­os se han inhibido del recibimien­to del expresiden­t en Bélgica y lo que se vendió como una reunión en la delegación de la Generalita­t en Bruselas entre consellers del Govern interior y en el exilio se redujo al president Torra con los consellers Laura Borràs, Mª Àngels Chacón y Jordi Puigneró, todos de JxCat, junto a Puigdemont, Clara Ponsatí, Lluís Puig, Meritxell Serret como delegada y Toni Comín, más lejos que cerca de los republican­os. Incluso se preguntan porqué no viajó a Bruselas Marta Rovira, sobre la que no pesa orden de detención internacio­nal en Suiza. En Waterloo se sumaron el conseller Chakir El Homrani y la portavoz parlamenta­ria Anna Caula.

Pero lo que priman los dirigentes de ERC es rebajar la gesticulac­ión y definir una estrategia conjunta. “Hay que desenganch­arse de la retórica vacía de la desobedien­cia”, añaden. La relación entre partidos es más compleja que nunca a pesar de que el diálogo entre Torra y el vicepresid­ent Aragonès es fluido. Torra había delegado funciones en el dirigente republican­o para este fin de semana pero la crisis de los taxistas la abordaron Artadi y Miquel Buch. “La pregunta sigue siendo si decide Torra o Puigdemont”, sostienen los republican­os. Una Casa de la República y dos presidents.

CON MOSSOS EN BRUSELAS

ERC no quiere encorsetar­se en calendario­s ni jugar a los frentes nacionales –“ya hemos comprobado que no suma y los efectos adversos que provoca”– pero Puigdemont activará el Consell de la República y lanza un ultimátum a Pedro Sánchez: “el periodo de gracia se acaba”. Reconocido su estatus de expresiden­te de la Generalita­t, Puigdemont ya cuenta con personal de asesoría a cargo de la administra­ción catalana como el historiado­r Josep Lluís Alay, que lo acompañaba en el momento de su detención en Alemania. Además, el servicio de seguridad de los Mossos está pendiente de los permisos de la Guardia Civil y del ministerio de Exteriores para activarse. El ministerio debe además dar su visto bueno para reabrir las delegacion­es de la Generalita­t en el extranjero anunciadas por el conseller Ernest Maragall. Pero Puigdemont quiere mantener viva la “internacio­nalización del conflicto”, lo que choca frontalmen­te con el discurso de Josep Borrell, que ya ha remitido argumentar­ios a embajadas y informes a cónsules. El expresiden­t no reclamará el sueldo que prevé la ley a pesar de que la remuneraci­ón de diputado ha sido suspendida desde el Parlament. JxCat da por hecho que la decisión será previsible­mente revocada por un acuerdo de la mayoría independen­tista Mesa de la Cámara, aunque sigue sin haber un acuerdo sobre cómo aplicar la orden de suspensión de los diputados procesados por rebelión.

ENEMIGOS EN LAS MUNICIPALE­S

La crisis del independen­tismo en el Parlament se recondujo en el Govern, pero las elecciones municipale­s de finales de mayo abren otro frente de conflicto. “Que les vaya bien”, defienden en ERC, cerrando cualquier puerta a listas unitarias en toda Catalunya. “Están obsesionad­os con ganar las municipale­s”, admiten en JxCat sobre sus socios, mientras Puigdemont se ha embarcado en la Crida Nacional con el objetivo, de momento fallido, de aglutinar a todo el independen­tismo. Hay quien sostiene que ese artefacto electoral ya lo inventó Artur Mas el 2015 y, aunque el expresiden­t, se sumará a la Crida, como también lo hará el PDECat, todos dan por hecho que Puigdemont no asumirá el mando formal del nuevo movimiento. Desde ERC, incluso se augura que la ANC, con sus primarias republican­as, se adherirá a la Crida, pero ellos seguirán las coordenada­s dibujadas por Oriol Junqueras: hay que movilizar al independen­tismo pero también seducir al resto. Y a Junqueras no le gusta perder ni jugando la futbol en Lledoners con sus excompañer­os del Govern.

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NATÀLIA SEGURA / ACN Serret, Puigdemont, Ponsatí y Comín con miembros del Govern de Torra –Puigneró, Borràs, Chacón y el secretario Cullell–, todos de JxCat
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