Una casa y dos presidents
Carles Puigdemont vivió ayer su particular regreso al pasado. El 1 de marzo, desde Bruselas, renunció “provisionalmente” a ser investido presidente de la Generalitat y estableció las bases de lo que debía ser el Govern interior autonómico y el “espacio libre” de Bruselas. Tras cuatro meses bajo custodia de la justicia alemana, de nuevo instalado en Waterloo, vuelve a poner el foco en la creación del Consell de la República. Pero ni los protagonistas son los mismos, ni el relato de los independentistas es compartido.
EL GOVERN INTERIOR
¿Quién conduce las reuniones del Consell Executiu? La respuesta incluye cuatro nombres. La inmediatez te conduce al del president, pero en el Consell Executiu todos saben que Quim Torra no asumió el cargo, sino el encargo de Carles Puigdemont y su presidencia transitoria, tal y como él la califica, ha dado escasas muestras de interés por la gestión administrativa. Así que en el salón Daurat la batuta técnica la lleva el secretario del Govern, Víctor Cullell, y la política Elsa Artadi. Pere Aragonès marca el tempo con la llave de la caja. El vicepresident y conseller de Economia envió hace semanas una carta a sus compañeros explicitando las restricciones de la prórroga presupuestaria y llegaron los reproches habituales, aunque sin alcanzar el chantaje de las lágrimas, como ocurrió en legislaturas anteriores.
Pero al margen del presupuesto la interacción entre departamentos es limitada. El pacto de gobierno entre JxCat y ERC incluye un apunte por el que un partido no se meterá en los asuntos competencia del otro. Y es por la base por donde chirría un acuerdo que pretendía durar una legislatura. Artadi es la consellera de Presidència y portavoz pero quien gestiona las relaciones bilaterales con el Gobierno de Pedro Sánchez es Ernest Maragall, por esa coletilla de su conselleria que lo pone al frente de las Relaciones Institucionales. Y las posiciones de uno y otro evidencian que no hay relato conjunto del Govern, sólo gabinetes de crisis, la última por la suspensión de los diputados independentistas encarcelados y del propio Puigdemont. Torra anunció que en el mes de septiembre pronunciaría una conferencia política sobre cuál debe ser la hoja de ruta “de la restitución a la constitución”, aunque no habrá debate parlamentario hasta el 2 de octubre. Torra sostiene que “la clave está en la ciudadanía”, así que la manifestación de la Diada y la conmemoración del referéndum serán claves para un otoño caliente, que se volverá en infernal cuando llegue el juicio por el 1-O con Puigdemont siguiéndolo por la televisión.
SOCIOS DISTANTES
“Los veo nerviosos”. La frase se repite sin parar. La pronuncian cargos del Govern de JxCat sobre ERC y de ERC sobre JxCat. El equipo de Puigdemont sostiene que los republicanos se han inhibido del recibimiento del expresident en Bélgica y lo que se vendió como una reunión en la delegación de la Generalitat en Bruselas entre consellers del Govern interior y en el exilio se redujo al president Torra con los consellers Laura Borràs, Mª Àngels Chacón y Jordi Puigneró, todos de JxCat, junto a Puigdemont, Clara Ponsatí, Lluís Puig, Meritxell Serret como delegada y Toni Comín, más lejos que cerca de los republicanos. Incluso se preguntan porqué no viajó a Bruselas Marta Rovira, sobre la que no pesa orden de detención internacional en Suiza. En Waterloo se sumaron el conseller Chakir El Homrani y la portavoz parlamentaria Anna Caula.
Pero lo que priman los dirigentes de ERC es rebajar la gesticulación y definir una estrategia conjunta. “Hay que desengancharse de la retórica vacía de la desobediencia”, añaden. La relación entre partidos es más compleja que nunca a pesar de que el diálogo entre Torra y el vicepresident Aragonès es fluido. Torra había delegado funciones en el dirigente republicano para este fin de semana pero la crisis de los taxistas la abordaron Artadi y Miquel Buch. “La pregunta sigue siendo si decide Torra o Puigdemont”, sostienen los republicanos. Una Casa de la República y dos presidents.
CON MOSSOS EN BRUSELAS
ERC no quiere encorsetarse en calendarios ni jugar a los frentes nacionales –“ya hemos comprobado que no suma y los efectos adversos que provoca”– pero Puigdemont activará el Consell de la República y lanza un ultimátum a Pedro Sánchez: “el periodo de gracia se acaba”. Reconocido su estatus de expresidente de la Generalitat, Puigdemont ya cuenta con personal de asesoría a cargo de la administración catalana como el historiador Josep Lluís Alay, que lo acompañaba en el momento de su detención en Alemania. Además, el servicio de seguridad de los Mossos está pendiente de los permisos de la Guardia Civil y del ministerio de Exteriores para activarse. El ministerio debe además dar su visto bueno para reabrir las delegaciones de la Generalitat en el extranjero anunciadas por el conseller Ernest Maragall. Pero Puigdemont quiere mantener viva la “internacionalización del conflicto”, lo que choca frontalmente con el discurso de Josep Borrell, que ya ha remitido argumentarios a embajadas y informes a cónsules. El expresident no reclamará el sueldo que prevé la ley a pesar de que la remuneración de diputado ha sido suspendida desde el Parlament. JxCat da por hecho que la decisión será previsiblemente revocada por un acuerdo de la mayoría independentista Mesa de la Cámara, aunque sigue sin haber un acuerdo sobre cómo aplicar la orden de suspensión de los diputados procesados por rebelión.
ENEMIGOS EN LAS MUNICIPALES
La crisis del independentismo en el Parlament se recondujo en el Govern, pero las elecciones municipales de finales de mayo abren otro frente de conflicto. “Que les vaya bien”, defienden en ERC, cerrando cualquier puerta a listas unitarias en toda Catalunya. “Están obsesionados con ganar las municipales”, admiten en JxCat sobre sus socios, mientras Puigdemont se ha embarcado en la Crida Nacional con el objetivo, de momento fallido, de aglutinar a todo el independentismo. Hay quien sostiene que ese artefacto electoral ya lo inventó Artur Mas el 2015 y, aunque el expresident, se sumará a la Crida, como también lo hará el PDECat, todos dan por hecho que Puigdemont no asumirá el mando formal del nuevo movimiento. Desde ERC, incluso se augura que la ANC, con sus primarias republicanas, se adherirá a la Crida, pero ellos seguirán las coordenadas dibujadas por Oriol Junqueras: hay que movilizar al independentismo pero también seducir al resto. Y a Junqueras no le gusta perder ni jugando la futbol en Lledoners con sus excompañeros del Govern.