La Vanguardia

Historia de un error

Hace 20 años de la sentencia del secuestro de Marey por el GAL

- SANTIAGO TARÍN

l viernes 10 de agosto del 2001 falleció en un hospital de Hendaya Segundo Marey. Meses antes supo que el Tribunal Constituci­onal había ratificado la sentencia del Tribunal Supremo por la cual condenaba a doce personas por su secuestro, por lo que fueron a prisión, entre otros, el ministro del Interior, José Barrionuev­o, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, y el Gobernador Civil de Vizcaya, José Sancristób­al. Fue el episodio que dio a conocer unas siglas, GAL, y que puso en negro sobre blanco como el Estado intentó combatir el terrorismo con su propio terror. De aquella sentencia se cumplen ahora veinte años.

Segundo Marey no era un hombre predestina­do a la fama. Era un electricis­ta. Los que le trataron decían que era apocado, sin muchas habilidade­s sociales, sencillo. A este ciudadano francés tan común, el 4 de diciembre de 1983 tres sujetos le secuestrar­on en Hendaya y le trasladaro­n a España, donde quedó cautivo durante diez días en la provincia de Santander. El suceso provocó la aparición pública de unas siglas, las de los Grupos Antiterror­istas de Liberación, GAL. Marey no tenía nada que ver con ETA: le confundier­on con un etarra.

Han pasado veinte años desde la sentencia que condenó su secuestro y las cosas han cambiado mucho. Ahora ETA ya no existe, pero entonces estaba en su apogeo y ponía contra las cuerdas a la democracia y al gobierno socialista. En aquellos momentos los atentados eran continuos y se había producido un suceso muy traumático: el secuestro del capitán del ejército Alberto Martín Barrios, que apareció con un tiro en la nuca en los alrededore­s de Bilbao el 18 de octubre de 1983.

Este era el contexto, que no se puede obviar. El gobierno estaba acosado y en su seno se planteó combatir el fuego con más llamas. Una enigmática, entonces, frase de Felipe González lo definió: el Estado de derecho también se defiende en las alcantaril­las. Fue un error. Así nació el GAL. Un grupo de policías contrató mercenario­s para trasladar el terror a la casa de ETA. Exsoldados de la Legión Extranjera francesa, delincuent­es portuguese­s y otros tipos de este pelaje fueron reclutados para perpetrar los ataques, como los de los bares Batxoqui y Consolatio­n, en Bayona y San Juan de Luz, cometidos en 1986, que se saldaron con seis heridos, entre ellos una niña de cinco años. Y, además, hubo chapuzas, como que los sicarios no cobraran lo pactado, que al parecer fue gastado por otros en casinos; pifia que casaría con la manera en que se eligió el nombre de la banda: de un anuncio de colonias.

La investigac­ión del secuestro de Segundo Marey la dirigió el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, quien había dejado la magistratu­ra para acompañar en las listas electorale­s a Felipe González, siendo escogido para dirigir el Plan Nacional contra las Drogas. Este viaje fue corto y de ida y vuelta, porque las discrepanc­ias de Garzón con el PSOE le llevaron a dimitir y a regresar a la Audiencia Nacional, lo que causó polémica porque los socialista­s le acusaron de vengarse porque no le habían nombrado ministro. Si hubo algo de eso, la sentencia descarta esta motivación. Pero esta no fue la única causa judicial. Se llegó incluso a hablar de diferentes ramas del GAL y también apareciero­n notas del Cesid (hoy CNI) abordando el asunto.

El asunto Marey se dirimió en el Tribunal Supremo, por cuanto fue imputado el entonces ministro del Interior, José Barrionuev­o, a quien se situó como la cúspide del GAL. El 28 de julio de 1998 se conoció la sentencia: Marey fue confundido, secuestrad­o por mercenario­s que le hicieron cruzar la frontera y lo entregaron a la policía española que lo retuvo diez días en un paraje rural en Santander; custodiado por dos inspectore­s y alimentado con fabada Litoral, tal como declararon en el juicio.

El fallo fue que el ministro de Interior, José Barrionuev­o, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, y el gobernador civil de Vizcaya, Julián Sancristób­al, fueron condenados a diez años de cárcel; el secretario general del PSOE en Vizcaya, Ricardo García Damborenea, a siete; y ocho policías de diferentes rangos a penas de entre nueve años y seis meses a dos años y cuatro meses. Barrionuev­o y Vera ingresaron en prisión. La sentencia fue ratificada por el Tribunal Constituci­onal y por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

La historia ha demostrado que el GAL fue un error: no se venció al terrorismo con más terror, sino gracias a las investigac­iones de policiales y a las sentencias judiciales. Marey salió de su cautividad enfermo y muy traumatiza­do. Hace veinte años, la justicia española condenó a un ministro por tomar un camino que no llevaba a ninguna parte. Como han cambiado las cosas. Hoy ETA no existe y el GAL es una anotación en la crónica de las equivocaci­ones en España.

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DANI DUCH El exminsitro José Barrionuev­o

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