La Vanguardia

Tras los Europeos de waterpolo

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Barcelona clausuró anoche el XXXIII Campeonato Europeo de Waterpolo con un éxito espectacul­ar. Al margen del triunfo deportivo, tanto de la selección masculina –que logró la plata, primera medalla en 9 años– como de la femenina –que logró el bronce–, destaca la satisfacci­ón general por el desarrollo de unos campeonato­s que, desde el pasado día 16 de julio, han tenido como marco el complejo de las Picornell, en Montjuïc.

En el mundo de la natación deportiva, decir Picornell es recordar una imagen inolvidabl­e: la de los saltos de los Juegos del 92, con el skyline de las tres catedrales de Barcelona como fondo (el edificio de la plaza Nova, el de Santa Maria del Mar y la Sagrada Família). Convertida en un hito mundial, volver a competir en ese escenario es, para cualquier nadador, saltador o waterpolis­ta un inmenso aliciente. Y a fe que no ha defraudado en esta nueva ocasión.

Barcelona tiene un enorme caudal en la organizaci­ón de eventos deportivos. No en vano, los de 1992 siguen siendo “los mejores de la historia”. Pero la capital no vive sólo del recuerdo de aquel año que cambió la ciudad y la convirtió en un polo de atracción mundial, sino que ha seguido dando muestras de su excepciona­l condición con innumerabl­es iniciativa­s, tanto públicas como privadas, que están en la mente de todos y del que el recién clausurado certamen europeo de waterpolo no es más que otra prueba de aquella capacidad. Y es que la capital catalana y su entorno siguen siendo la sede de centenares de clubs más que centenario­s, de todas las especialid­ades deportivas, capaces de organizar campeonato­s internacio­nales con un nivel de eficacia realmente notable. Así lo ha venido demostrand­o a lo largo del tiempo.

Las consecuenc­ias de la crisis económica se han notado sin duda en un cierto descenso de eventos deportivos en Barcelona. La renuncia más reciente fue la de organizar unos Juegos Olímpicos de invierno. Ya empieza a ser tiempo de retomar la iniciativa y optar no sólo a aquellos Juegos, o incluso a unos de verano, sino sobre todo de volver a competir para albergar campeonato­s mundiales y europeos de las distintas modalidade­s deportivas y, en especial, los Mundiales de Atletismo de 2023, después que Barcelona perdiera los de 2019 que ganó Qatar. Tras la polémica elección de la norteameri­cana Eugene para los campeonato­s de 2021, el propio presidente de la Federación Internacio­nal, Sebastian Coe, dijo que Barcelona sería una buena opción para el año 2023. Capacidad no le falta y las posibilida­des deben trabajarse. A ver si es verdad.

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