Omnipotencia
ROSA MARÍA MATEO. Nada es bueno o malo del todo, debe de pensar Rosa María Mateo, flamante administradora única de RTVE, aunque sea a título provisional (como todo en esta vida): lo que le supuso una desventaja hace unos años, cuándo se lamentaba de que ser mujer y veterana le penalizaba profesionalmente, resulta ser ahora una ventaja ante cualquier otro candidato en los laboriosísimos consensos parlamentarios para tan delicado cargo. Porque Rosa María Mateo es una indiscutida gran dama de la televisión en España por veteranía, conocimiento del medio y mirada femenina, además de atesorar su leyenda de musa de la transición (sobre todo desde su lectura del manifiesto de fervor democrático al día siguiente de la intentona golpista del 23-F). La elección de Rosa María Mateo incomodará a los enterradores del que denominan “régimen del 78”, pues verán que el actual abismo de desacuerdos partidistas sólo puede salvarlo una figura de la denostada transición. Pero sobre TVE no me engaño: el propósito de todos los partidos es el de manipularla en su propio beneficio (sucede lo mismo en TV3, hoy con mayoritaria visibilidad de la propuesta independentista). Siempre ha sido así en TVE, a excepción del modélico septenato de Zapatero (al que los propios jerarcas del PSOE reprochaban no aprovecharse de TVE), y parece que así seguirá: que se prepare Rosa María Mateo ante los reiterados telefonazos en cuanto intente reorganizar los servicios informativos de TVE..., para lo que la ley le otorga plenos poderes desde el cargo que ocupa . ¡Que sensación de omnipotencia!
Cuatro imágenes viejas, una mesa redonda, tres horas de comadreo sobre Julio Iglesias, ¡y funciona!
Llega el verano en TVE, y sus ejecutivos se han planteado llenar la programación de una noche de jueves con muy poca inversión, y de ese propósito sale la emisión Lazos de sangre del pasado jueves sobre Julio Iglesias: algunas imágenes de viejas revistas, alguna grabación con una declaración de un hijo legítimo del cantante y de otro no reconocido, una mesa redonda con media docena de periodistas, ¡y a correr! Y funciona: el efecto hipnótico de Julio Iglesias, Isabel Preysler y sus sucesivos matrimonios ha cosechado un muy reseñable 13,6% de cuota de pantalla. Y eso que en la mesa no ha habido ninguna revelación llamativa ni escandalosa: se trata sólo de darle a la lengua durante tres horas. Y debo reconocer aquí que las jugosas ironías y confidencias del gran periodista musical José Ramón Pardo (conocedor de primera mano, según relató, de la personalidad de Julio Iglesias) justificaban echarle un vistazo a este prolongado comadreo. Sostuvo Pardo que cualquiera que trate un ratito con Julio Iglesias caerá rendido a su encanto, como a él mismo le sucedió. Puedo corroborarlo: entrevisté a Julio Iglesias hace años y descubrí lo simpatiquísimo y listísimo que es: supo halagarme como periodista (con gran convicción me dijo que yo merecía tener mi propio programa de televisión) y me regaló un maravilloso titular cuándo le pregunté a qué no renunciaría jamás de todo lo que en este mundo atesora: “¡A mi jet privado! ¡Todos deberíais tener un jet privado!”. Grande. ¡Felices vacaciones (aunque sea sin jet privado)!