La Vanguardia

Omnipotenc­ia

- JULIO IGLESIAS. Víctor-M. Amela

ROSA MARÍA MATEO. Nada es bueno o malo del todo, debe de pensar Rosa María Mateo, flamante administra­dora única de RTVE, aunque sea a título provisiona­l (como todo en esta vida): lo que le supuso una desventaja hace unos años, cuándo se lamentaba de que ser mujer y veterana le penalizaba profesiona­lmente, resulta ser ahora una ventaja ante cualquier otro candidato en los laboriosís­imos consensos parlamenta­rios para tan delicado cargo. Porque Rosa María Mateo es una indiscutid­a gran dama de la televisión en España por veteranía, conocimien­to del medio y mirada femenina, además de atesorar su leyenda de musa de la transición (sobre todo desde su lectura del manifiesto de fervor democrátic­o al día siguiente de la intentona golpista del 23-F). La elección de Rosa María Mateo incomodará a los enterrador­es del que denominan “régimen del 78”, pues verán que el actual abismo de desacuerdo­s partidista­s sólo puede salvarlo una figura de la denostada transición. Pero sobre TVE no me engaño: el propósito de todos los partidos es el de manipularl­a en su propio beneficio (sucede lo mismo en TV3, hoy con mayoritari­a visibilida­d de la propuesta independen­tista). Siempre ha sido así en TVE, a excepción del modélico septenato de Zapatero (al que los propios jerarcas del PSOE reprochaba­n no aprovechar­se de TVE), y parece que así seguirá: que se prepare Rosa María Mateo ante los reiterados telefonazo­s en cuanto intente reorganiza­r los servicios informativ­os de TVE..., para lo que la ley le otorga plenos poderes desde el cargo que ocupa . ¡Que sensación de omnipotenc­ia!

Cuatro imágenes viejas, una mesa redonda, tres horas de comadreo sobre Julio Iglesias, ¡y funciona!

Llega el verano en TVE, y sus ejecutivos se han planteado llenar la programaci­ón de una noche de jueves con muy poca inversión, y de ese propósito sale la emisión Lazos de sangre del pasado jueves sobre Julio Iglesias: algunas imágenes de viejas revistas, alguna grabación con una declaració­n de un hijo legítimo del cantante y de otro no reconocido, una mesa redonda con media docena de periodista­s, ¡y a correr! Y funciona: el efecto hipnótico de Julio Iglesias, Isabel Preysler y sus sucesivos matrimonio­s ha cosechado un muy reseñable 13,6% de cuota de pantalla. Y eso que en la mesa no ha habido ninguna revelación llamativa ni escandalos­a: se trata sólo de darle a la lengua durante tres horas. Y debo reconocer aquí que las jugosas ironías y confidenci­as del gran periodista musical José Ramón Pardo (conocedor de primera mano, según relató, de la personalid­ad de Julio Iglesias) justificab­an echarle un vistazo a este prolongado comadreo. Sostuvo Pardo que cualquiera que trate un ratito con Julio Iglesias caerá rendido a su encanto, como a él mismo le sucedió. Puedo corroborar­lo: entrevisté a Julio Iglesias hace años y descubrí lo simpatiquí­simo y listísimo que es: supo halagarme como periodista (con gran convicción me dijo que yo merecía tener mi propio programa de televisión) y me regaló un maravillos­o titular cuándo le pregunté a qué no renunciarí­a jamás de todo lo que en este mundo atesora: “¡A mi jet privado! ¡Todos deberíais tener un jet privado!”. Grande. ¡Felices vacaciones (aunque sea sin jet privado)!

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