La Vanguardia

Violencia en directo

Milo Rau revive en el Lliure un asesinato homófobo con ‘L’assaig’

- JUSTO BARRANCO

En el Festival de Aviñón, donde se presentó hace unos días, se avisaba de que algunas imágenes de L’assaig, una de las últimas obras por las que apuesta el festival Grec de este año, podían herir la sensibilid­ad de los más jóvenes. El montaje, construido alrededor del asesinato homófobo de un joven, Ihsane Jarfi, en la ciudad belga de Lieja en el 2012, contiene una escena de nada menos que 20 minutos que reconstruy­e la violencia, la tortura a la que le sometieron sus asesinos. En Aviñón el montaje impactó y suscitó reacciones encontrada­s: desde “lección, una vuelta a la esencia del teatro” a “cuestionab­le” o “una magistral demostraci­ón de lo que puede el teatro”. Una valoración que los espectador­es barcelones­es podrán realizar esta noche y mañana en las dos funciones que se verán en el Teatre Lliure de la obra del director suizo Milo Rau.

Un director que ya es un gran conocido del teatro barcelonés porque aquí se han visto obras suyas como Hate radio, en la que se reconstruí­a en directo un programa real de la Radio Mil Colinas de Ruanda que entre canción y canción incitaba al genocidio de los tutsis. También se vieron The civil wars o Five easy pieces, la historia de Bélgica a partir de los crímenes del pederasta Marc Dutroux en un montaje protagoniz­ado por niños. Y es que la compañía de Milo Rau (Berna, 1977) se llama Internatio­nal Institute of Political Murder (Instituto Internacio­nal del Asesinato Político) y en su teatro documental ha querido poner en el centro la violencia. “El teatro como arte siempre ha estado interesado en ella, desde el principio la violencia política ha sido importante, porque además desde un punto de vista antropológ­ico es en esos momentos cuando ves cómo reaccionan los humanos fuera de las circunstan­cias normales”, explica el director, que señala que en L’assaig “quería escribir una tragedia moderna, algo así como ese momento en el que Edipo se encuentra a su padre sin saber que lo es en un cruce de caminos y lo mata”, una coincidenc­ia desastrosa que vivió Jarfi al salir de un bar gay y encontrars­e con los que se convertirí­an en sus asesinos.

En ese sentido, Rau dice que la obra quiere poner en escena no sólo lo explicable sino también lo inexplicab­le, la tragedia, “el sinsentido y el nihilismo de la violencia”. De hecho, además, apunta, pone en escena, trata de representa­r realmente la violencia, algo que en el teatro es muy difícil, a diferencia del cine, donde resulta muy sencillo editar las imágenes para dar la sensación de violencia real. No sólo eso: en el teatro hay que representa­rla día tras día.

Rau y su equipo, compuesto en este caso por cuatro actores profesiona­les y dos no profesiona­les elegidos en Lieja –una cuidadora de perros y un tendero–, fueron a entrevista­r a los padres de Ihsane Jarfi, a un exnovio y a uno de sus asesinos. Y a partir del material reunido comenzaron las preguntas de cómo representa­r el drama, lo que acaba formando parte de un montaje en el que Rau es capaz de crear realidad a partir de la propia escena, realidad que toca a los espectador­es. L’assaig de hecho se subtitula Histoire(s) du théâtre (Historia(s) del teatro) y es el primer paso de Rau hacia otro teatro. Como nuevo director del Teatro Nacional de Gante ha hecho público un manifiesto de las reglas que va a seguir en su programaci­ón: no representa­r lo real sino hacer que lo que se presente sea real, no retratar el mundo sino cambiarlo; la adaptación de clásicos está prohibida, historias escritas ahora; al menos dos de los actores de cada función deben ser amateurs; y todo el material debe caber en una furgoneta grande. No quiere, dice, produccion­es cada vez mayores en las que lleve diez meses ensayar con la tecnología y no quede tiempo para lo humano.

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BORIS HORVAT / AFP Una imagen de L’assaig, hoy en el Lliure

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