La Vanguardia

Sin gritos, con mimo

Jóvenes y veteranos consideran clave en el éxito “la mano izquierda” de David Martín

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Se nota que estudió Psicología... David es un entrenador que nos sabe llevar muy bien, tiene esa habilidad de saber en qué apretarnos en cada momento. Estamos todos encantados con él, por su forma de trabajar, por su trato, muy diferente al que estábamos acostumbra­dos. Ha dado en la tecla”.

La opinión de Miguel de Toro (24), la torre de la selección española (2,04 m y 110 kg), resume fielmente el sentir de los 13 jugadores cuando se les cuestiona sobre el motivo de su éxito en el Europeo, sobre el proceso de maduración acelerado de un grupo tierno que comenzaba su camino hace justo un año y medio, en enero del 2017.

Para entender la idiosincra­sia y la respuesta de esta selección hay que remontarse a finales del 2016. España estaba en descomposi­ción tras cerrar un curso horroroso: 7.ª en los Juegos –su peor clasificac­ión desde Munich’72–, 5.ª en el Europeo, y un equipo roto –se marchaban Molina, Echenique (con Italia) y Sziranyi, se retiraba Iñaki Aguilar, antes se había ido Xavi Garcia (Croacia)–. Los que se quedaban estaban quemados con los métodos de Gabi Hernández, el selecciona­dor (2014-2016) que había recogido el testigo de Rafa Aguilar.

La Federación pasó el encargo de reconstrui­r la selección a David Martín (Barcelona, 1977), exjugador del Barcelonet­a (retirado en el 2013), que era ayudante de su hermano Chus en el club marinero, y que había dirigido a la selección juvenil subcampeon­a mundial 2014.

Martín afrontó el reto de la renovación sin complejos y sin hipotecas, pensando en Tokio 2020: “Mi idea es dar minutos a los jóvenes, que han demostrado en categorías inferiores que son capaces de ganar medallas”. Así, confió en una base de veteranos, excompañer­os del Barcelonet­a –Fernández, Pinedo, Mallarach, Minguell–, y convocó a jóvenes que conocía del club o como director técnico de la Federació Catalana, como Tahull, Granados, Bustos, De Toro, Larumbe o Munárriz. Con la guinda, desde este Europeo, del regresado Perrone.

Arrancaron en el Mundial de Budapest 2017, con sólo tres meses de trabajo. Fueron novenos. “Nos pilló muy prematuro. Éramos 6 nuevos, no teníamos experienci­a internacio­nal”, admite De Toro. Pero esta primavera del 2018 dieron “un salto de calidad disputando la Europa Cup (plata) y la Liga Mundial (bronce)”. Se curtieron. “Y formamos un grupo solidario dentro y fuera del agua, seguimos todos un mismo criterio de juego, nos partimos la cara el uno por el otro”, añade Miguel. “Desde un inicio David nos dio su confianza, nos dijo cómo sería nuestra progresión, y teníamos la ayuda de los veteranos”, añade Tahull (21).

Pero, sobre todo, el hecho diferencia­l es Martín. “Él ha cambiado el sistema de trabajo del equipo, y psicológic­amente es diferente: lo ha encarado de un modo más llevadero, no tan exigente, y eso ha hecho que los jóvenes lleguen más tranquilos, más relajados. Siempre exige el máximo, pero con mano izquierda, sin apretar en otros aspectos. No estamos tan presionado­s. Él nos ha dejado claro que venimos aquí a disfrutar”, explica Mallarach. “Con David no hay gritos. Si te chilla, preocúpate. Es la antítesis del otro entrenador que teníamos antes”.

Para los jóvenes, Martín ha sido como un hermano mayor protector. “El trato desde el principio ha sido excelente. Con nosotros ha tenido mucha motivación, a cada uno ha sabido sacarle el jugo, apretando o aflojando. Esto no pasaba antes con los métodos de Gabi, que no encajaron”, confiesa De Toro.

“Con David no hay gritos; si te chilla, preocúpate; él ha hecho que los jóvenes lleguen más tranquilos”

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David Martín lanzando instruccio­nes a sus jugadores, ayer en Montjuïc

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