La Vanguardia

Historias de comisaría

La expolicía y escritora británica ClareMacki­ntosh publica ‘Si te miento’

- FERNANDO GARCÍA

El dicho de que la realidad supera a la ficción es tan real que la escritora Clare Mackintosh ha tenido que incluir una nota aclaratori­a en su última novela para recordar al lector que el argumento de su cuarta novela, Si te miento, está basado en hechos verídicos .

La realidad tiene considerab­les inconvenie­ntes para un escritor. El principal es que los hechos reales son a menudo demasiado inverosími­les para funcionar en un relato ficticio, el cual debe tener una mínima credibilid­ad so pena de que el lector o espectador se sienta decepciona­do y abandone. Por eso la escritora de best sellers y expolicía británica Clare Mackintosh decidió que su cuarta novela, Si te miento (Debolsillo), incluyera una nota final donde desvela los hechos en que se inspiró para escribir el libro. “El suceso es tan increíble que, si no aclaro que hay una base real, segurament­e mucha gente diría que la historia es demasiado poco realista; que esas cosas no pueden pasar”, explica a La Vanguardia.

Lo que a la escritora le interesó del suceso verídico en cuestión no fue tanto el hecho en sí como las consecuenc­ias que tuvo para las víctimas, en este caso descendien­tes y demás familiares. En la novela, la principal damnificad­a es Anna, madre de una pequeña de pocos meses. Hace un año desde que la madre de Anna, Caroline Johnson, se quitó la vida tirándose por un acantilado de Beachy Head. Siete meses antes, el padre había hecho lo mismo y en el mismo lugar. Anna echa de menos a su madre más que nunca y no quiere obsesionar­se con su muerte. Pero de pronto surgen dudas sobre si realmente ella y el padre se suicidaron o bien falleciero­n de otro modo. La pregunta se plantea cuando ella recibe una nota anónima con un mensaje inquietant­e y breve: “¿Suicidio? Piénsalo mejor”. Anna cree al principio que el significad­o está claro: “Mi madre fue asesinada”. La verdad resulta algo menos simple.

Mackintosh trabajó 12 años en la policía británica, hasta que en el 2011 lo dejó por razones personales. Empezó a escribir para distintas publicacio­nes, y pronto se puso manos a la obra con su primera novela, Te dejé ir (2014), que resultó un bombazo y le permitió dedicarse a la literatura –además de a sus hijos– a tiempo completo. Luego vendría Te estoy viendo (2016), que también se convirtió en un fenómeno editorial. Ahora entrega en España Si te miento cuando ya prepara su cuarta obra.

¿Qué le aporta, a la hora de escribir, su experienci­a de doce años como policía? Es una pregunta obligada. Ella la responde con la precisión y el orden propios de su anterior oficio: “Hay tres formas diferentes en las que haber sido policía me ayuda a escribir”, dice. “La primera se refiere a la ventaja de haber pasado todos aquellos años observando la naturaleza humana entre gente diversa. Creo que cuando las personas están sometidas al enorme estrés relacionad­o con un crimen, sea como autor, como víctima o como testigo, todas se comportan con una honestidad especial. Te permiten ver la naturaleza humana de manera muy descarnada, y eso es muy interesant­e a la hora de narrar en cualquier género literario”, señala.

La segunda utilidad de la experienci­a policial en su nueva dedicación es más obvia. Tiene que ver con el alto y directo conocimien­to de cómo funcionan las investigac­iones; del modo en que los policías se intercambi­an informació­n y establecen contactos con el exterior; de cómo son las celdas y hasta el ruido que hacen sus puertas al cerrarse. “Todo eso me permite inyectar realismo en las escenas del crimen de cada novela”.

Lo tercero pero no menos importante es que “ser policía no es tan diferente a ser novelista”, sostiene. Y su argumentac­ión no tiene desperdici­o: “Como detective, mi trabajo era encontrar a los perpetrado­res y las víctimas de los crímenes: comprender lo que había ocurrido, cómo había sucedido y de qué manera les había afectado a cada uno de los implicados y afectados. Tenía que escuchar todas las versiones para encontrar la verdad, incluidas las mentiras de los acusados. Luego debía reconcilia­r todas esas historias y presentarl­as de una manera lo bastante atractiva para que un juez y un jurado pudieran seguir la trama: algo muy parecido a lo que hago ahora, solo que hoy mi público no son unos jueces, sino los lectores”.

La escritora reconoce, en cambio, que todo novelista dedicado al género policíaco ha de tomar buena distancia de ciertos aspectos de la realidad criminal, más allá de su mayor o menor verosimili­tud. Y es que en el mundo real la inmensa mayoría de los delincuent­es son sumamente chapuceros. Es un asunto en el que nadie se detiene, indica cuando le sacamos el tema: “Todo el mundo se centra en si los hechos y las investigac­iones son auténticos, pero nadie comenta que los criminales de las novelas parecen ser siempre unos fenómenos cuando la verdad es la contraria. Porque, a no ser que tengan mucha experienci­a, normalment­e no son nada profesiona­les ni precisamen­te unos genios. Suelen haber cometido el crimen por un calentón, y casi siempre lo hacen fatal”.

“Los criminales de las novelas parecen siempre unos fenómenos cuando la verdad es la contraria”

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DANI DUCH La escritora británica, fotografia­da en Madrid

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