El presidente impune (de momento)
Muchas de las cosas que hizo o dijo Donald Trump desde que anunció su candidatura a la presidencia hasta que se alzó con la nominación republicana en la convención de Cleveland habrían hundido a cualquier candidato. Muchas de las cosas que hizo o dijo el candidato Donald Trump desde que obtuvo la nominación hasta las elecciones deberían haber propiciado su derrota ante Hillary Clinton. Muchas de las cosas que ha hecho o dicho desde que es presidente tendrían que haberle acercado peligrosamente al procesamiento y remoción de su cargo (impeachment) o habrían arruinado sus posibilidades de reelección. Y, sin embargo, es obvio que nada de esto ha sucedido y que Donald John Trump, de 72 años, es a fecha de hoy el favorito para obtener la victoria en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre del 2020.
Como posibles razones del fenómeno hay que citar, en primer lugar, la extraordinaria capacidad del personaje para fijar la agenda, desviando la atención de la opinión pública de una cuestión incómoda a otro tema. La reciente cumbre de Helsinki, en la que pareció fiarse más de Vladímir Putin que de sus propias agencias estatales de seguridad, se saldó con un clamoroso fracaso personal, pero en seguida se las apañó para engancharse con el Gobierno iraní. Que eso propiciara un peligroso intercambio de declaraciones y un incremento del precio del petróleo es lo de menos, lo importante es que Helsinki pasó a un segundo plano.
Pero hay otras razones de peso por las que la popularidad del presidente no se resiente o, como mínimo, no baja más. Por ejemplo, muchos estadounidenses creen que su país soporta unas inversiones en defensa –la OTAN sería el exponente más evidente– muy superior al que le corresponde. Existe un poderoso argumento en el sentido de que las empresas chinas pueden invertir e instalarse donde les plazca, pero que las empresas occidentales siempre tendrán en China un papel secundario o al dictado de lo que decida el socio local.
En fin, muchos economistas admiten que la globalización ha acarreado pérdida de puestos de trabajo y reducciones salariales en varios sectores industriales del mundo desarrollado. Es evidente que las guerras comerciales no son la respuesta adecuada, antes al contrario pueden agravar el problema. Pero es asimismo evidente que esgrimir el espantajo de que los socios comerciales de Estados Unidos no juegan –no jugamos– limpio, tiene mucho recorrido en el imaginario local.
Obviamente, todo esto puede cambiar. La larga y minuciosa investigación de la trama rusa que está llevando a cabo el fiscal especial Robert Mueller ya ha propiciado numerosos procesados y sus conclusiones prometen ser demoledoras para el presidente. De una gravedad potencialmente mayor es la aparente decisión de su abogado personal de toda la vida, Michael Cohen, de colaborar con la fiscalía de Manhattan en la investigación de los trapos sucios del primer mandatario. De esto ya hemos tenido un aperitivo, la difusión en la cadena CNN de una conversación grabada en la que Cohen parece recibir de Trump la orden de comprar por
Trump es, a día de hoy, el claro favorito para ganar las elecciones presidenciales del 3 de noviembre del 2020
La recesión puede llegar a EE.UU. antes de las presidenciales, y de ahí el nerviosismo de Donald Trump
150.000 dólares el silencio de una exmodelo de la revista Playboy con la que aparentemente tuvo un lío en el 2006.
Y, sin embargo, el mayor obstáculo para la reelección de Trump puede residir en una cuestión bastante más prosaica, la evolución de la economía. Si se prolonga hasta el verano del 2019, estaríamos ante la etapa de expansión de la economía norteamericana más duradera desde que hay estadísticas.
La mayoría de los gestores de fondos consultados por el Bank of America, publicaba el Financial Times, cree que la recesión llegará a Estados Unidos en el segundo semestre del 2019 o a principios del 2020, poco antes de las próximas elecciones presidenciales. De ahí el nerviosismo con el que Trump afronta el calendario de alzas de tipos de interés que contempla la Reserva Federal. Plus ça change...