El talento en la sociedad 4.0

La forma de entender y valorar el talento es hoy diferente. El desarrollo económico y social en la sociedad 4.0 (más flexible, democrática, colaborativa y abierta a los ciudadanos) ya no depende sólo de lo brillantes que sean unos pocos, sino de su capacidad para formar a gran escala personas competentes en todos los órdenes de la vida. Las personas brillantes son necesarias, sin ellas el progreso no sería posible, pero también lo son los ciudadanos competentes tecnológica, laboral, emocional y socialmente. Se puede afirmar que el talento está tanto o más relacionado con unas competencias personales amplias, multifuncionales y transversales, que con las facultades o la inteligencia de los individuos (sin que estos atributos hayan perdido relevancia y protagonismo). Estas cuestiones ponen de manifiesto dimensiones diferentes del talento, uno tradicional y de unos pocos, concentrado y con una misión tractora, y otro, disruptivo y de todos, distribuido y en la base de la competencia.

Ello ocurre en unos escenarios económicos y sociales que piden a la gente más compromiso con la actividad y mayor responsabilidad individual y colectiva. El pensamiento digital exige más flexibilidad, nuevas formas de pensar y razonar, y autonomía en la toma de decisiones. La disrupción reclama mayor complicidad con la creatividad y capacidad para llevar a la práctica propuestas imaginativas y utópicas. La inmediatez acelera los procesos de maduración de las competencias personales, sustituyendo incluso a la experiencia. La clave para aprovechar las oportunidades que brinda la sociedad 4.0 está en desplegar debidamente un talento que permita a todos sacar partido a entornos más inciertos y cambiantes que nunca.

Talento tractor y distribuido no son independientes, uno tira del otro, el otro, demanda al uno, y la sociedad a todos, pero no de cualquier manera. No se pueden establecer reglas ni vínculos concretos de relación, pero tienen que convivir y la forma de comunicación más efectiva es la formación que afecta a todos. En cualquier caso, sin olvidar que la transformación digital no es sólo un desafío tecnológico sino sobre todo cultural, un cambio en las formas de pensar, vivir y trabajar, en definitiva, de ser (actitud + aptitud = talento) para alcanzar la mayor satisfacción de todos.