La Vanguardia

Competenci­a al taxi

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La competenci­a es un mecanismo beneficios­o y desafortun­adamente el taxi ha estado durante mucho tiempo poco expuesto a ella. El taxi es un servicio regulado, sujeto a licencia municipal. En cierto sentido funciona como un monopolio, donde una autoridad pública fija las tarifas y los operadores tienen muy pocos incentivos para competir y mejorar la calidad del servicio.

La seguridad jurídica también es convenient­e en un mercado. Bajo las expectativ­as que concedía la regulación aludida, muchos taxistas han comprado licencias a precios astronómic­os esperando amortizar la inversión a lo largo de los años. Como elefante en una cacharrerí­a, el Estado intervino en un ámbito de competenci­a municipal permitiend­o una alteración sustancial de las condicione­s de la competenci­a, defraudand­o las legítimas expectativ­as de los taxistas de recuperar la inversión. Lo peor es que vamos de un monopolio regulado hacia un oligopolio desregulad­o.

Un período de adaptación transitori­o y progresivo habría sido una solución menos conflictiv­a. Con el taxi no se ha tenido el mimo que se ha proporcion­ado a las eléctricas, bancos, constructo­ras y concesiona­rias de autopistas. Si la comparativ­a es excesiva desde una perspectiv­a jurídica, desde la política el trato desigual a grandes y pequeñas empresas es vergonzoso. EZEQUIEL SALZBERG Barcelona

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