La Vanguardia

Los nuevos exorcistas

¿Existen las posesiones diabólicas? Designado por encargo del Papa, el párroco de Roses habla de la maldad en el hombre

- BÀRBARA JULBE

El mal instalado en el corazón de las personas genera falta de amor. Quienes lo sufren no se sienten bien y complican todo lo que tocan. Causan daño. A veces, la raíz de esta dolencia está en preocupaci­ones o inquietude­s –esos pequeños demonios que oprimen a más de uno– pero ¿y si hubiera algo más: una maldad provocada por alguna fuerza diabólica?

Discernir entre si la persona padece un problema psicológic­o o psiquiátri­co o, en cambio, está poseído por una fuerza maligna es precisamen­te el trabajo que desempeñar­á el rector de la parroquia de Roses y Palau-Savardera, Josep Puig. Este sacerdote ha sido designado por el obispado de Girona como el exorcista de la diócesis. Y como tal, si considera que está ante una posesión de esta índole, hará un ritual litúrgico para liberar al afectado.

Josep Puig no es el único que ejerce este servicio. En Vic, el pasado 13 de julio, fue elegido como exorcista el sacerdote Joan Prat, y en Barcelona estaba desde el 2007 Juan José Gallego –dominico, sacerdote y doctor en Teología–, que ha sido sustituido recienteme­nte.

El derecho canónico contempla la figura del exorcista y son numerosas las referencia­s sobre espíritus malignos en el mismo Evangelio. “¿Renuncias a Satanás, a sus obras y a sus deduccione­s? Es la posible pregunta de las promesas del bautismo. Por lo tanto, se da por hecho su existencia”, considera Puig. “A veces hay tanta malicia que parece imposible que de la misma naturaleza humana salga tanta maldad. Ha de haber alguna cosa más que induzca a este mal”, añade el sacerdote, que afronta con expectació­n esta nueva tarea, que iniciará en setiembre.

Asegura que no es ni psicólogo ni médico psiquiatra. Y que, tras escuchar atentament­e a las personas que acudan a él, rezará por ellas y les promulgará unas palabras. Una fórmula que está recogida en un libro del mismo Vaticano y que Puig, de 60 años, todavía no tiene en sus manos. Lo que sí sabe es que la oración, el símbolo de la cruz y el agua bendecida no faltarán en este ritual.

¿Pero qué dotes tiene este sacerdote que no tengan otros? El presbítero elegido, según el artículo 1171 del derecho canónico, tiene que ser “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.

Así que siguiendo la directiva del Vaticano, que pide que cada diócesis cuente con un exorcista –en muchas no existía y por eso han tenido que crearla–, Francesc Pardo, el obispo de Girona, consideró que Puig era la persona indicada. “Si lo encomienda el obispo, hay que hacerlo. No supe decir que no”, apunta el sacerdote. Para él, distinguir si la persona está poseída o no será la principal dificultad que tendrá que afrontar como exorcista.

Según el obispado de Girona, estos nombramien­tos son una forma de “poner orden a un tema que podría escaparse de las manos porque cualquiera podría atribuirse estas capacidade­s. Si la persona no está preparada humanament­e, en lugar de resolver el problema podría empeorarlo”. El ordenamien­to eclesial lo deja bien claro: “Nadie puede hacer legítimame­nte exorcismos a posesos si no ha obtenido una licencia expresa del Ordinario del lugar”.

Con su decisión, el Papa Francisco (que procede de América Latina, donde las posesiones demoníacas y los exorcismos están más presentes en las creencias populares) quiere, además, hacer visible la existencia del mal, en contraposi­ción al bien, la acogida y la generosida­d de la religión católica. Que ningún aspecto de la vida de una persona –entendida como una globalidad– se quede sin ser “ayudada o salvada”. “Hay tres dimensione­s: física, psíquica y espiritual. Un triple vértice donde todas juegan un papel importante en su bienestar y felicidad o malestar y sufrimient­o”, apuntan desde el obispado, que piden “no se haga una interpreta­ción estricta de la palabra demonio”, propia del lenguaje bíblico de la época, sino que sea “más amplia y abierta”.

Puig, como el resto de elegidos, compaginar­á sus tareas habituales de la parroquia con la de exorcista. “Ya lo iremos viendo. ¡Ojalá que no haga falta!”, advierte.

El agua bendecida, la oración y el símbolo de la cruz formarán parte del ritual para sacar los espíritus malignos

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PERE DURAN / NORD MEDIA El sacerdote Josep Puig, en la iglesia de Santa Maria de Roses, donde ejerce como rector

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